Homilía de Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz, con motivo del 237 aniversario de la Universidad de los Andes y el Seminario Arquidiocesano San Buenaventura

Homilía de Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz, Obispo Auxiliar de Mérida con motivo del 237 aniversario de la fundación de la Ilustre Universidad de los Andes y el Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida, cuna de nuestra Alma Mater.

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar». (Jn. 5, 1-16)

Buenos días, una vez más sean todos bienvenidos a este icónico y representativo lugar como es la Santa Iglesia Basílica Menor de la Inmaculada Concepción Catedral Metropolitana.

Un saludo muy especial, para todas las autoridades presentes en esta celebración, en la persona del Sr. Rector Dr. Mario Bonucci y todo su equipo rectoral y vice rectoral, aunado a todos los que hacen vida diaria en la Ilustre Universidad de Los Andes, personal, docente, administrativo y obrero, en nombre el Emmo. Sr. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, Arzobispo Metropolitano, a quien represento hoy como su Obispo auxiliar.

Un saludo muy especial al alma de las universidades, sus estudiantes, son ustedes queridos muchachos los que permiten en gran parte que la universidad exista porque ¿qué haríamos con aulas de clases vacías?, simplemente nada y muestra de ello lo que hemos vivido estos últimos años en Venezuela con la situación económica, política y social que tenemos, sumándose, por si fuera poco, una pandemia.

Hoy todos ustedes y los que nos sentimos parte de la universidad estamos aquí, no sólo para homenajear a lo que representa la universidad en su estructura física y arquitectónica, sino en la capacidad humana y de talentos que ha sabido preparar y ofrecer a la humanidad, porque tenemos ulandinos hoy en muchas partes del mundo, dando el buen ejemplo y demostrando el potencial que aquí poseemos, con la cantidad de buenos profesionales especialistas en distintas áreas del saber, impartiendo clases durante más de dos siglos y superando las crisis que en diferentes momentos le ha correspondido a la universidad enfrentar.

Quiero recordar los inicios de la universidad en Mérida, cuando su primer Obispo, hombre visionario y soñador, Fray Juan Ramos de Lora, por el año 1785, funda en esta ciudad una casa de educación para los jóvenes con vocación sacerdotal, en la cual se les impartiría clases de religión, lengua latina y moral. Luego de varios procesos por los que tuvo que pasar la Escuela Seminario San Buenaventura, fue finalmente reconocida como Universidad el 21 de septiembre de 1810, bajo decreto expedido por la Junta Gubernativa de la provincia de la Corona de España. Cabe destacar, que nuestra máxima casa de estudios y formación del clero se convierte desde ese entonces en cuna de la Ilustre Universidad de los Andes, puesto que es desde allí donde se inicia con la carrera de Derecho. Hoy 29 de marzo de 2022, las dos casas están de júbilo, y continúan manteniendo alianzas y lazos afectivos reafirmando y consolidando cada día más su génesis y sinodalidad.

Es una de las principales y más importantes universidades de Venezuela, por su antigüedad, gracias a la cantidad de estudiantes que durante tanto tiempo ha albergado, su nivel académico y sus aportes en investigación que han contribuido al estudio y desarrollo de las ciencias. En estos últimos años, se ha visto sumergida en una de sus peores crisis, por el grave deterioro en todos los niveles y en sus infraestructuras; la deserción estudiantil y profesional. Sumado a todo esto, es víctima de innumerables robos y violaciones a su autonomía. Toda esta dura y dramática experiencia que hoy nuestra Alma Mater padece, nos exhorta a continuar protegiéndola, ayudándola, y amándola con el corazón; uniendo esfuerzos, voluntades, capacidades, conocimientos y sacrificios, sin quejarnos tanto y haciendo mucho más por ella; recordando que solo a fuerza de bien es que se combate y se destruye al mal, muestra de ello, lo que viviremos en este tiempo cuaresmal, cuando el mismo Jesús se retira al desierto y enfrenta al mal en su propio terreno, en un lugar donde no existe: luz, agua, vegetación, ni vida de ningún tipo, ya que este sitio, teológicamente, representa al mal en las Sagradas Escrituras. Por tal motivo, sigamos el ejemplo de Jesús, de no huirle a los problemas ni a las adversidades, en este momento en el que se ha decidido retornar y retomar las aulas de clases con todas sus instalaciones. que bastante han sufrido.

