La oposición en la encrucijada

Por Germán Rodríguez Bustamante

En el panorama electoral actual, pareciera que el régimen que encabeza Maduro mantiene su base histórica, indudablemente muy por debajo del techo alcanzado en el pasado. Por otro lado, la oposición luce debilitada y desacreditada entre sus propios votantes. Sus principales figuras tienen un fuerte desgaste después de más dos décadas de torpezas, ilegalidades e ineptitudes políticas. No sería imposible que en el tiempo que falta hasta las elecciones del 2.024, aparezca un candidato por fuera de los dos bloques políticos venezolanos, aunque parece muy difícil, derivado del férreo control mediático, social y económico que ejerce el régimen, y por otro lado los cepos parcelados que impone la oposición formal venezolana. 

Todo es complejo y confuso en la política venezolana, a partir de una oposición que casi nunca reconoció al chavismo como el adversario, sino como un enemigo a destruir a cualquier precio, incluso cuando gozo de una popularidad importante. No hay entre ellos una renovación de figuras ni un cambio en las posturas políticas extremas que vienen embarrando la política venezolana, desde hace dos décadas, donde todos juegan a las patadas. A pesar de ello los estudios de opinión recientes indican que, casi 9 de cada 10 venezolanos quieren un cambio político grande, profundo, positivo, nuevo, esperanzador. Que no sea sólo político, sino total.

La mayoría de los ciudadanos está pasando un momento muy difícil debido a la alta inflación, la gran corrupción, la grave crisis económica, el precario empleo y la mala gestión en los servicios públicos. La población se siente frustrada y abandonada a su suerte, sin una posibilidad de mejora futura. Una situación que ha llevado a millones de venezolanos a abandonar el país para buscar un mejor porvenir. No quiere seguir sufriendo ni vivir más en una permanente angustia. La gran preocupación de la gente es el futuro y los hijos que se van.

En el contexto actual de descontento mayoritario en contra del régimen, por su deficiente, incapaz y corrupta gestión, se genera una oportunidad para la oposición venezolana si efectivamente lee el momento, y realiza los esfuerzos que la coyuntura demanda. Hasta ahora, el socialismo solo ha servido para someter el bienestar del pueblo a la clase política que ocupa Miraflores, mientras esa cúpula en el poder ha saqueado el erario durante los últimos 20 años.

Las primarias en puerta marcan un camino, bien sea que se logren concretar o que las mismas deriven en un mecanismo aceptado por todos los candidatos en la contienda, para elaborar la ruta que aproveche la encrucijada que se ofrece.  En este momento muchas encuestas señalan que María Corina Machado representa el cambio que quiere la mayoría de los venezolanos. La líder de Vente propone un país distinto al que se ha tenido hasta ahora, donde el ciudadano sea el propio gestor de su felicidad y no el Estado benefactor o la justicia social. Machado ha sabido capitalizar los sentimientos de insatisfacción con el régimen y la oposición formal, a través de un enfoque liberal que cruza fronteras demográficas. Obviamente la construcción del trayecto no es una tarea única y exclusiva de ella, lo ciento es que debe ser un factor importante de cara la renovación del liderazgo que exige la sociedad venezolana.

La primaria debe parir un camino fortalecido, para evitar que emergerán diversas candidaturas desde una supuesta oposición, lo que le dará a la banda de delincuentes la oportunidad de mantenerse en el poder. En consecuencia, el cambio que aspira la mayoría de los venezolanos, sería frustrado por un nuevo orden en el que los cogollos de la oposición formal y la cúpula en el poder se reparten el país, en toletes geopolíticos, sin importar el bienestar de la nación. Este año ha sido un campo minado, el régimen ha hecho todo para desmotivar la participación y dividir la oposición, continuará colocando obstáculos y desafíos en lo que queda. El próximo será un año mucho más difícil.

La unidad opositora alrededor de un proyecto, que dibuje una ruta acordada por la mayoría de los factores, será fundamental para que el sol golpee con intensidad la espalda del régimen, haciendo que el desenlace sea definitivo e imposible de evitar. Quienes están en las primarias tienen un reto, y no pueden equivocarse de camino en esta encrucijada. Todos sin distinción deben realizar los sacrificios que la coyuntura requiere, no se trata de sustituciones de inhabilitados, ni de endosos de liderazgos es entender y comprender el entorno y la realidad política, para construir la propuesta conjunta que más le convenga al país.

Una transición política puede ser una propuesta para la recuperación de la institucionalidad extraviada, quien pueda encabezar esa cruzada debe contar con el beneplácito de todos, incluyendo el de quienes detentan el poder. Los costos de salida deben minimizarse sin impunidad. Esta situación caótica generalizada que deriva en crisis humanitaria compleja, es insostenible para todos. Es mucho el daño realizado en estos años desdichados de revolución, pero un periodo presidencial adicional en sus manos, es la condena a muerte de la Nación.

Para la oposición venezolana la encrucijada del 2.024, partiendo de las primarias no es el dilema del tranvía, que puede intentar explicar el comportamiento humano cuando se trata de tomar decisiones con componentes éticos y morales importantes. Pero si entender los sacrificios que deben hacerse en este momento para evitar un desastre mayor de un país, cuya población no aguanta más. Utilizando a Santo Tomas de Aquino podemos acercarnos al dilema de la oposición venezolana, cuando defendía que matar en defensa propia es moralmente aceptable. En este caso, no se trata de matar a nadie, pero si evitar futuras muertes por la continuidad de un modelo político que ha destruido la Republica, en conclusión, salvar vidas con un nuevo orden político, jurídico, social y económico.  

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04-09-2023