“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron” Ap 21,1

Finalizó la CXXI Asamblea Ordinaria Plenaria del episcopado venezolano, realizada desde el domingo 17, hasta hoy, 12 de enero.

Como es costumbre, comparten las conclusiones en un mensaje que abraza las inquietudes, dolores y esperanzas de todo el pueblo venezolano.

La exhortación fue leída ante la prensa por los cinco obispos de la Provincia de Mérida: Mons. Helizandro Terán, arzobispo de la Arquidiócesis de Mérida, Mons. Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, Monseñor José Trinidad Fernández Anguloobispo de TrujilloMons. Pablo Modesto, obispo de Guasdualito y Mons. Juan Alberto Ayala, obispo auxiliar de San Cristóbal.

«Con la alegría y la esperanza que nos ha transmitido la fiesta del Nacimiento del Redentor, saludamos al pueblo venezolano al cual pertenecemos y servimos. Es nuestro deseo que este año de gracia 2024 nos ayude a todos en Venezuela, a conseguir caminos de paz, justicia y solidaridad fraterna. Desde nuestro compromiso como Obispos, alentamos todo esfuerzo por conseguir un consenso que nos permita abrir puertas y tender puentes de entendimiento y convivencia de todos los venezolanos»

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Exhortación Pastoral con motivo de la CXXI Asamblea Plenaria Ordinaria del Episcopado Venezolano

“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron” Ap 21,1

I. Introducción
1.- Con la alegría y la esperanza que nos ha transmitido la fiesta del Nacimiento del Redentor, saludamos al pueblo venezolano al cual pertenecemos y servimos. Es nuestro deseo que este año de gracia 2024 nos ayude a todos en Venezuela, a conseguir caminos de paz, justicia y solidaridad fraterna. Desde nuestro compromiso como Obispos, alentamos todo esfuerzo por conseguir un consenso que nos permita abrir puertas y tender puentes de entendimiento y convivencia de todos los venezolanos.

II. El trasfondo global
2.- Vivimos en un mundo golpeado por guerras y discordias creadas por grupos de poder que quieren tomar el control de la sociedad y causan estragos desastrosos en víctimas indefensas. Las actuales confrontaciones bélicas en el mundo, como es el caso de Rusia y Ucrania, Israel y Hamás y tantas otras, lejos de superarse se agudizan. Los países vendedores de armas, muchos de los cuales pertenecen a organizaciones internacionales por la paz, propician que las guerras mantengan vivo su afán de lucha, para obtener ganancias económicas. Es hora que las naciones organicen y articulen mecanismos para la paz y verdadera fraternidad, base de toda convivencia humana.

3.- Se percibe también en América Latina nuevas situaciones políticas, sociales y económicas que crean tensión y ponen en peligro la convivencia pacífica en el continente. Desde esta perspectiva sentimos gran preocupación y hacemos nuestro el dolor y la aflicción de la Iglesia hermana de Nicaragua, en cuyo seno se repiten los escarnios persecutorios contra los primeros cristianos. Pedimos a Dios que dé a nuestros hermanos nicaragüenses fidelidad y perseverancia, para que se mantengan firmes en la fe y superen las arbitrariedades e injusticias de la que son víctimas.

III. Urgente problemática nacional
4.- En nuestro país, a pesar de los anuncios de crecimiento económico, sigue habiendo una
crisis humanitaria que se puede comprobar en el empobrecimiento de la población y en el crecimiento de la brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco. Nos duele e interpela, constatar el sufrimiento del pueblo venezolano en materia de salud, educación, alimentación, bajos salarios, corrupción, etc., todo esto constituye una flagrante violación de los derechos humanos, que desdeña su condición de ciudadanos e hijos de Dios.

Esta compleja y desconcertante realidad está obligando a que en muchos venezolanos, persista la necesidad de aventurarse a emigrar a otros países en busca de mejores condiciones de vida, porque consideran que en nuestro país no hay futuro. Lo más grave de esta situación es, que no hay interés de solución, a nivel institucional.

IV. Año electoral
5.-Dentro del panorama antes descrito, iniciamos un “año electoral” en el que se debe elegir al presidente de la República y así recuperar los principios democráticos y participativos dela nación. Urge, por tanto, la elaboración y presentación de un calendario electoral que nos conduzca a unas elecciones limpias y transparentes. Este debe ser un tiempo para buscar, entre todos los factores de la sociedad venezolana, un compromiso en el diseño de una visión compartida de país que, teniendo como centro, la dignidad e importancia de la persona humana, de todos y cada uno de sus habitantes. Las elecciones presidenciales, constituyen un ejercicio pedagógico que permite enseñar y fortalecer valores democráticos. Ello requiere el respeto de todos, de sus ideas y posiciones, y derechos políticos; pero, ante todo, debería ser un espacio para motivar la participación activa del pueblo, verdadero sujeto de la sociedad que soñamos.

6.- Exhortamos a llevar adelante un serio, sincero y comprometido diálogo y negociación, entre el gobierno y los diversos sectores de la vida nacional, para ello, es necesario incorporar representantes de los diversos sectores, como la academia, los sindicatos, los gremios, las fuerzas armadas, etc. Sólo así se podrá alcanzar nuevos acuerdos que profundicen las líneas democráticas y pactos sociales, que permitan un mejor desarrollo del país.

V. El Esequibo
7.- Expresamos nuestro compromiso por defender la soberanía nacional. Desde los primeros tiempos de la nación venezolana, la Iglesia ha estado presente en todo el territorio, particularmente en las fronteras, por ello, no estamos ajenos a la situación de la reclamación del territorio Esequibo, incluso, desde los inicios de la controversia la Iglesia a través de sus misioneros y connotados miembros del clero y del laicado, ha participado de manera activa en la defensa de los intereses de la República. Hoy esperamos que se pueda llegar a una solución negociada y pacífica, que sea mutuamente satisfactoria, tal y como es propuesto en el acuerdo de Ginebra.

V. Conclusión
8.- Interpelados por la situación antes descrita nos empeñamos, tal y como lo propone el Plan Trienal 2023-2026 de la Conferencia Episcopal Venezolana, en “dinamizar procesos de
conversión pastoral misionera, desde una espiritualidad sinodal, que promueva la vida y dignidad de toda persona, el compromiso bautismal en el anuncio del Evangelio de Jesucristo, la transmisión de la fe y la construcción de una sociedad justa, más equitativa, fraterna y solidaria, inspirada en los valores del Reino de Dios”.

9.- Damos gracias a Dios por el compromiso de miles de venezolanos, involucrados en crear espacios para solucionar los desafíos de estos tiempos difíciles. Reiteramos nuestros mejores deseos para que este año 2024, con el esfuerzo y la participación de cada quien y de todas las instituciones del país, transitemos la ruta del diálogo, del encuentro y del diseño del país que todos queremos. Para ello, imploramos la bendición del Dios Altísimo, con la intercesión de María de Coromoto y del Beato José Gregorio Hernández.

Los obispos de Venezuela

12-01-2024