Por: Ramsés Uribe…
Diáspora predecible: En esta quinta oportunidad de reflexión sobre este grave flagelo que amarga la sensibilidad nacional, no paramos de sorprendernos con los nuevos eventos migratorios de nuestros connacionales. En anteriores artículos hemos mostrado estadísticas y otros datos sobre este serio problema demográfico de claro origen político: la implantación forzada a un pueblo noble y democrático de una ideología retrógrada conocida como socialismo. En esta ocasión daremos una visión particular sobre el asunto que nos afecta a todos directamente por la grotesca e increíble cantidad de más de cinco millones de venezolanos en éxodo obligado.
La primera condición de todo ciudadano es mantener intacta la capacidad de asombrarse ante las barbaridades sociales que golpean la dignidad humana de los criollos de la hermosa Venezuela. Desde hace 20 años no se veía venir el caos actual del 2020, nunca se sospechó que era tan grotesco el descalabro del país, aunque algunos notables de la maravillosa mal llamada cuarta república, ya lo habían advertido, como el ex-presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, el eminente erudito Dr. Arturo Uslar Pietri, entre otros más. Y claro, como es sabido, el pueblo si bien los escuchó, no los siguió, a pesar de los graves señalamientos proféticos, hoy hechos realidad palpable y sufrible.
16 menores deportados. Uno de los eventos más bochornosos e indignantes acaba de ocurrir frente a nuestro precioso Mar Caribe. Se trata de la infame deportación de un grupo de personas menores de edad que fueron expulsados sin miramientos de Trinidad y Tobago, sin considerar las condiciones precarias que ellos tenían. La sensibilidad social y política de algunos países está de capa caída. Se ha perdido el norte de la solidaridad internacional para los migrantes criollos. Lo peor es el silencio de las autoridades gubernamentales de Venezuela. Todo esto es un signo y síntoma más que evidencia la deshumanización creciente sobretodo en el siglo pasado y en la actualidad. Lo extraño y curioso es que ocurran tales desmanes contra personas vulnerables por su condición de migrantes, en el siglo de la información y la comunicación global y en tiempo real, a la par de la existencia de una superestructura jurídica y política internacional que proteja al ciudadano, y con tanta difusión y presencia de las organizaciones no gubernamentales que luchan y promueven los derechos humanos en todo el mundo. Se demuestra que la injusticia es muy fuerte y que debe revisarse la proyección y efectividad de tales mecanismos y organizaciones multilaterales que tendrían que velar por los derechos humanos.
Xenofobia infame. La discriminación y segregación social es deplorable, y constituye un grave problema de nuestro tiempo posmoderno. Pareciera que el odio a los connacionales está bastante extendido. Solo por el hecho de ser Venezolano ilegal que llega a otro país es suficiente motivo para el rechazo y el arrastrar con el estigma a cuestas. Si bien es comprensible la preocupación de los gobiernos del mundo por la gran ola migratoria criolla que ha colapsado una parte de las regiones fronterizas de varios países, es inaceptable su actitud de rechazo tajante frente a la presencia de gente indefensa.
Alternativas. La dificilísima situación de la diáspora en todo el mundo pareciera no tener remedio alguno. Los gobiernos hacen desesperados esfuerzos para mitigar este flagelo por medio de la ayuda de organismos internacionales como la ONU, entre otros. La cooperación de muchos países, tanto los afectados como los involucrados, así como aquellas naciones poderosas con grandes recursos e influencia global, es crucial para resolver las consecuencias indeseables de la migración semiforzada.
Anteriormente hemos dado algunas salidas tanto en lo social, filosófico, universitario y gubernamental de nuestro país. Ahora pueden ofrecerse otras opciones en el campo de la ética, que es una rama de la filosofía, y en el campo teológico, que es de primer orden. Así en Éxodo 22:21, se exige: Y al extranjero no engañarás ni angustiarás. Aunque ciertamente hay límites en los derechos de los extranjeros en calidad de migrantes se les debe tratar con justicia y equidad y por supuesto recibir hospitalidad en tanto respeten las leyes del nuevo país de destino. El poder está en todas partes y se encuentra en todas las relaciones dice el filósofo francés, Michel Foucault. Someter a los viajeros con el poder gubernamental es inaceptable cuando es en contra de su dignidad humana. Ese poder podría ser empleado de manera más altruista y justa en mejores causas: el bienestar de sus ciudadanos y de los extranjeros sean o no migrantes legales o no. Se trata de solicitar a los gobiernos de los países receptores de migrantes, mejores tratos en consonancia con el correcto respeto a los derechos humanos.
Otro pasaje bíblico es muy ilustrativo sobre la actitud de todo ciudadano de bien y cosmopolita para con sus semejantes, sin ningún tipo de distinción ni discriminación. San Pablo en Gálatas 2:11-14 y en Colosenses 3:10, 11, señala que para quienes tienen la nueva personalidad cristiana no hay mejores, no hay ni griego ni judío, extranjero, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es en todas las cosas y en todos.
En este orden de ideas, en Lucas 10:29-37, está escrita la ampliamente conocida parábola del buen samaritano. Allí se puede interpretar como un mandato contundente para los gobiernos y cualquier persona sobre la tolerancia y el amor al prójimo sea éste connacional o extranjero y por lo tanto se incluyen a los migrantes sean criollos o de otra nacionalidad.
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08-12-2020