La crónica menor: De la crisis a la unidad espiritual

Cardenal Baltazar Porras

Por: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo…

El reciente documento de la Conferencia Episcopal es una clarinada, una llamada de atención, para que pasemos de la realidad irreal a la Venezuela posible. Admitir la profundidad de la crisis global que vivimos es apostar por la búsqueda un proyecto “común”: las oligarquías conservadoras o liberales, las dictaduras o el socialismo del siglo XXI, han sido y son, siempre, la imposición de una visión parcial con pretensiones de representar y de imponer un proyecto único. De allí que han concluido en rotundos fracasos.

La experiencia democrática, el paréntesis de 40 años vividos en el siglo pasado, fue exitoso mientras hubo la concertación de partidos e instituciones. La vorágine de la riqueza fácil petrolera despertó los demonios que en lugar de traer felicidad e igualdad, abrieron los caminos a la corrupción, a la injusticia y a la pobreza.

Retomar el camino del diálogo sincero, aceptarnos todos como sujetos activos de la Venezuela que soñamos, ceder a toda postura excluyente, y aprovechar las potencialidades existentes, naturales y humanas, es la vía para superar el terrible bache que nos tiene sumidos en el atraso y la parálisis, tanto en lo económico y social como en lo ético.

Es moralmente inaceptable, es un pecado que clama al cielo poner obstáculos o negar la participación de todos en la construcción del bien común. Nadie se puede erigir en el portavoz del pueblo, ellos mismos tienen voz y protagonismo. La oportunidad está en nuestras manos y en la sensatez de la dirigencia.

Es impostergable cambiar de rumbo. Rectificar es de humanos y es el único camino para la felicidad de todos, comenzando por los más débiles. “La grave crisis que confrontamos en Venezuela revela una situación aún más profunda: una crisis moral, de valores, actitudes, motivaciones y conductas, que es preciso corregir. Tenemos que superar actitudes como el afán de riqueza fácil y la corrupción, la soberbia política, la prepotencia y el ansia del poder, el egoísmo, la pereza, el odio y la violencia. Y hemos de rescatar los principios de legalidad, legitimidad y moralidad que sustentan el entramado de la convivencia social. Estamos convencidos de que es posible una Patria en la que impere la democracia, con instituciones eficaces y saludables, donde cada persona y la sociedad entera puedan desarrollar sus iniciativas, superarse y comprometerse con la promoción del bien común”.

Invitamos a nuestros amables lectores a leer la exhortación pastoral del episcopado, analizarla, comentarla y sacar conclusiones. Lo que buscamos y deseamos es el bien de todos los venezolanos.