La inteligencia artificial a la luz de Cristo

En este último artículo sobre la búsqueda de la verdadera imagen de Cristo en el ámbito digital propongo el título: La IA a la luz de Cristo.

Por supuesto, resultan adecuados estos esclarecimientos:

  1. La inteligencia humana abre el hombre a todo.
  2. La IA no es una derogación de la IH.
  3. La IA no actúa respecto de sí misma desde la perspectiva de su propia realidad.

Cuando afirmo, la IA a la luz de Cristo, subrayo: en el espíritu humano hay una presencia más radical o más plenaria de la persona de Cristo que en los artefactos digitales o electrónicos.

Ciertamente, para la comprensión de la identidad de Cristo el hombre también ha contado con la acción de incorporarla estricta y formalmente en el curso del avance tecnológico.

Quiero decir: en cierto modo y por voluntad propia Cristo se manifiesta más de lo que la IA exige por sí misma que en ella se manifieste (cf. Zubiri, Xavier, 1999, 68).

Por eso, la artificialidad, —lo artificial en cuanto producto de la IH—, es un medio en el que la presencia de Cristo resulta inevitablemente patente.

Es un medio por el que la realidad crística autorizadamente también despeja su virtud donante a la humanidad.

Esta “virtud donante” reflejada en la IA indica que la iniciativa libre está en Cristo, porque si ella fuese producto del hombre con la IA, fuese sólo una fijación virtual, algorítmica, de redes neuronales avanzadas, únicamente a disposición de su gusto.

En realidad, tal virtud en la IA no es un dictado al hombre por parte de ésta, ni siquiera él la ejerce de tal manera. Si así fuese todo lo relacionado a Jesús estaría reducido a una especie de código.

Al contrario, todo lo relacionado a Él, puntualmente su enseñanza, recopilada en el Evangelio, está orientada a quien, parafraseando a Zubiri, tiene la capacidad de escucharla (1999, 68-69), esto es, «a quien “convive” esa palabra en una voz suya, en la voz de la conciencia» (Zubiri, Xavier, 1999, 69).

Sin duda, Cristo en la IA no define otro tipo de revelación, sino la que le es propia e inicial.

Por ende, las reflexiones sobre Él, los videos, los libros, las distintas historias ilustradas en YouTube, Instagram, u otras plataformas, no son una definición “de” la IA, sino hechas “por” ésta, porque verdaderamente son una definición “de” Cristo, Hijo de Dios vivo.

Referencias:

Zubiri, X. (1999). El problema teologal del hombre: cristianismo. Alianza Editorial.

15-05-25

Pbro. Dr. Horacio R. Carrero C.

horaraf1976@gmail.com