El segundo domingo de mayo, las madres de Venezuela reciben un homenaje especial, son ellas esos seres únicos, el motor que da el aliento desde el instante mismo de la concepción.
Esa persona que con toda delicadeza cuida de cada uno en esa etapa de indecisión, aquella que enseña con amor a valernos en la vida y nos levanta con dulzura ante cada caída.
Esa mujer, que no duerme cuando por cualquier razón nos encontramos mal, que vive en carne propia cada uno de nuestros sufrimientos y que se alegra con cada logro nuestro… como si fuera suyo.
Es la mujer que está ahí, sin egoísmos, aquella que solo quiere lo mejor para cada uno, es el amor de Dios, el más sincero y el más puro, que daría la vida por cada uno, si fuera necesario. Siempre deseosa de hacernos bien, y aunque como ser humano pueda equivocarse, nunca lo hace por maldad.
Ese ser especial al que Dios llamó Mamá, faltan las palabras para describir tantos sentimientos, humildemente gracias por tanto.
Por Jesús Quintero
