Homilía de Mons. Luis Enrique Rojas Ruíz con motivo del  reconocimiento de la Universidad de Los Andes por su labor apostólica

Homilía de Mons. Luis Enrique Rojas Ruíz Obispo electo de Punto Fijo

Con motivo de la celebración eucarística y reconocimiento de la Universidad de Los Andes por su labor apostólica, sacerdotal y episcopal durante más de dos décadas y el conferimiento de la condecoración del Rector Magnífico Dr. Pedro Rincón Gutiérrez

Queridos hermanos y hermanas en Cristo.

Inicio esta reflexión con la frase bíblica que ha venido acompañándome  durante toda mi vida y en mi proceso vocacional y sacerdotal, la cual elegí como lema episcopal.

’Todo lo puedo en Cristo que me fortalece’’. (Filips. 4,13)

 Hoy nos encontramos aquí para despedirme de esta querida comunidad universitaria.

Durante mi tiempo como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida, he tenido el privilegio de estar presente en medio de ustedes y compartir momentos significativos con todos. Lo que me permite citar al Santo Padre Francisco, que en estos últimos días en la Jornada Mundial de la Juventud (MJM 2023) nos dice: en la Iglesia hay lugar para todos, porque ella es la Madre de todos.

La Universidad de Los Andes como institución de educación superior, es un lugar para el conocimiento, la búsqueda de la verdad y un espacio para compartir momentos muy importantes con cada uno de ustedes. Aquí he sido testigo de la dedicación y el esfuerzo de estudiantes, profesores, personal obrero y administrativo; quienes trabajan incansablemente para lograr metas y objetivos y continuar contribuyendo al desarrollo de la sociedad en general a pesar de las dificultades y circunstancias que actualmente todos conocemos.

Desde siempre, hemos sido testigos de cómo la fe y la razón se entrelazan en la vida universitaria, de manera muy especial en la alianza que desde sus orígenes nuestra iglesia merideña ha mantenido con la Ilustre Universidad de Los Andes, teniendo como testigo principal al Seminario Arquidiocesano San Buenaventura, cuna de esta máxima casa de estudios. Ha sido un lugar donde se ha promovido el diálogo entre la fe y la ciencia, donde se han explorado las verdades trascendentales y se ha buscado el sentido profundo de la existencia humana.

Como Sacerdote y luego como Obispo Auxiliar, he tenido la oportunidad de acompañar a muchos de ustedes en su camino de fe. He visto cómo la universidad ha sido un lugar de encuentro con Dios, en medio de su pensamiento plural, la parroquia universitaria y su pastoral es uno de sus vivos ejemplos, donde se han fortalecido las convicciones y se ha cultivado la espiritualidad en diversas formas y manifestaciones. Para mí es un honor poder celebrar hoy esta Solemne Eucaristía en Acción de Gracias a Dios y a María Inmaculada Patrona de la Arquidiócesis y de los merideños y a la vez, mi despedida momentánea, ya que uno nunca se va de donde es, del lugar donde ha nacido, del sitio donde están sus afectos: la familia y los amigos como todos ustedes aquí presentes y los que siguen esta transmisión a través de los medios de comunicación y las redes sociales, de aquellos hermanos en Cristo que no pueden estar presentes, pero que me prometieron se conectarían desde cualquier parte del mundo donde estén.

Las despedidas no son nada agradables, menos cuando no nos queremos ir del lugar donde nos sentimos bastante bien, pero son necesarias para continuar creciendo y conociendo nuevas experiencias y otras realidades. Los cambios en este sentido siempre traen Buenas Nuevas. Hay gente que pide un cambio, pero no quieren que los cambien. Queridos ulandinos, me los llevo en el corazón y en mi oración. En Punto Fijo, habrá siempre un lugar para ustedes.

Me voy, pero me quedo: en el pensamiento y en el sentimiento compartido durante todo este tiempo con cada uno de ustedes en las parroquias, en las comunidades más lejanas, en las celebraciones de la Santa Misa, en las fiestas patronales, en las cocinas de los campos cuando me recibían como en mi propia casa, en el caballo que destinaban para mí, quien organizaba junto a los sacerdotes, las numerosas cabalgatas de recibimiento a su Pastor.

Me voy, pero me quedo: en la calle con los estudiantes cuando me decían no los dejara solos en su lucha exigiendo y pidiendo por sus derechos. En las misas de grado, las cuales eran y serán siempre una muy buena oportunidad para evangelizar a los futuros profesionales que pasan por las aulas universitarias y por los templos de la Arquidiócesis, dando gracias a Dios por sus títulos obtenidos.

