La Valentía de los Principios

Por: Gerard Páez Monzón

Cuando hablamos de principios, es muy claro el mensaje,  es por donde comienza cualquier historia. Si deseamos empezar una historia como alcalde debemos comenzar con principios.

El principio es lo que marca el surco de una historia compuesta por acciones forjadas por seres humanos. La historia de una alcaldía es surcada por los principios de sus acciones.

Una historia sin principios es una historia que no existe en el libro de la superación. Es una historia estacionada. Es una historia invisible.  Una historia sin principios es una historia que no se escribe en el libro de la funcionalidad. No  cristaliza ambientes de valor.  Solo hace reproducir eventos que sus autores no pueden contar ni a sus propios nietos, porque siempre vierten hacia el desorden, la inercia, lo ilícito,  y la pérdida de tiempo.  Una alcaldía gestionada con principios es una alcaldía valiente,  efectiva, saludable, y todo esto la hace existente.

Es esencial definir la urdimbre de un principio que lo hace calificar como tal; y  así de esta manera, evitar el engaño de creerse que se está surcando una historia que es justamente lo que sucede cuando se usan dogmas. El principio de cualquier principio es, primero, el principio de cualquier historia,  sino, ya se dijo,  no es historia. Segundo, un principio  permite la libertad responsable en el accionar humano de todos. Tercero, un principio no puede ser definido por un supuesto dios humano, por uno de arriba;  es solamente tallado por el dios que portamos cada uno de nosotros llamado naturaleza humana. Y por último,  un principio representa un valor para el todo. Un principio es todo esto o nada. No puede ausentarse uno de estos hilos en el tejido que conforma un principio. Si la urdimbre de una alcaldía se compone de estos mismos hilos,  entonces es una alcaldía toda poderosa en lo que se proponga para la sociedad.

Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es forjarles principios desde el principio de vida. Idem en la educación. Lo mejor que puede hacerse en la educación es centrarse en la formación vital,  la forja de principios. Los principios constituyen la densidad humana, el «yo soy» de cada persona,  de cada organismo – de cada alcaldía, de cada sociedad.  Aun cuando tenga que enseñarse la medicina, el derecho, la filosofía,  las matemáticas,  la literatura,  la computación,  o cualquier otra área. Estas diferentes formaciones van engranando como órbitas de habilidades alrededor de la densidad humana, que cada persona irá haciendo uso en su transitar de vida marcada por una constante e infatigable toma de decisión, bajo una presión temporal,  espacial y social. La memoria prefiere al ser lleno de principios que al ser sin principios.  La realidad prefiere un ser habilidoso con principios que uno solamente con principios. Un alcalde requiere ser un director de orquesta y cirujano en la integración de personas o empresas habilidosas que contengan en sus núcleos una densidad de principios. La segunda ronda  de contratos ya no requerirá de ser habilidoso en la selección,  simplemente de saber leer. Leer el libro de los que van haciendo historia.

Pareciese que todo aquello que tenga vida, toma decisiones. Una alcaldía es un ser viviente.  Esas tomas de decisiones de talar un bosque,  de permitir construir un conjunto residencial sin áreas verdes y recreativas, de multar realmente con autoridad cualquier falta realizada por cualquier ciudadano sin importar su supuesta jerarquía,  bien sea una persona que ponga la basura en la isla de una avenida, o un motorizado que crea que su deseo personal es superior al deseo de los peatones, o un grupo de individuos que usen los bienes públicos para sus placeres o planes de trabajo. En un resumir, cualquier actividad que rompa con uno de los hilos de alguno de los principios es suficiente para que sea prohibida y sancionada a través de una multa dolorosa. Esta historia  solamente se podrá escribir con valentía. Un hombre de principios es el hombre más valiente y son los únicos que han hecho historia,  esa historia que construye ambientes de valor para la sociedad,  el resto de los sucesos no es historia.

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