Por: Ramsés Uribe…
De la fortuna voladora. Se han perdido los billetes verdes al mundo de lo desconocido. ¡Qué gran preocupación por el extravío misterioso! ¿Dónde podrán estar? Ya nadie guarda el dinero debajo del colchón. Al menos antes era una costumbre común de parte de muchas personas. En todo caso almacenar millardos (miles de millones) en papel moneda no debe ser tarea sencilla. Habría falta montones de colchones para ocultarlos en muchas casas bien vigiladas. Tendrían que ser dólares porque ahorita no valdría la pena esconder bolívares si se van a devaluar y por otro acto mágico se convertirían rápido en meros papeles solo útiles para hacer figuritas o reciclarlos. También se pueden reaparecer o transmutar con magia cual alquimistas chanchulleros en otras cosas como bienes inmuebles: terrenos, casas y apartamentos lujosos, yates, joyas, vehículos de alta gama, helicópteros, aviones y más. Ahora se lleva a los paraísos fiscales como en las famosas islas Caimán. Haciendo gala de paralelismo con las destornilladas excusas de ciertos rojos socialistas sobre las fallas eléctricas, tal vez le han salido patas o alas por mutación genética de las bandas magnéticas de los billetes a los dólares. Se ha dicho siempre que la magia no existe, que es mero engaño e ilusión provocado por unos facinerosos (delincuentes) elegantes para timar a los ingenuos e incautos ciudadanos de a pie. Sin embargo, tal parece que se ha producido una suerte de acto de prestidigitador (ilusionista) de una fortuna full de dólares que han partido de las arcas de la empresa petrolera estatal venezolana hacia un rumbo desconocido o hacia el bolsillo de unos pocos, muy similar a lo que ocurre con los actos de magia. Los representantes gubernamentales han denunciado que una banda de magos que antes eran de su plena confianza han desvanecido la tontería de miles de millones de dólares. ¿Será que tal desaparición monetaria es nueva? Si nos atenemos a lo denunciado por entes independientes, no gubernamentales, como la organización no gubernamental “Transparencia Venezuela”, este fenómeno extraño ha venido ocurriendo con mayor frecuencia en los últimos veinte años. Eso no niega que la corrupción siempre ha ocurrido en nuestro país anteriormente y en todo el mundo. Pero la voracidad de los corruptos del siglo XXI sobrepasa la imaginación colectiva y la artística hasta casi tocar literalmente el espacio exterior del planeta. El otrora famoso desfalco millonario del barco “Sierra Nevada,” en la época saudita de Venezuela, luce hoy como un atraquito de gamines. La chistera del mago con todo su arsenal: varita para ejecutar encantamientos, trucos sorprendentes, rutina bien conocida y ensayada, artimañas encubiertas, manipulación y engaño a los incautos, pinta deslumbrante misterio, apariencia creíble ante cualquier escéptico, son las herramientas para la diversión fantástica. Análogamente lo hicieron algunos altos “funcionarios” malversadores deslumbraron con mentiras fascinantes al estilo del ilusionista norteamericano, David Copperfield, pero no para entretener sino para robar a manos llenas el tesoro nacional. Filosóficamente, se puede afirmar que hubo un manejo eficiente de la retórica sofista con sus falacias deslizantes por debajo de la mesa periodística y de la opinión pública, para apalancar el gran fraude a la estatal petrolera. También hay en la actualidad buenos discípulos de la escuela de los antiguos cínicos, pero empeorados porque actúan con toda el descaro en sus declaraciones periodísticas al afirmar que siempre han estado combatiendo tales hechos ilícitos y mostrando su aparato especializado en lo jurídico, político y policial. Otra escuela filosófica que nos ayuda a comprender e interpretar el desfalco petrolero es la liderada por Aristipo de Cirene que con su doctrina del Hedonismo, proclama y defiende como lo fundamental de la vida es el placer, pero no en forma de gozadera descontrolada, desmedida sino con moderación.
Primero lo ético. Con Sócrates se consolida o se continúa la reflexión filosófica y científica de la antigua Grecia, cuna de la civilización occidental. También este sabio salpicado de fealdad por su genética y herencia biológica inicia en serio el estudio racional de la conducta humana por medio de la disciplina de la ética. Desde ese hito histórico se da una enorme importancia a la ética para mantener el orden de la comunidad de las personas que viven, comercian, sueñan, piensan y elaboran productos culturales. Y efectivamente la historia de la humanidad es la de conflictos entre las personas por motivos diversos en pos de sus anhelos o caprichos más deseados y con cierta frecuencia sin importar el daño que se ocasiona a la gente. Al igual que ayer, hoy sigue ese afán quizás desmedido por satisfacer los más insólitos apetitos a como dé lugar sin importar las consecuencias. Para muestra no un botón sino un botín regordete: la riqueza arrebatada del petróleo venezolano. Acerca del megarobo criollo, el periodista venezolano César Miguel Rondón (2023) enfatiza que miles de millones de dólares, no es cualquier cosa. En esa dirección, Carlos Acosta (2023), también reportero, expresa que “no son las sanciones, son los ladrones”, como un aforismo contundente que acusa con claridad meridiana la verdad del controvertido y sonado caso delictivo. Esta explicación de la gente de la prensa crítica aunada a la anunciada aceptación y aparente cruzada contra la corrupción de funcionarios y empresarios simpatizantes del gobierno, demuestran no sólo que está vivito y coleando este perjudicial flagelo social de los ladrones de cuello blanco, sino que sí ha habido y sigue existiendo dinero con los que se hubiera podido honrar los compromisos salariales con los funcionarios públicos que padecen una miseria insólita por sus microscópicos sueldos. Lo ocurrido desnuda la cúspide de la historia del latrocinio (robo o fraude) venezolano que no debe sorprender, pues es práctica común por estos días y fue denunciado desde hace muchos años, incluso luego de la independencia nacional en la época del Libertador Simón Bolívar se hablaba de corrupción. Por esta época posmoderna algunos personeros del gobierno caribeño, según Transparenciaven.org (2015) como los exministros chavistas Jorge Giordani y Héctor Navarro, denunciaron el fraude en Venezuela de otros insignificantes 215 mil millones de dólares entre los años 2004 a 2012. Por lo tanto, el dinerito timado y perdido ahora es una bobadita, comparativamente relacionado con aquella cifra financiera.
Profesor de la ULA
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28-3-2023