Homilía de Mons. Luis Enrique Rojas con motivo de la Solemne Eucaristía en Acción de Gracias y despedida como Obispo Auxiliar de Mérida

Homilía de Mons. Luis Enrique Rojas Ruíz III Obispo Electo de Punto Fijo con motivo de la Solemne Eucaristía en Acción de Gracias y despedida como Obispo Auxiliar de Mérida

Con la venia del Señor Arzobispo de la Arquidiócesis y mi hermano en el episcopado Mons. Helizandro Emiro Terán Bermúdez, quien hoy cumple 29 años de sacerdocio. Saludo a las autoridades civiles, universitarias y a la Academia de Mérida que hoy me acompañan, doy inicio a la reflexión que he preparado con el corazón para todo mi pueblo querido de Mérida y sin dejar de saludar de manera muy especial a mis hermanos sacerdotes del clero merideño y a quienes desde otras diócesis han venido a acompañarme. Un saludo fraterno a las comunidades de religiosas y religiosos, seminaristas, a los grupos de apostolado, organizaciones e instituciones públicas y privadas que gentilmente aceptaron esta invitación hecha desde la Arquidiócesis de Mérida, en fin, queridos hermanos y hermanas en Cristo aquí presentes y a los que nos siguen a través de los medios de comunicación y redes sociales sean bienvenidos todos.  Gracias por estar. Querido padre Jose Gregorio Méndez, felicitaciones y bendiciones por tus bodas de plata sacerdotales, Dios bendiga tu ministerio sacerdotal y sigue siempre delante de la mano de Dios.

Como un Pastor vela por su rebaño, así yo velaré por mis ovejas

(Ez. 34,11:16).

Esto dice el Señor Dios a su pueblo cuando un pastor esta llamado y es elegido y consagrado para regir, dirigir y acompañar al pueblo que se le ha confiado, El pastor consciente de su misión sabe que la misma debe estar puesta al servicio de sus hermanos, ser uno más entre ellos y con ellos; esta ha sido la oportunidad que Dios en mi caso particular y personal aquí en Mérida me confío durante estos seis años de episcopado como obispo auxiliar en medio de una comunidad.

Hoy nos encontramos aquí para despedirme de esta querida arquidiócesis que entre montañas, ríos, y el majestuoso Pico Bolívar también me vio nacer; soy merideño de nacimiento, de alma, vida y corazón y esa condición me permite decirles gracias por haberme dado la oportunidad de ser para ustedes durante 24 años hermano, amigo, sacerdote y pastor.

En este tiempo como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida, he tenido el privilegio de estar presente en medio de ustedes y compartir momentos significativos con todos; los cuales me dieron la oportunidad de crecer como persona y como obispo de esta iglesia, acompañado de la guía y conducción del Emmo. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, al cual le agradeceré siempre la oportunidad que me brindó para estar con ustedes durante estos seis años de ausencia obligada por sus compromisos como Cardenal y Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas. No fue fácil para mí, enfrentar y responsabilizarme de una arquidiócesis con las exigencias como esta que tanto ustedes como nosotros sacerdotes y obispos sabemos lo que representa, pero Dios no nos pide nunca más de lo que podemos dar.

Me correspondió ser un Obispo Auxiliar con responsabilidades, compromisos y decisiones de un arzobispo y sumado a esto atender a toda una comunidad en tiempos de pandemia, aparte de esto no descuidar el trabajo pastoral que con nuevos métodos y formas el momento lo requería. Nunca sentí todo esto como una carga pesada, al contrario lo ví siempre como un regalo de Dios y una gran oportunidad para demostrarle a Dios y a mí mismo de qué estoy hecho y cuál ha sido mi formación durante todos estos años de vida; y a la vez poner en práctica la frase bíblica que desde siempre me ha acompañado y elegí como lema episcopal : Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filips. 4,13).

El Salmo 39, que acabamos de escuchar, resuena siempre en mi mente y en mi corazón, hoy nuevamente te digo Señor con una gran confianza y firmeza : Aquí estoy Se6ñor para ser tu voluntad. después de haber cumplido con esta misión pastoral en Mérida encomendada por ti; haz de mí lo que tú quieras, me abandono en tus manos para  que sigas : iluminando, orientando, guiando y sobre todo gobernando mi vida.

Después de todo lo que he hecho en Mérida, sólo me resta decirte Gracias Señor por haber puesto tu mirada en mí.

Como Sacerdote y luego como Obispo Auxiliar, he tenido la oportunidad de acompañarlos en su camino de fe, a través de todas las manifestaciones religiosas compartidas y vividas en cada una de las comunidades en donde pude acompañarlos siempre. Para mí es un gran honor y regalo de Dios poder celebrar hoy esta Solemne Eucaristía en Acción de Gracias a Dios y a María Inmaculada Patrona de la Arquidiócesis y de los merideños y a la vez, mi despedida momentánea, ya que uno nunca se va de donde es, del lugar donde ha nacido, del sitio donde están sus afectos y raíces: la familia y los amigos como todos ustedes aquí presentes y los que siguen esta transmisión a través de los medios de comunicación y las redes sociales, de aquellos hermanos en Cristo que no pueden estar presentes, pero que me prometieron se conectarían desde cualquier parte del mundo donde estén, como lo han hecho hoy mis queridos fieles desde Punto Fijo.

