El presente escrito está centrado en el Jubileo del Mundo de la Comunicación a efectuarse durante este mes de enero 2025, pero especialmente del 24 al 26 con una serie de actividades litúrgicas y afines al campo de la comunicación, dirigidas por distintos ponentes, enmarcadas en el quehacer de quienes se han instruido en dicha labor, y, desde luego, expuestas desde la ciudad del Vaticano.

Este año jubilar inaugurado el 24-12-24, ha sido llamado por el Papa Francisco, peregrinos de la esperanza. Este epílogo, lo antes aludido, inspiran la síntesis aquí propuesta: la comunicación y la esperanza, actúan simultáneamente. La savia vital de la esperanza circula con fuerza por la comunicación. En ésta la conservamos. De los que en ella se ejercitan, (hay profesionales de la comunicación verbal, escrita, textual, etc.), emerge de su faena la contextura de un mensaje que informa y cuya eficacia singular no abandona a la conciencia del receptor en un vago alarmismo, sino que le ofrece instrucción precisa y diáfana de cómo entender en serio los sucesos del día a día, concretando en ello este objetivo: lo que mucho se valora con exactitud, mucho se recuerda (cf. Aperribay, Bernardo, 1945, 83).

De tal modo, los comunicadores en su trabajo, receptores y retransmisores de esperanza, actuando al ritmo de tal objetivo, demuestran un profundo sentido de la escucha, porque, por sí solos les es complicado conocer todas las cosas actuales y posibles; además, porque escuchando y escuchándose en confianza, el comunicador, a través de los medios, conoce y comunica cuanto conoce con certeza.

Así, la comunicación y la esperanza actúan simultáneamente, pues, incluso al decir mucho en poco, lo poco también es suficiente para contribuir a la motivación y conservación del aliento cuando su savia vital pareciera interrumpirse frente a los avatares del mundo y de las diversas sociedades; sin embargo, en tales momentáneas interrupciones del influjo de tal savia vital, la pericia del comunicador procure volver la mirada especulativa y reflexiva a la vez a la Biblia y pregunten: ¿de dónde se saca con más tino la sinceridad y el aliento de una comunicación saludable, balanceada, y aunque fatigosa en variadas situaciones conflictivas, iluminadora y restablecedora de esperanza?

Amparados en las sabias enseñanzas consignadas en el Libro de los libros, leído y meditado no sólo en perentorias ocasiones, su lectura contribuye a saber precisarle oportunas soluciones incluso a intrincadas cuestiones surgidas a raíz de complicados acontecimientos. En efecto, observamos en el libro de los Proverbios, «el corazón del prudente adquiere conocimiento, y el oído del sabio busca el conocimiento» (18, 15).

Bibliografía:

Aperribay, Bernardo, «Introducción general», Obras de San Buenaventura. Tomo II, BAC, Madrid, 1945.

12-01-2025

Pbro. Dr. Horacio R. Carrero C.

horaraf1976@gmail.com