Con fundamento: Antes de que el veneno se difunda

Por: Bernardo Moncada Cárdenas…

Para muchos que se confiesan víctimas de la resaca electoral, ahora viene “el viejo truco” del moralismo intransigente, y de la auto-justificación para atacar a quienes, compartiendo nuestro bando, tenían diferencias. Mientras se mantenga tal actitud, nuestras pretensiones democráticas serán solamente una mascarada y nada más. Por un saludable momento, antes de tomarla contra los demás miremos con honestidad cómo vamos razonando; observa el Papa Francisco en una de sus célebres “boutades”: cuando señalamos a otro, un dedo le apunta a él, pero tres nos apuntan a nosotros mismos.

Sinceramente, en este lance no se podía hacer otra cosa que participar. Algunos dirán que las trampas y obstáculos previsibles no fueron remontados, que faltó en algunos casos músculo y organización de parte de la MUD, es verdad. Pero igualmente se podría decir que por culpa del abstencionismo no se logró el porcentaje de participación necesario, y que los líderes que se proclamaron, a veces disimuladamente, abstencionistas, lo hicieron en gran parte en pro de sus propios y personales proyectos de poder político, es verdad. En conclusión, ambas opiniones parecen sustentables.

Aquí en Mérida, precisamente, se demostró que ganar era muy posible. Y no vengan a decir que nos negociaron o decidieron regalarnos nada: se organizó mucho y se peleó mucho para quitarnos 18 años de gobierno chavista. El domingo 15, el pueblo merideño sentó cátedra de persistente y paciente combatividad; no hubo operación-ratón-loco, tiroteos o bravuconadas militares que nos desviaran de un propósito profundamente compartido. Ni son aceptables intentos de demeritar la paliza que los tachirenses propinaron a Vielma Mora, o la liberación que el pueblo zuliano decidió regalarse por encima de injusticias y violencias.

No es para estar contentos por resultados impuestos por el CNE en el resto del país. El cúmulo de irregularidades y ataques es inaudito (las muchas ilegalidades que pueden comprobarse abultarán el ya enorme expediente interno e internacional que pesa sobre el régimen), y en algunas localidades, demasiadas, la apuesta por la participación se perdió, pero intentemos analizar antes de «caerle a piña» a los demás. Venezuela nos necesita unidos en la protesta que tenemos todo motivo para protagonizar todavía. Y nos necesita organizados, con una agenda clara y astuta para que la represión no vuelva a diezmar a nuestros muchachos y desgastar nuestra energía y esperanzas, como lo ha logrado hacer.

¡Entereza y persistencia, Venezuela; sabíamos que el combate no iba a finalizar en este round! ¿O no?

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