Me voy, pero me quedo: en las misas por la Libertad, en la vaguada de la zona del Mocotíes y el sufrimiento de la gente, en las visitas a los privados de libertad, en las ollas solidarias en momentos de extrema necesidad y situación crítica en el país.

Me voy, pero me quedo: con los médicos en su huelga de hambre, con mis hermanos sacerdotes y sus familias en tiempos de pandemia y todo aquel que acudió a la iglesia a través de mi persona para pedir ayuda y a todos se les atendió.

Me voy, pero me quedo: con mis colegas y hermanos en Cristo los comunicadores sociales que me acompañaron en todo momento para hacer de su trabajo comunicacional un apostolado más en todos los ambientes que fuera necesario.

Me voy, pero me quedo: en mis queridos e inolvidables médicos y personal de salud quienes se convirtieron en mis mejores aliados para ayudar a combatir la maldad de una pandemia que no nos logró destruir.

Me voy, pero me quedo: en el recuerdo de un rebaño que contó siempre con mi apoyo para superar momentos muy duros y críticos en la educación en nuestro país, me refiero a ustedes queridos y muy respetables maestros y profesores. En fin, me voy, pero me quedo en todo lo que se hizo con la compañía y dirección del Eminentísimo Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo quien fue mi maestro y guía, estoy seguro y confiado en Dios que seguirá siéndolo.

En este momento de despedida, quiero recordarles la importancia de mantener viva la fe en sus vidas. La universidad puede ser un lugar desafiante, donde se presentan nuevas ideas y se cuestionan las creencias establecidas. Pero les animo a que no teman a los retos, sino que los vean con optimismo como oportunidades para crecer en su relación con Dios y profundizar en su fe. Recuerden que el bien vence al mal, aunque el mal haga mucho ruido.

La Universidad de Los Andes ha sido un lugar de encuentro, de aprendizaje y de formación integral. Les invito a llevar consigo los valores y principios que han aprendido aquí, y a ser testigos de ellos en sus futuras actividades profesionales y personales. También les exhorto  a seguir siendo luz en medio de la oscuridad, sal en medio de los sin sabores, y  fermento de transformación y unidad verdadera en esta sociedad venezolana que hoy tanto lo necesita.

Hoy la lectura del Evangelio de Mateo, en el capítulo 15 versículo 11 Jesús pronuncia la frase que escuchamos hace pocos minutos, en respuesta a una crítica de los fariseos y escribas sobre sus discípulos quienes no seguían las tradiciones de lavarse las manos antes de comer. En este pasaje Jesús, nos dice que no es lo que entra en el cuerpo humano lo que lo contamina, sino lo que sale de la boca. Jesús hace énfasis que lo que realmente contamina al ser humano, a la persona, al hijo de Dios, es lo que proviene de su corazón como malos pensamientos, palabras hirientes, mentiras, odios, deseo de venganza entre otros muchos pecados. Nos invita Jesús, a seguir siendo constructores de comunidad cristiana y no solo de estructuras que en vez de unirnos nos dividan. Esta prestigiosa Universidad con todos sus miembros que la integran deben seguir siendo comunidad de amor, de solidaridad y de encuentro fraterno para que vaya mucho más allá del conocimiento, la ciencia y la razón como lo hizo Jesús. Por este motivo su pensamiento y legado siguen presentes entre nosotros ayer, hoy y siempre.

Los encomiendo a todos ustedes queridas autoridades universitarias junto a su equipo de trabajo, a la protección y guía de nuestro Señor Jesucristo. Que Él los acompañe en cada paso que den, y las decisiones que tomen y los desafíos que enfrenten. Que la Virgen María, Inmaculada y Santo Domingo de Guzmán, hoy en su día, predicador por excelencia en nuestra iglesia, intercedan por ustedes y los acompañe en su caminar.

Querida Universidad de Los Andes, les estaré eternamente agradecido por su acogida, por su apoyo y por permitirme ser parte de esta comunidad universitaria, cuando me dieron la oportunidad de ser un estudiante de diplomado en Gerencia Eclesiástica. Siempre llevaré en mi corazón los recuerdos y las experiencias compartidas aquí. Que Dios los bendiga abundantemente y les conceda éxito en todas sus labores diarias.

¡Hasta siempre, querida Universidad de Los Andes! Que el amor y la paz de Cristo esté con ustedes y sus familias.

Con mi bendición, me despido

Luis Enrique Rojas Ruíz

III Obispo Electo de Punto Fijo

En Mérida, a los ocho días del mes de agosto del año 2023