Iahula en alza

 Por Ramsés Uribe…

Valores al alza. Como en Wall Street, la famosa avenida de la bolsa de valores neoyorquina, las acciones humanas de este hospital se cotizan mejor en las tribulaciones del país del célebre escritor, Aquiles Nazoa, porque en este momento de grave dificultad en todos los ámbitos nacionales, el sector salud es tal vez uno de los más deteriorados que subsiste a toda costa, aunque un tanto marginalmente, gracias a Dios y a mucha gente noble. Siempre es relevante destacar la encomiable labor de los entes institucionales que hacen vida en la sociedad en su beneficio, aunque a veces ocurren lamentables situaciones como la sustracción de un niño recién nacido en la máxima institución asistencial de la entidad merideña. Nada es perfecto en este mundo y menos en una república deprimida en lo económico tanto en lo político, en últimas o primeras, como en lo ético. Sin embargo, en la precaria situación hospitalaria, asistimos a una lucha diaria y constante por la salud y por tanto, en función de mantener la vida. Esto ocurre en el Instituto Autónomo Hospital Universitario de los Andes, Iahula, conocido popularmente, en el inconsciente colectivo, como el Iahula, que se lee y pronuncia, “Hache ula.”

Futuro alternativo hospitalario. Imaginemos un futuro con una atención de salud diferente a la actual. Un país donde las enfermedades sean tratadas como en cualquier parte del mundo civilizado: con un personal competente y especializado, sin colgarle por los poros la parcialidad política socialistoide, provisto de todos los insumos necesarios en unas instalaciones adecuadas. Hay que tener visión de un hospital universitario distinto, mejor que el que tenemos en Mérida, aunque basado y refundado en base al existente. Borrar la historia regional e institucional de un hospital emblemático, de golpe y porrazo, es signo de barbarie política y social, algo que han intentado los insensatos sin éxito. Así lo han entendido las nuevas autoridades gubernamentales de la región emeritense y de salud, porque las anteriores sólo se interesaban en la politiquería asistencial, mala praxis de la política, toda una ofensa contra la inteligencia aristotélica. Sugerimos continuar las políticas de mejoramiento hospitalario, agregar nuevos servicios o unidades como la de Medicina Natural y Alternativa, no únicamente por razones estratégicas, porque ante la escasez y altos costos de los medicamentos,  los productos naturales son una excelente opción, no sólo los fitofármacos, que pueden ser costosos, sino la terapéutica botánica ancestral que se consigue en los mercados y en el sector rural. Es urgente que las instituciones oficiales de salud liderizen, orienten, eduquen  y gestionen las terapias naturales, tal como ya lo hacen desde hace tiempo la facultad de Farmacia de la ULA, a través de la investigación fitoterapéutica tradicional. Además conviene el rescate de nuestras tradiciones terapéuticas ancestrales, aunado a una manera otra de entender la medicina en el marco de los nuevos paradigmas de la vida humana con el conocimiento e inteligencia espiritual, (entre otras inteligencias más), ético y filosófico, ecológico, epistemológico, científico, humanístico, tecnológico y social del siglo XXI. También es necesaria la creación del servicio de psicología  en todas las áreas hospitalarias pues en estos momentos difíciles se requiere del psicólogo apoyando en traumatología, oncología, pediatría, emergencia de adultos e infantil, en fin en todas las especialidades. Hace falta quien escuche atentamente al otro, no únicamente al paciente sino a su familiar que también sufre en la otra esquina del ring del boxeo de la ruda vida del venezolano. Imaginemos al psicólogo o pasante de psicología, esto ahora sería factible, viable, debido a la incorporación/creación de esta carrera en la facultad de Medicina ulandina, apoyando, reconfortando, animando, escuchando, entrevistando, investigando, en fin, auscultando y empoderando el alma de todos los que hacen vida en el hospital. No se trata del clásico servicio de psiquiatría que ya existe y que atiende a la población con problemas de salud mental, no. Se trata de un servicio a lo interno, un servicio psicológico intrahospitalario.  Ahora en lo inmediato, las autoridades del nosocomio ya están abocadas a resolver sus diversos problemas. Otro brazo social de apoyo puede ser la incorporación de estudiantes del área de la salud como auxiliares, reduciendo así la diáspora profesional a otros países.

