Por Cardenal Baltazar Porras Cardozo…
Hoy, cuatro de junio, ha sido un día muy particular, gracias a unos buenos amigos que me pidieron bendecir el nuevo avión de la línea Plus Ultra que lleva el nombre de Virgen del Valle, en la Terminal 1 del aeropuerto Adolfo Suárez en Madrid-Barajas. Bajamos a la pista minutos antes de los pasajeros ingresaran al avión y junto con los directivos, el personal de tierra y el pleno de la tripulación, nos saludamos y tomamos las fotos de rigor. Subimos todos al avión y el Presidente de la línea aérea dirigió unas palabras y me obsequió una réplica del avión con una placa conmemorativa de la efemérides que reposará en el Museo Arquidiocesano de Mérida como un recuerdo singular digno de admiración por quienes apuestan desde la otra orilla del Atlántico por servir a Venezuela. Emotivo el momento de la oración y bendición del aeroplano, compartida por la tripulación y el personal de tierra.
Momento grato, también, el haber podido compartir con el Padre Gaspere Salerno el privilegio de estar en la cabina de mandos para contemplar el despegue sobre Madrid y su entorno rumbo a Cáceres, Lisboa, entre las Azores y Madeira en medio del océano rumbo al mar Caribe. Con la curiosidad y emoción de unos adolescentes, disfrutamos de los intríngulis y maniobras en la que se juntan la pericia humana y la tecnología para elevar estos inmensos aparatos con la misma elegancia y facilidad de los pájaros que vemos retozar en medio de los techos y árboles de nuestras ciudades.
Parte del pasaje, enterados de que éramos compañeros de vuelo, nos sugirieron dar una vuelta por las cabinas para saludar, compartir y bendecir a los pasajeros que nos tendían la mano y nos llamaban con una sonrisa en sus rostros. Junto a ellos, el drama compartido, de volver a la realidad lacerante que vive Venezuela, con coraje, esperanza y lágrimas fecundas, con la voluntad de luchar por un país libre en paz y fraterno.
Como un suave y aromático bálsamo, la fina atención de las azafatas y los sobrecargos, pusieron un toque de finura que aseda los espíritus y proporciona esa paz que tanto necesitamos. Somos viajeros y peregrinos en la vida. Ir de allá para acá exige tener rumbo cierto y seguro, y una meta que nos trasciende. Ha sido para mí un viaje de meditación y sosiego, que agradezco en la cercanía de tanta gente que busca a ese Dios desconocido pero que no nos abandona, sino que nos tiende su mano de misericordia y perdón. Plus Ultra, quiere decir más allá, más arriba, hacia los cielos como decían los peregrinos que llegaban al Pórtico de la Gloria en Santiago de Compostela, “ultreya”; y más abajo hacia la tierra que tenemos el reto de hacerla más humana y fraterna.
26.- 4-6-19 (2725)