Las despedidas no son nada agradables, menos cuando no nos queremos ir del lugar donde nos sentimos bastante bien, pero son necesarias para continuar creciendo y conociendo nuevas experiencias y otras realidades. Los cambios en este sentido siempre traen Buenas Nuevas. Hay gente que pide un cambio, pero no quieren que los cambien. Queridos hijos : hermanos y hermanas en Cristo, me los llevo en el corazón y en mi oración, porque desde  Punto Fijo, en la diócesis Paraguanera  y a donde vaya en adelante habrá siempre un lugar para todos ustedes.

Me voy, pero me quedo: en el pensamiento y en el sentimiento compartido durante todo este tiempo con cada uno de ustedes en las parroquias, en las comunidades más lejanas, en las celebraciones de la Santa Misa, en las fiestas patronales, en las cocinas de los campos cuando me recibían como en mi propia casa, en el caballo que destinaban para mí, quien organizaba junto a los sacerdotes, las numerosas cabalgatas de recibimiento a su Pastor.

Me voy, pero me quedo: en la calle con los estudiantes cuando me decían no los dejara solos en su lucha exigiendo y pidiendo por sus derechos. En las misas de grado, las cuales eran y serán siempre una muy buena oportunidad para evangelizar a los futuros profesionales que pasan por las aulas universitarias y por los templos de la Arquidiócesis, dando gracias a Dios por sus títulos obtenidos.

Me voy, pero me quedo: en las misas por la Libertad, en la vaguada de la zona del Mocotíes y el sufrimiento de la gente, en las visitas a los privados de libertad, en las ollas solidarias en momentos de extrema necesidad y situación crítica en el país.

Me voy, pero me quedo: con los médicos en su huelga de hambre, con mis hermanos sacerdotes y sus familias en tiempos de pandemia y en todo aquel que acudió a la iglesia a través de mi persona para pedir ayuda y a todos se les atendió.

Me voy, pero me quedo: con mis colegas y hermanos en Cristo los comunicadores sociales que me acompañaron en todo momento para hacer de su trabajo comunicacional un apostolado más en todos los ambientes que fuera necesario.

Me voy, pero me quedo: en mis queridos e inolvidables médicos y personal de salud quienes se convirtieron en mis mejores aliados para ayudar a combatir la maldad de un6a pandemia que no nos logró destruir, sino que nos fortaleció.

Me voy, pero me quedo: en el recuerdo de un rebaño que contó siempre con mi apoyo para superar momentos muy duros y críticos en la educación en nuestro país, me refiero a ustedes queridos y muy respetables maestros y profesores. En fin, me voy, pero me quedo en los libros de esta Santa Iglesia Catedral, porque aquí queda el acta de matrimonio de mis padres: María y Benigno, quienes fueron mis primeros catequistas y maestros para la vida. En esta Basílica Menor queda mi fe de Bautismo y el recuerdo de la celebración de mi ordenación Diaconal, Sacerdotal y Episcopal, y en este mismo lugar fui párroco durante cuatro años.  

En este momento de despedida y de acción de gracias por mi Ministerio Sacerdotal y Episcopal, quiero recordarles la importancia de mantener viva la fe en sus vidas, de ser cristianos, católicos, bautizados y comprometidos con la iglesia. Los animo a no tener miedo ante los retos y desafíos que se les presenten, sino a tener siempre la fe y la confianza  puestas en Dios. Recuerden que el bien siempre vencerá al mal aunque el mal haga mucho ruido.

La lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios nos invita precisamente a ello: No tengo porque presumir de predicar el Evangelio, puesto que esa es mi obligación, hay de mi si no lo anuncio. Seamos Cristo céntricos y recuperemos la Palabra de Dios en nuestras vidas para que nada ni nadie nos confunda. Sigamos el ejemplo de Jesús en el Evangelio de San Lucas, cuando entra a la sinagoga para hacer la lectura y al finalizar se da cuenta que dicha lectura habla y se refiere a él mismo; tengamos nosotros también esa cualidad y virtud de Jesús, de identificarnos con la Palabra de Dios cada vez que la escuchemos en sitios como este o cuando la leamos y la proclamemos en cualquier momento o situación por iniciativa propia, para que ella produzca un efecto positivo en  la vida de cada uno de nosotros y en la vida de nuestros hermanos de ese pueblo que Dios nos ha confiado.

Queridos hermanos los encomiendo a Dios y a la Santísima Virgen María Inmaculada Concepción, para que los acompañe en cada paso que den, para que vayan siempre unidos a pesar de las diferencias que puedan existir, buscando ser siempre parte importante de la gran familia de Dios. Sigan trabajando como siempre lo han hecho y lo han sabido hacer de la mano ahora de su querido padre y pastor Mons. Helizandro Terán, acompáñenlo, apóyenlo, no lo dejen solo y sobre todo recen por él.

¡Hasta siempre, querida Mérida! Que el amor y la paz de Cristo esté con todos ustedes y sus familias.

Con mi bendición, me despido, les doy las gracias y les digo como acostumbramos los andinos. Dios les Pague.

Luis Enrique Rojas Ruíz

III Obispo Electo de Punto Fijo

En Mérida, a los nueve días del mes de septiembre del año 2023