La educación, el educador y la lucha contra la corrupción

En Venezuela, el 15 de enero se celebra el Día del Maestro, según decreto emanado por la administración de Isaías Medina Angarita en 1932 como reconocimiento a la organización de las y los maestros en plena dictadura para alcanzar la dignificación de su profesión que incluía tanto sus derechos laborales como el mejoramiento de la educación en el país.

Han pasado 89 años y avances en la materia se han visibilizado. Sin embargo, la Crisis Humanitaria Compleja que atraviesa Venezuela, también ha surtido efecto en la educación y sus principales garantes, donde la corrupción es una de las aristas preponderantes.

La corrupción a nivel del sistema educativo, se puede manifestar de diversas formas que van desde la selección de personal no capacitado y/o nepotismo pasando por el absentismo docente, hasta la emisión de títulos falsos sin contar situaciones cotidianas como la “desaparición” de materiales escolares, mobiliario, entre otras. Se podría aseverar que los sistemas de transparencia y rendición de cuentas en las instituciones educativas no son prácticas comunes, pero cuyo ejercicio coadyuvaría a minimizar los riesgos de corrupción.

No se trata de señalar ni buscar culpables, ya que la corrupción es un fenómeno que lamentablemente está tan arraigado y presente que se ha naturalizado. Ello incide en la poca observancia y denuncia ante hechos de esta índole.

En este sentido, el rol del educador es fundamental. Para garantizar un adecuado manejo de lo que significa la corrupción, sus modalidades, riesgos de incidencia, sistema jurídico anticorrupción, rendición de cuentas, transparencia así como las estrategias pedagógicas para formar en su prevención, el docente requiere no sólo de capacitación sobre el tema sino también de la incorporación de la temática como principio rector de una política educativa nacional.

Transparencia Internacional (2013) afirma que “la corrupción en la educación resulta particularmente perniciosa, en tanto normaliza y favorece la aceptación social de la corrupción en las edades más tempranas. Dado que los jóvenes normalmente no pueden cuestionar las pautas que prevalecen en el aula, podrían internalizar una perspectiva corrupta acerca de qué significa tener éxito, y luego trasladar estos valores a la sociedad”.

Por tanto recomienda:

  • Comprender “el rol y el valor social de la escuela [donde] el docente debe ser el eje de la política educativa y las acciones contra la corrupción”. “La corrupción en la educación (…) es un obstáculo que se interpone al ejercicio efectivo del derecho humano a la educación”
  • Liderazgo y voluntad política. Líderes honestos y políticas anticorrupción en el sector educativo encuadradas en un enfoque que asigne prioridad al reconocimiento de derechos, tomando en cuenta las obligaciones asumidas en virtud de normas internacionales y regionales de derechos humanos.
  • Transparencia, es decir, sistemas de acceso a la información del sector educativo en todos los niveles sobre la gestión en sentido amplio y bajo formatos sencillos para promover la comprensión de los mismos.
  • Rendición de cuentas, lo cual implica dar a conocer las normas y procedimientos así como garantizar mecanismos de control en caso de incumplimiento. También, códigos de conducta consensuados y participación tanto de padres/madres/representantes como de la sociedad civil a fin de “incentivar prácticas contra la corrupción y mejorar el prestigio y la calidad de la enseñanza”

“La educación es el arma más poderosa que puedes utilizar para cambiar el mundo” Nelson Mandela

Nota de prensa de la Coalición Anticorrupción Mérida.

17-01-2021