Hoy se cumple un año más desde su fundación, lo cual nos permite entrar en un ambiente reflexivo e histórico sobre lo que ha significado la Universidad desde sus tiempos pasados, viviendo hoy un presente que nos ubica en un contexto bastante complicado, por lo que se vive actualmente en una Venezuela tan convulsionada y cambiante en todas sus formas y estilos de vida. Preparémonos desde ya con herramientas favorables a la educación de los jóvenes, si no queremos reencontrarnos nuevamente con un futuro desolador y desesperanzado, recordando que toda crisis pasa, pero que también se repiten y la historia nos ha dado confirmación de esto.

Es pública y notoria la política del gobierno nacional, de someter a las universidades a la desaparición, utilizando ya no fusiles sino el empobrecimiento de su comunidad, con salarios de miseria y la casi extinción de su presupuesto de funcionamiento. Hagamos un llamado nacional a todos los ciudadanos de bien de este país, a defender y ayudar, no sólo a esta universidad bicentenaria, sino a todas las universidades del país. La educación es sinónimo de progreso, no es posible tener desarrollo en Venezuela, si se termina de destruir a las universidades.

Para volver a tener un nuevo florecimiento de la Universidad y su transformación hacia un modelo más moderno en la dirección que plantea la agenda 2030 para su desarrollo sostenible, de la ONU, es necesario atender el desarrollo humano, con el amor que Jesús nos muestra cada día, es decir, con espíritu humanista y cristiano, atendiendo las necesidades de toda la comunidad universitaria, como protagonista del hecho académico; por eso me solidarizo con ustedes nuevamente y alzo mi voz como obispo venezolano, para exigir un salario que les permita vivir dignamente y atender a sus familias, junto a la mejora sustancial en los mecanismos de seguridad social, que fueron prácticamente en detrimento de los universitarios de los últimos años; un verdadero aumento salarial, sería muy justo para los universitarios y no el atropello con que se les ha atacado últimamente. Hago referencia hoy en este aniversario a la inscripción en el Escudo de la Universidad de los Andes: Initium Sapientiae Timor Domine, el principio de la sabiduría es el Temor de Dios.

Sigamos el ejemplo de Jesús como nos lo muestra hoy la lectura del Evangelio. Los milagros son posibles si todos participamos en equipo y no le dejamos solo el trabajo a Dios, recordando que Él hace milagros y no magia; si todos nos unimos por el rescate y la reconquista de la Universidad, esto se hará posible y juntos tomaremos la camilla y echaremos a andar, como le sucedió al paralítico en la piscina de Jerusalén. Que cada quien coloque la parte que le corresponde para que Dios haga el resto.

Revisemos también en este día especial, los cambios y transformaciones internos que requiere una institución tan importante como esta, ya que queremos y deseamos un cambio, pero no queremos que nos cambien; con este tipo de mentalidad no existirá cambio alguno. Miremos con atención desde nuestras estructuras el lado humano de quienes han dado la vida por la Universidad, y que hoy se sienten destruidos y abandonados, por culpa del sistema que azota y humilla con su forma de proceder. La dignidad de la persona humana debe estar siempre por encima de todos los intereses particulares y egoístas en todos sus ambientes.

La gente tiene derecho a un buen salario, pero mientras eso se hace realidad, no podemos dejar atrás a tantos universitarios que padecen esta crisis, de los cuales, una gran cantidad no cuentan con ayudas de ningún tipo, por tal motivo, la Iglesia Arquidiocesana, acaba de crear Cáritas Universitaria, con el trabajo de un voluntariado, el cual obviamente no resolverá del todo esta tragedia, pero sí pretende ayudar a los que no tienen, para comer o acceso a la atención de su salud. Tampoco pretendemos decirles que deben vivir en delante de la caridad, este será un bálsamo y aliciente, mientras se supera esta situación.

Me siento orgulloso como venezolano y merideño de contar con una Universidad como ésta, gran casa de las ciencias, de las humanidades, de las artes, y del gran saber. ¡Viva la Universidad!

Traigo a colación finalizando esta homilía, un pensamiento del grandioso Nelson Mandela, “la educación es el arma más poderosa que puedes tener para cambiar el mundo”. Les deseo el mayor de los éxitos y feliz aniversario 237 querida Alma Mater, Ilustre Universidad de Los Andes, y que el espíritu heroico y el coraje de Fray Juan Ramos de Lora, lo mantengamos siempre vivo. Que la bendición de Dios, y la protección de María Inmaculada esté siempre presente en sus vidas, en la Universidad y en sus familias.

29 de marzo de 2022.

Catedral Metropolitana