La crónica menor: George Orwell

Cardenal Baltazar Porras

Por: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo

Hay personajes casi míticos porque su vida de andariegos, en medio de guerras y conflictos, los presenta como seres bajo la lupa de los servicios secretos de diversos países. Erich Blair, verdadero nombre de este espía británico nacido en la India colonial, izquierdista y antiimperialista, escribió en 1934 “los días de Birmania” donde narra sus primeras experiencias como policía. Participó como reportero en la guerra civil Española, simpatizante de los republicanos, aunque estuvo a punto de perder la vida a manos de los servicios secretos rusos. Aprendió la lección, estudió más a fondo sus simpatías políticas y cambió de bando.

No era sólo aventurero y espía. Con buena formación y excelente observador, sus múltiples experiencias lo llevaron a escribir su obra más conocida “1984”. Allí deja plasmada su clara visión, casi una profecía, de su preocupación por la permanencia de la democracia. Esta desaparecería en el año que sirve de título a la novela, publicada en 1949. Se establecería en el mundo el socialismo, con lo que desaparecerían los logros alcanzados por las democracias desde la revolución francesa.

Uno de los postulados básicos del socialismo es el de la manipulación del lenguaje. Lobo con piel de oveja, los regímenes socialistas manejan para la galería la antítesis de lo que implantan. Usan un lenguaje de paz y concordia, mientras instauran todo bajo la guerra. Es lo que conocemos muy de cerca, como una “revolución pacífica pero armada”. Este fue el postulado de los regímenes comunistas durante los años de la guerra fría. Más cerca de nosotros las revoluciones cubana y sandinista.

En segundo lugar, la miseria es la justicia de los pobres. Hasta ahora ningún régimen socialista-comunista ha sido exitoso en producir bienestar para todos. Hay que nivelar pero por debajo. El imperio soviético y los países de la cortina de hierro, estuvieron sumidos en una pobreza que fue, en buena parte, la razón de su descalabro. No es de extrañar, por tanto, que connotados corifeos del régimen afirmen que no conviene que los pobres asciendan a clase media. Hay que mantenerlos sometidos a un régimen de dádivas y dependencia del Estado.

Recordemos la máxima de Thomas Jefferson: “el mejor y auténtico patriota es el disidente”. La libertad es virtud indispensable para el equilibrio de los poderes y para el progreso y la creatividad. El Papa Francisco nos dice que su sueño vuela más alto: “que todos tengan prosperidad sin exceptuar bien alguno. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida”.
26.- 11-5-14 (2738)