Su nombramiento como obispo es un reconocimiento a su entrega, su formación y su espíritu pastoral, marcando un nuevo capítulo en su misión evangelizadora. La comunidad arquidiocesana se une en oración por su ministerio, confiando en que guiará con sabiduría y humildad a la porción del Pueblo de Dios que le ha sido encomendada
La Iglesia en los Andes venezolanos se llena de gozo al recibir el anuncio del nombramiento episcopal del Padre Alexander Rivera Vielma como obispo de la Diócesis de San Carlos de Cojedes.
El padre Alexander Vielma es hijo de esta noble tierra merideña, sacerdote entregado, pastor cercano y hombre profundamente formado en la fe y en el amor a la Iglesia.
Con emoción y gratitud, la comunidad arquidiocesana contempla cómo uno de sus hijos es llamado a un nuevo servicio dentro del episcopado, signo de continuidad en la misión evangelizadora confiada por Cristo.
En rueda de prensa realizada en la sede episcopal de Mérida, Monseñor Helizandro Terán, Arzobispo Metropolitano, expresó la mezcla de emociones que le embargaban ante esta importante noticia. Con gratitud, reconoció el paso que da uno de sus más cercanos colaboradores y destacó su valía:
«Me siento feliz porque el padre Alexander se convierte ahora en mi hermano en el episcopado y porque asume el pastoreo de la querida Iglesia de San Carlos», expresó Monseñor Terán.
Sin embargo, añadió con sinceridad: «También hay tristeza, porque se nos va un gran sacerdote, una figura de referencia dentro del clero merideño. Su testimonio, su respeto y su coherencia lo han hecho destacar entre nosotros. A la Iglesia de San Carlos le decimos con certeza: le enviamos a un gran sacerdote, un pastor entregado, un hermano fiel».
Por su parte, el padre Alexander Rivera Vielma compartió su vivencia personal desde el momento en que recibió la llamada del nuncio apostólico, monseñor Alberto Ortega:
«He estado en paz desde entonces. Claro que los pensamientos han sido muchos. Este anuncio me llevó a mirar hacia atrás, a recorrer nuevamente mi historia vocacional, a recordar los frutos del ministerio en tantas comunidades, y también a reconocer debilidades y errores. Me pregunté muchas veces: ¿Por qué yo? ¿Por qué Dios se ha fijado en mí?».
Aunque admitió conocer poco sobre San Carlos de Cojedes—«solo la vía principal, de pasada»—, manifestó su total disposición a abrazar su nueva misión pastoral.
«Agradezco profundamente al Santo Padre, al nuncio, a quienes me formaron, al clero de esta arquidiócesis con el que compartí como rector del seminario y a tantos hermanos que han acompañado mi caminar».
El nuevo obispo de San Carlos también tuvo también palabras de especial afecto hacia monseñor Terán, a quien definió como un pastor inteligente y profundamente humano.
Reconoció la importancia de que tanto el obispo como el presbítero «se configuren con Cristo, no solo en el ministerio externo, sino en sus pensamientos, emociones y decisiones», inspirándose en las palabras de San Pablo: «Nosotros tenemos la mente de Cristo» (1 Co 2,16).
Con humildad, concluyó su intervención mencionando un consejo recibido del nuncio:
«Dedícate a orar. Reza mucho. Es un consejo sabio. Porque el que ha de consolar necesita estar rebosante de paz (…) y esa paz solo viene de estar unido al Señor».
Imposición del solideo y el pectoral
En un acto cargado de significado espiritual y comunión eclesial, celebrado en el Salón del Trono del Palacio Arzobispal de Mérida, Monseñor Helizandro Terán impuso al padre Alexander el solideo púrpura y el pectoral episcopal, signos distintivos del ministerio al que ha sido llamado por la Iglesia.
La imposición del solideo, pequeño casquete de color púrpura, representa la consagración del pensamiento y la mente del obispo a Dios, así como su comunión con el Papa y con el colegio episcopal.
Por su parte, el pectoral, cruz que se lleva sobre el pecho, simboliza el corazón del pastor unido al Corazón de Cristo, recordándole que debe llevar sobre sí las preocupaciones y esperanzas del pueblo que le será confiado.
Este gesto litúrgico, aunque sencillo, marcó un momento trascendental en la vida del nuevo obispo electo, quien recibió los signos con humildad, recogimiento y una profunda actitud de servicio.
Un sacerdote ejemplar
El padre Alexander Rivera Vielma, nacido en Mérida el 6 de marzo de 1974, se ha caracterizado por su amor a la oración, su pasión por la formación, su sensibilidad pastoral y su capacidad de escucha.
Licenciado en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, ha servido a la Arquidiócesis de Mérida en múltiples responsabilidades: párroco en diversas comunidades, juez del Tribunal Eclesiástico, vicario general, formador y rector del seminario, asesor vocacional y miembro de distintos consejos pastorales y administrativos.
Su espiritualidad ha estado marcada por la sencillez, la fortaleza y el amor al trabajo; lo ha hecho cercano a todos, desde el seminarista que busca guía hasta el fiel que acude con esperanza.
Su testimonio sacerdotal ha sido fuente de inspiración para muchos, y su elección como obispo es un reconocimiento a una vida entregada sin reservas al servicio del Reino de Dios.
En los próximos días, se darán a conocer la fecha y el lugar de su ordenación episcopal. Mientras tanto, la Iglesia merideña ora con alegría y esperanza por el ministerio episcopal que el padre Alexander comenzará, seguros de que continuará guiando con sabiduría, humildad y firmeza a la porción del Pueblo de Dios que le será confiada.
Prensa Arquidiócesis de Mérida/Imagen principal de Euro Lobo
27-05-2025