En las postrimerías del año 2023 se analiza, en una primera aproximación, el desempeño de la economía venezolana a lo largo del año que casi termina, se contrasta este resultado con el discurrir de lo económico venezolano en tiempos recientes y, por último, se especula acerca del desempeño de la economía nacional para el año 2024.
Según lo revela el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE), construido y monitoreado por el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), a lo largo de los nueve primeros meses del año 2023, la economía venezolana vio perder dinamismo respecto a la actividad económica alcanzada en los tres primeros trimestres del año 2022. A lo largo de los dos primeros trimestres del año 2023, la actividad económica venezolana decreció en comparación con lo alcanzado en el mismo período previo. Solo en el tercer trimestre (julio-septiembre 2023) esta tendencia se revierte y la economía crece 2,4% en comparación con el mismo período del año anterior. En otras palabras, en el tercer trimestre del año 2023 la economía venezolana se salió de la recesión que venía enfrentando en los seis primeros meses del año que casi termina. Se espera que para el último trimestre la actividad económica continúe mejorando como resultado, entre otras cosas, de una flexibilización de las sanciones unilaterales impuestas a la actividad petrolera nacional por el Estado estadounidense. Situación esta que va en provecho de la actividad petrolera y de un mayor gasto fiscal, así como de una intervención más marcada de la autoridad monetaria en el mercado cambiario en procura de reducir la presión sobre el tipo de cambio.
La salida de la recesión acontecida en el tercer trimestre dela año 2023 hace más probable que se alcance la previsión hecha en septiembre del 2023 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), quien proyectó que el crecimiento de la economía venezolana iba a rondar el 3,2 %. Para la CEPAL, este crecimiento sería viable ante un nuevo aumento en la producción de crudo, una re activación vinculada con la actividad de los servicios y manufactura (como la agroindustria y la industria farmacéutica) y, a un aumento de las remesas. Pero para otros analistas, como los miembros del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB), el crecimiento de la economía venezolana no llegará más allá del 1,4%.
Lamentablemente, esta posible recuperación de la actividad económica se ha visto apocada por un fuerte proceso inflacionario. Ya para noviembre de este año, según datos del OVF, la inflación acumulada hasta el onceavo mes del año rondaba el 181,6% y, la anualizada al mismo mes alcanzaba el 286%. Cifras que dejan en evidencia el sostenido deterioro del poder adquisitivo de la población venezolana, lo cual se traduce en una menor demanda agregada y, por ende, en menor crecimiento. En estos momentos la canasta alimentaria se encuentra, según el OVF, alrededor de 387 dólares estadounidenses, un monto que contrasta significativamente con los 210 dólares que era el valor de la misma en noviembre 2020 o, con los 368 dólares de enero 2023. Vale la pena agregar, que la menguada recuperación de los ingresos petroleros ante un acelerado proceso inflacionario ha traído como consecuencia que el gasto público real se haya recuperado de manera insuficiente para hacer frente a las demandas de bienes públicos que hace la sociedad venezolana y que se encuentran en decadencia deshace ya un buen tiempo.
Lo antes expuesto da cuenta de una economía que para el año 2023 se encuentra sumida en una situación de bajo crecimiento y muy alta inflación, es decir, en estanflación.
En buena medida esta circunstancia, tal y como lo afirma el IIES-UCAB, se da en el marco de un limitado flujo de recursos externos, una dirección macroeconómica inconsistente y poco efectiva y sostenible, la deficiente infraestructura de servicios públicos, el deterioro físico de la industria de los hidrocarburos, el menor nivel que en promedio han mostrado los precios internacionales del crudo y, un sector productivo sometido a limitaciones severas. Restricciones entre las que destaca una política tributaria que desestimula inversión y una política monetaria que aún alimenta las expectativas inflacionarias.
A lo anterior habría que agregar que las remuneraciones recibidas por el gran contingente de empleados de la Administración Pública resulta insuficiente para crear condiciones que permitan igualar la demanda y la oferta agregada de bienes nacionales. Dando lugar con ello a importantes desequilibrios en el mercado laboral venezolano. Y traduciéndose en menor productividad del trabajo.
Este balance lleva a cuestionarnos acerca de en qué punto de la crisis económica nos encontramos y, hacia dónde podría apuntar el desempeño de la economía venezolana en el año 2024. Estas inquietudes serán abordadas en próximas entregas.
Econ. Albio Márquez
Director del IIES-FACES-ULA
16-12-2023