La perfección y las perfecciones

En esta temática, la armonía entre religión y ciencia, aparecen estos dos aspectos: “la perfección y las perfecciones”. En este apartado, ambas expresiones, una en singular y otra en plural, tendrán su respectiva dilucidación. Desde luego, la hipótesis a tener en cuenta es la siguiente: si se conoce una perfección estándar, inamovible, asimismo en el concepto, podría conocerse, según tal modelo estándar, el significado de “las [otras] perfecciones”.

El hombre actual, con una ascendencia innegable y registrada en su ADN, antes que estar ligado a una selección natural, lo está a los resultados culturales. Pero, ¿éstos lo pueden definir como el presupuesto para el alcance de la plena humanidad?

Es innegable la capacidad de abstracción y de formulación de pensamientos alcanzados por el hombre actual, a partir de los cuales elabora o interpreta los signos del lenguaje y del ambiente, emplea aquellos en la comprensión de éste, elige y entiende los símbolos con lo cual mantiene una intensa actividad cerebral. Ahora, la complexión psicorgánica en la que y por la que actúa esta intensa actividad cerebral, es demasiado compleja para que el individuo la crea exclusiva de las leyes de la realidad circundante.

El hombre necesita aprehender, por ejemplo, la perfección de los sonidos del lenguaje, hablado o escrito, porque con ellos cada vez alcanza un menor stress biomecánico por parte de la realidad del ambiente social o natural (Cf. AA. VV., «II. L’uomo dall’Africa al mondo», La Storia, 64-65); un alcance que, contemporáneamente, involucrando cultura y tecnología, «alivia las penas de la vida» (Cf. Ibid, 65).

Esta participación, cultura y tecnología, enriquecida con una fonación más perfecta, justifica cada vez más la posición erguida del hombre, en la que su cráneo redondeado y la frente en alto y espaciosa, señalan su especificidad inteligente por la cual interpela y medita un Ser más competente y más afín al homo sapiens sapiens que a cualquier individuo de cualquier otra especie.

En relación a esta “afinidad” el homo sapiens sapiens no puede decir “es poco clara”, porque tal vez piense que lo hace más carente de humanidad; al contrario, de sentirla y evitarla haría más bien indistinguible el crecimiento intelectual en esta característica suya: la humildad.

De este modo, forja, no una transición de las perfecciones a él o a cualquier otro ser imaginado, sino al Ser omnipotente “por sí subsistente” (Santo Tomás de Aquino) frente al cual aunque haya tocado una inteligencia más sofisticada, aun sólo razonando, siente la ineludible imposibilidad para mantener la lingüística y el resultado concreto de esta ecuación o “analogía unívoca” (Santo Tomás de Aquino): Ser omnipotente igual homo sapiens sapiens.

Bibliografía:

Aa Vv., La storia. 1 Dalla preistoria all’antico Egitto, Mondadori, Novara, 2007.

18-08-24

Pbro. Dr. Horacio R. Carrero C.

horaraf1976@gmail.com