Hospital y universidad. La universidad siempre ha sido una pieza clave del rompecabezas asistencial, no solo porque el Ihula sea una institución universitaria como reza su nombre de pila, sino porque todo lo que allí funciona obedece a la razón institucionalizada, sistemática. No puede improvisarse en esta materia, como por ejemplo lo que hace el gobierno al fundar sistemas de salud paralelos que van en detrimento de una buena atención médica integral. “Es importante destacar que además de la atención especializada de alta complejidad diagnóstica, terapéutica y de emergencia que se brinda en este centro de salud, en el IaHula se desarrolla la docencia de pregrado y postgrado e investigación de alto nivel académico”(Prensa OCI, 2019).

Gerencia hospitalaria. Lo que ha ocurrido recientemente en el Hula demuestra que sí se puede gerenciar la salud pese a las adversidades y a la oprobiosa política del gobierno nacional. El director del hospital, Dr. Ignacio Sandia, médico psiquiatra, señaló poco antes de las vacaciones ulandinas, los primeros días de agosto de 2019, en una entrevista del conocido periodista, Jorge Villet en su programa televisivo Buenos días, lo siguiente: A pesar de las serias dificultades del principal centro asistencial emeritense, la Organización Panamericana de la Salud y el propio Ministerio de Salud de Venezuela, afirma que el Iahula es el mejor Hospital del país, aunque hay problemas. 40% del personal se ha ido. Hay un déficit de unos 700 enfermeros.  En la anterior gestión el hospital estaba abandonado; el área de cirugía estuvo cerrada durante 5 años, había problemas con el agua, funcionaba un solo ascensor. En cambio hoy en día se restableció el servicio del agua de manera suficiente, se operan unos 500 `pacientes mensuales, hay varios ascensores funcionando, entre otras mejoras. Por otra parte, y no menos importante, el Dr. Ramón Guevara, gobernador emeritense, está muy involucrado en el mejoramiento de la primera institución de salud. Ciertamente se siente con total claridad su interés por los problemas de Mérida y su dedicación a pesar de los obstáculos que le impone el gobierno nacional y paralelo de la entidad. Recientemente,  gracias a la gestión de la gobernación merideña,  fueron aprobados 440 millones de Bs  para el instituto, aunque de seguro falta más financiamiento. Lo contrario ocurre de parte del Ministerio de Salud, que en 2018 sólo otorgó el 0,01% de presupuesto, señaló el director del hospital. Es la primera vez que se invierte el 29% del presupuesto en salud en 30 años pues solo llegaba a 3%., señaló el primer mandatario regional.  (Raquel Alarcón, Programa de tv Tam, La Escoba, 28 agosto, 2019).

Clima Organizacional. Indudablemente la salud es uno de los valores más importantes de la vida, sino el mayor. La divinidad nos auxilia en este propósito humano, demasiado humano de procurar estar siempre sano, con la ayuda ineludible de las personas. En Jeremías (33:6) se lee: “He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré”… En Juan (10:10), dice: …”yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Así como la voluntad divina es, en parte,  la salud y la vida de la gente, los especialistas de la salud siguen  luchan para lograr el éxito en esta materia. Salud a pesar de todo. Sorprende sobremanera entrar/visitar al Iahula y constatar el ritmo frenético por lo raudo y veloz en la resolución de la problemática patológica de los pacientes allí recluidos, aunque más destacable todavía, es la presencia por doquier de una maravillosa actitud social y ética de solidaridad y eficiencia en todos los niveles. La dinámica constante es la fuerte convicción de diligencia ante la enfermedad, no darle tregua. Hacer que todo parezca posible, posibilitar lo difícil considerado imposible, hacerlo realidad. Todo esto gracias al empeño de los familiares, amigos y hasta extraños que dan lo mejor de sí cuando más se necesita. Sí, es verdad, el venezolano es solidario y consecuente en muchas ocasiones. Lo interesante de resaltar de este hospital, no es exclusivamente  su aporte social a la salud pese a la crisis nacional, sino lo llamativo es el particular clima organizacional que allí impera. Además del típico frenético agite de un hospital, destaca el maravilloso ambiente de dedicación y eficiencia total a los pacientes, asimismo la ayuda para los pacientes de escasos recursos económicos. Y sobre todo brilla la hermosa actitud de  apremio y vocación de servicio de todos los profesionales, técnicos,  empleados, colaboradores y amigos del máximo centro de salud regional.  

Ramsés Uribe, profesor ULA

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