La proliferación de las fake news en los tiempos del ciberespacio

“Más que por la fuerza, nos dominan por el engaño”, esta frase dicha por el Libertador, Simón Bolívar,  parece adaptarse a los tiempos de la revolución digital. En la era de la interconexión, información y comunicación, el exceso de noticias y datos desinforma,  situación que aprovechan los medios y actores sociales para condicionar—en muchos casos—la toma de decisiones.

La libertad de información, comunicación y opinión es un derecho fundamental que promulgan las Constituciones de los Estados modernos y los ciudadanos/as actúan conforme a estos preceptos. Sin embargo, ante la irrupción de las nuevas tecnologías, supone un verdadero problema por el repunte en las noticias e informaciones de baja calidad y erróneas, debido que todo los usuarios y usuarias pueden publicar información sin ningún tipo de verificación de las fuentes que empleó, y sin estar expuesto a una sanción, ni restricción. Ahora, tanto los bulos como las informaciones reales comparten un mismo espacio.

Las fake news es un fenómeno multicausal.  Resulta  contradictorio que en este nuevo milenio caracterizado por la masificación y usabilidad de dispositivos tecnológicos con acceso a internet y donde se nos ha vendido la idea de la democratización de la información, vivamos al asecho  del terrorismo mediático de las cibercorporaciones comunicativas que difunden material periodístico para someter pueblos a sus intereses. Estamos a merced de la dictadura de las cookies y las arañas de los motores de búsqueda que nos muestran resultados de acuerdo a nuestros patrones de comportamiento en la red.

 Los fenómenos de la comunicación e información han marcado nuevas tendencias, un discurso subjetivo que apela a las emociones, y no a los datos y hechos veraces y objetivos, para influir en las creencias y opiniones de las masas. Esto es lo que algunos denominan posverdad, y funciona cuando la gente prefiere hacer caso a ideas, siempre creadas por el entorno social y por miedos que pueden ser racionales o irracionales, en lugar de la verdad objetiva.

En un informe del programa de Naciones Unidas para El desarrollo (PNUD) de 2020, en Venezuela tres (03) de cada cuatro (04) noticias no son confiables. Por otro lado, en el artículo periodístico “las “Fake News” inundan Venezuela (de nuevo)”,  publicado en El Confidencial, el 08 de febrero de 2019, por la periodista Alicia Hernández, el experto en redes sociales, Luis Carlos Díaz, afirma: “las fake news proliferan porque el entorno lo necesita. Hay hambre informativa, mayor incluso que el hambre física y real de la gente. Hay censura contra los medios y un Estado que no rinde cuentas.  Esto se llena con información falsa”, expresó, Díaz.

El acceso a internet para enterarse de todo lo que acontece en nuestro entorno resulta una tarea compleja que requiere de algo más que una normativa legal que regule los contenidos info—comunicativos que circulan en la red, existen organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que se han sumado a la labor de tratar de combatir lo que algunos expertos denominan: infodemia—una patología más peligrosa y contagiosa que la Covid- 19—. Hay que cuidarse desarrollando habilidades como la alfabetización mediática que garantice criterios razonables antes de acudir a determinadas notas periodísticas.

No cabe duda que tanto la mala información como la desinformación suponen una amenaza para el tejido social y la seguridad de los ciudadanos/as, porque atenta contra el derecho de recibir información veraz, equilibrada, oportuna e imparcial. Tenemos una responsabilidad compartida. Los lectores y lectoras deben reflexionar y analizar críticamente la información que llega a través de los cibermedios, redes sociales y demás plataformas digitales; abrir la mente a otros puntos de vista es crucial. Sólo con fuentes fidedignas se logrará tomar decisiones fundamentadas que vayan en pro del bienestar colectivo.

Carlos Eduardo León Domínguez, pasante U.N.I.C.A.

25/05/2023.