Por la calle real: Miedo al pueblo

Por: Fortunato González Cruz…

El componente fundamental  de la crisis política venezolana es el secuestro de la soberanía  del pueblo, que si bien se manifestó de manera grotesca el pasado 20 de octubre, tiene expresiones particulares tan inconstitucionales e ilegales como esta.

Las universidades autónomas no han podido elegir sus autoridades porque unas decisiones de la Sala Electoral lo impiden ya desde hace tiempo.  Mediante la manipulación fraudulenta de  las disposiciones constitucionales y legales se viola el derecho electoral del Claustro a elegir rectores, vicerrectores, secretarios, consejeros y decanos. Algunas universidades experimentales habían logrado el ejercicio democrático de elegir sus autoridades y todas regresaron a la imposición por el poder central. Tampoco se han podido realizar elecciones en los colegios profesionales ni en cientos de gremios y sindicatos por la misma razón. Fue arrebatada la elección popular de las Juntas Parroquiales, de las asociaciones de vecinos y de otras formas asociativas de la sociedad civil.

Las disposiciones gubernamentales que impiden las manifestaciones y protestas en radios cercanos a las sedes del Poder Ejecutivo Nacional y de las gobernaciones estadales son otras violaciones graves de los derechos políticos del pueblo, como las amenazas contra los medios de comunicación que tengan líneas editoriales críticas del gobierno y le den difusión a opiniones de la oposición. De allí que cientos de radios y algunas televisoras se van por el atajo irresponsable de solo música y novelas, o se transforman en voceros oficiales.

Por supuesto que lo más grave ha sido impedir el ejercicio del derecho a revocar a los gobernantes que es esencial a lo que se ha denominado la democracia participativa, como también la prórroga del período de los gobernadores y legisladores estadales que menoscaba el derecho del pueblo a elegirlos.

La manifestación más numerosa y contundente de los  merideños del pasado miércoles 26 no pudo acceder a los espacios de la plaza Bolívar, sino que fue obligada a un rodeo y aun así atacada con saña salvaje con gases, perdigones y balas por esa mezcla de uniformados y encapuchados que pone en evidencia la insólita  alianza entre fuerzas del orden y delincuencia.

Todo ello evidencia el miedo al pueblo,  a quien se pretende dominar con represión y dádivas, con absoluto irrespeto a su dignidad y a sus derechos fundamentales. Sin pueblo no hay gobierno democrático que se sostenga, ni tiranía que no tenga que apelar a la brutalidad en sus intentos de prolongar su agonía.Como dicen los rectores de la Tertulia de los Martes, “Ahora, como nunca, el cerebro, los oídos y los ojos de la dirigencia democráticadeben afinar su capacidad para escuchar, ver y entender correctamente las manifestaciones quenacen en las profundidades de nuestra sociedad. Y por sobre todas las cosas, la dirigencia tiene quedirigir.”