Hace veinte años la noche del viernes 11 de febrero del 2005, cuando Venezuela se disponía a iniciar su descanso de fin de semana la naturaleza impuso su fuerza en las poblaciones de Bailadores, Tovar, Santa Cruz de Mora y aldeas vecinas del estado Mérida causando la tragedia natural más grande que se ha registrado en los últimos 60 años en esta zona andina, dejando un número muy alto de muertos y varios desaparecidos, miles de heridos y damnificados.

La Tragedia del Valle del río Mocoties o simplemente como la hacen llamar Tragedia del Mocotíes dejó un sin número de huellas y  destrozos de una vaguada  que los especialistas clasificaron como uno de los grandes deslizamientos de tierra que se suscitaron en febrero del año 2005 en la zona andina y en menor medida en otras zonas que  tuvieron  repercusión, en el estado Zulia específicamente en Santa Bárbara y San Carlos del Zulia.

En Mérida y el Valle del Mocotíes solo a tres días de finalizadas las lluviosas Ferias del Sol se registraron los efectos más intensos de las fuertes y prolongadas lluvias que tuvieron lugar en Tovar y Santa Cruz de Mora que arrasaron con violencia centenares de casas, y destruyeron  parte de estas ciudades, devorando por completo aldeas rurales.

Fue una noche interminable, el ruido de río Mocotíes y más de un centenar de fuentes de agua mostraron su fuerza indetenible cargando también decenas de autobuses, vehículos de carga y particulares que se convirtieron en testimonio de los que habían pasado por esos caudales.

Fue una situación a la que se llegó con gran dificultad para realizar  la cobertura periodística, las vías totalmente bloqueadas y otras desaparecidas, los servicios: eléctricos, de agua potable y electricidad colapsados, eran poblaciones aturdidas por el silencio de la tragedia.

A veinte años reconocemos y admiramos la reciedumbre de la gente buena de Tovar, Santa Cruz de Mora, y sus aldeas que mostraron sus ganas de levantarse convirtiéndose en una fuerza humana que los unió para salir adelante sin dejarse quitar su sonrisa, donde las lágrimas y el dolor les permitió abonar la tierra que en las próximas décadas alcanzarán cumbres importantes.

Nuestro abrazo a quienes perdieron sus seres más queridos, a quienes quedaron desnudos como los primeros minutos de cualquier ser humano y que han sabido luchar sin descanso para volver a tener el abrigo de la vida y así seguir viviendo con alegría.

Por: Leonardo León

Fotos Leonardo León-@leoperiodista