La libertad en cuarentena

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

Libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad. También es el estado o la condición en que se encuentra un individuo que no está en situación de prisionero, coaccionado o sometido a lo que le ordene otra persona. El coronavirus ha afectado seriamente este estado de autonomía, la posibilidad de contagio genera temor y hay que ser responsable para ejercer ese valor supremo.  

Aristóteles, señalo que: “el que ha superado sus miedos será verdaderamente libre”, en el marco de la cuarentena presente tiene toda la razón. Tenemos que superar los miedos. Estamos asustados por un enemigo invisible, agresivo y tristemente mortal. La vida se nos trastocó en todos sus detalles. Lo excepcional se nos irá volviendo normal y viceversa, y lo impensado se va a hacer cotidiano.

Los ciudadanos nos vemos confinados en nuestras casas sin poder movernos libremente, los gobiernos declaran estados de emergencia sin debate previo. Naciones que antes exigían enormes garantías de privacidad a las plataformas digitales, ahora se plantean la vigilancia ciudadana mediante la tecnología. La pandemia ha provocado una respuesta sin precedentes por su carácter global, para tratar de contener una crisis que no es solo sanitaria, sino también económica y social. Al mismo tiempo, se han prendido alarmas de las organizaciones que cuidan el respeto de las libertades, especialmente la de expresión, y que ven cómo, en pro de la protección ciudadana, se están limitando derechos que pueden llegar a ser difíciles de restaurar.

La salud humana no depende exclusivamente del acceso inmediato a atención médica. También depende del acceso a información precisa sobre la naturaleza de las amenazas y sobre los medios para protegerse a uno mismo, a nuestra familia, y a nuestra comunidad. En el caso venezolano la censura estatal y la desinformación deliberada, produce impacto en el derecho a una información transparente y noticias fiables.

Un régimen cercado por todos lados, la pandemia le cayó como anillo al dedo. En el relato oficial se trata de salvar vidas, y el precio a pagar va a ser una renuncia colectiva a las libertades. En este marco de dualidad institucional los ciudadanos, impotentes, confiamos en que nuestros líderes tomen las decisiones más sabias y hallen una solución. Sin embargo, la inhabilidad demostrada por los factores políticos en diatriba, genera profundas incertidumbres, situación que agrava mucho más nuestro futuro. No es únicamente el riesgo del coronavirus, sino también lo es, la incapacidad de los actores políticos para buscar una solución concertada. Lo cierto es que, de acuerdo a la ONU, Venezuela es una de las Naciones más vulnerable ante un contagio masivo por el coronavirus, derivado de una estructura hospitalaria maltrecha, sin servicios públicos, combustible y falta de personal y equipos especializados de protección y contención. Mas allá de las cifras hasta el momento de acuerdo a la información producida por el régimen, las medidas han dado resultado.

El régimen impone la cuarentena por la fuerza y, en algunos casos a través de indiscriminados operativos tipo comando, que violan los principios del uso proporcional, progresivo y diferenciado de la fuerza pública. Es absolutamente miserable ante la pandemia, se trate de sacar provecho de la situación de emergencia. Aplicándola para el uso proselitista de los recursos del Estado, pocos o muchos, que se destinan para afrontar el COVID-19. Se especula con toda naturalidad con la emisión de salvoconductos o “pasaportes de inmunidad”, que son manejados de forma discrecional, sin atender las verdaderas necesidades de la gente, en el caso específico del suministro de gasolina la situación es escandalosa.

Lo importante, junto con acatar las disposiciones que se nos imponen, es asegurarse de que sean las mínimas y necesarias, compatibles con la garantía de salud, pero también con la no menos importante supervivencia material, y que ellas sean íntegramente restauradas tan rápido como las circunstancias lo permitan. No podemos consentir que estas circunstancias nos hagan renunciar a derechos adquiridos, los avances conquistados en materia de derechos humanos no pueden retroceder.

Los voceros del régimen apelan como lo han hecho históricamente al miedo, para apagar el pensamiento crítico, informado y basado en datos objetivos verificables. Debemos exigir que la conducción de la crisis sanitaria pasé a manos de expertos en salud pública y epidemiología, basada en consideraciones científicas. Renunciando a complacer las demandas, a veces irracionales, de la población. Los emisarios políticos del régimen son poco creíbles, ineptos y profundamente corruptos con los cual los datos suministrados elevan la incertidumbre, mintiendo y manoseándolos.

La pandemia nos ha quitado un trocito de libertad, debemos ejercer la que nos queda con sensatez. En nuestras manos está. Quédate en tu casa, pero jamás resignado a reclamar por la salida urgente de este grupo de delincuentes, que acabo con la esperanza de todo un pueblo.  

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