La destrucción del conocimiento en revolución

Por: Germán Rodríguez Bustamante… 

La riqueza y el crecimiento económico de un país se explican en parte por sus capacidades para generar investigación, crear conocimiento, apropiarse de él y convertirlo en nuevas tecnologías. Hoy en día el acceso y la disponibilidad de información y conocimiento no son un problema. Sin embargo, observamos Naciones que utilizan los conocimientos existentes de una manera más productiva que otras. Las grandes transformaciones que caracterizan al mundo actual responden, en gran medida, a los avances experimentados por el desarrollo de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos, a su rápida incorporación en variados ámbitos de la sociedad y a las posibilidades de difusión. El desarrollo nacional incorpora la ciencia, la tecnología y la innovación como un eje central que permitirá resolver los problemas nacionales, mejorar las condiciones de vida de la población, incrementar la capacidad de producción con valor agregado y tener un mejor conocimiento de nuestro entorno para garantizar sostenibilidad ambiental y cultural.

En Venezuela, en estos años desdichados de revolución, con intención y desprecio se ha gestado un proceso de destrucción institucional que ha socavado las capacidades de crear conocimiento y en consecuencia contar con un nivel tecnológico propio. Las universidades autónomas cercadas financieramente languidecen lentamente, hasta su apagón general. Las insuficiencias son notables, tanto en infraestructura como dotación de insumos reactivos y material didáctico, restricciones que afectan la calidad investigativa. Los robos, desmantelamientos de equipos y destrucción de la infraestructura por la ausencia de mantenimientos preventivos, colocan a las instituciones universitarias en una situación de letargo colectivo. Los cepos colocados derivaron en daños irreversibles. Es muy difícil que la institución pueda sobrevivir al cataclismo gestado por la revolución. Para guinda del pastel, la pandemia ha servido como excusa para terminar de sepultar a las universidades, los recintos lucen abandonados, enmontados y totalmente silentes. Los bulliciosos salones, pasillos y cafetines fueron convertidos en lugares lúgubres a merced del hampa, ya que ni vigilantes hay.          

El sector privado no escapo a la destrucción programada, la toma generalizada de empresas e iniciativas productivas eliminaron las capacidades operativas afectando los niveles de abastecimiento de todos los segmentos intervenidos. Los sectores productivos incorporados a la estructura de gestión pública, fueron transformados en entes burocráticos incapaces de fomentar una cultura de innovación, en consecuencia, el capital intelectual se desaprovechó, imposibilitando las mejoras de procesos, productos y servicios. En este marco se produjo una devastación del tejido productivo, convirtiéndolo en anacrónico, poco competitivo y condenado a corto plazo a ser una chatarra. La industria petrolera fue arropada por la estrategia destructiva, las comisiones de reestructuración aceleraron el proceso demoledor, llegando en este momento al descuartizamiento de equipos, para venderlos y producir algo de flujo de caja. Una empresa creada para extraer, procesar y comercializar petrolero y sus derivados transformada en una gestora de chatarra.        

Políticas primitivas de controles han producido la ruina gradual de las empresas, castrando la capacidad innovadora y de emprendimiento de los venezolanos. Las alucinaciones experimentadas por los integrantes del gabinete económico de Maduro rayan en lo ridículo.  La pobreza es el resultado de un marco institucional débil que margina a los grupos vulnerables. Debilidades referidas a: derechos de los trabajadores, avances insuficientes en la creación de instituciones del mercado de trabajo sólidas, existencia de entornos inadecuados para el desarrollo de empresas y la presencia de mecanismos de gobernanza ineficaces y corruptos. Para que el crecimiento económico facilite la reducción de la pobreza, debe tener una base amplia y evitar descuidar a los sectores rezagados. Es necesario aumentar la productividad de los pequeños agricultores independientes, implementando intervenciones centradas en la investigación y el desarrollo, el suministro de insumos agrícolas y en mejorar el acceso a servicios crediticios, redes de transporte y mercados. De igual manera, es importante el apoyo a la transición hacia la economía formal, los acuerdos de empleos formales es una condición imprescindible para acabar con la pobreza, así como, estimular la creación de empresas sostenibles, para mejorar la base imponible que permitirá financiar programas.

En este momento nuestro querido país se encuentra en una profunda depresión, en el foso, en las profundidades más oscuras, sin posibilidades de salir ileso los ciudadanos de ese trance. Las soluciones instrumentadas carecen de fundamentación económica, social y política, con lo cual profundizarán la crisis afectando la calidad de vida de los venezolanos en su gran mayoría. Quedará una élite protegida por el manto del poder, calaña política que se niega a entregarlo a pesar de los fenómenos sociales en desarrollo y el desastre de su gestión.

Es inaceptable que un país con recursos humanos y económicos disponibles no haya podido importar la tecnología requerida para construir una propuesta de desarrollo, centrada en nuestra industria petrolera y agregar valor a lo largo y ancho de su estructura. Ofrecieron el socialismo del siglo XXI como modelo para generar la mayor suma de felicidad posible para el pueblo; en la práctica ha producido la mayor frustración posible y la visión más prehistórica del desarrollo.

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