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jueves, mayo 22, 2025

Las librerías sí son importantes y necesarias

“El amor a los libros,

Es amor a la sabiduría                                                                                         

y sus nichos son las librerías.

E.C.

En el sentido estricto del término, las librerías son establecimientos comerciales donde se venden libros. Sin embargo, para los lectores, esas personas a quienes les gusta leer, aprender, entretenerse, soñar, y pasar momentos especiales en compañía de los libros, esos recintos son casi sagrados, porque allí están en contacto con la cultura y con todos los autores que les susurran sobre la magia que encierran cada uno de esos títulos que cubren las estanterías, con portadas de diversos colores y contenidos de maravilloso interés para los que los saben apreciar.

Grandes, medianas, pequeñas, las librerías representan el lugar donde todo lo bueno puede suceder. En ellas se enciende la chispa de la imaginación, la luz de la conciencia, surge un manantial de conocimientos que brota como agua clara, se cristalizan ilusiones, se despiertan emociones, cada vez que un libro se abre. Las librerías como dice el profesor Stalin Gamarra “no son tiendas sino templos donde comienza el culto al saber”

En las librerías pasan acontecimientos importantes. Más de un amor para toda la vida tuvo su origen en ese primer encuentro, en esa primera mirada, en esa primera conversación acerca de un libro o de un autor. Las librerías han sido refugio para quienes agotados del bullicio de la ciudad, entran a disfrutar del silencio cómplice de las librerías. Y mientras afuera cae la lluvia pertinaz y la tarde se viste de gris, dentro de la librería hay un calorcito amable y deseos por cumplir.

Sonrisas, alegría en el rostro de la joven clienta que por fin puede comprar es libro, tan ansiado, tan añorado Y ese muchacho de hermosa sonrisa que escoge un libro para su mamá “es que a ella le encanta la lectura”. Miles de historias podrían relatarse en torno al mágico mundo de las librerías. Crónicas de vida en torno a una familia que ha ido creciendo y todos se han hecho lectores, acudiendo cada sábado, en grupo   a adquirir su libro favorito. Almas solitarias que buscan en los libros la compañía sincera y sin máscaras y se pasan horas en la grata compañía de libros y autores dentro de una librería. Abuelas arregladitas y maquilladas que se citan con sus amigas en la librería para luego ir a compartir sus cuitas y un café. Niños que entran felices junto a sus padres a extasiarse con los textos, dibujos y colores de los libros infantiles que también guardan las librerías.

En fin, las librerías, aunque su principal propósito es vender libros, encierran, entre sus paredes mucho más que el sentido comercial de un negocio, porque en realidad, y salvo las grandes cadenas de librerías esparcidas por el mundo, la oferta de libros no es que haga millonario a su dueño, al contrario, por lo general son tiendas casi exclusivas para un público selecto: los lectores.

Los libros no son productos de consumo masivo como podrían ser los alimentos, las bebidas y tampoco sitios que se presten para la juerga y el baila, por el contrario son un “tanto exclusivas”, sin ser elitistas. Son más como “divinos espacios” que invitan a la reflexión, a la paz, al recogimiento. Pero, el que desee entrar a disfrutar de un momento grato, siempre será bienvenido.

El librero: una figura especial

Una buena librería, tiene que contar con la guía y el acompañamiento de un buen librero, es decir, esa persona, que puede ser amable o un poco gruñón , pero eso sí, amante de los libros, de la literatura que sabe recomendar el título que el cliente requiere para satisfacer su curiosidad en el momento justo.

Los libreros no se gradúan en la universidad, pero han obtenido diplomas en muchas materias y con honores. Los libreros saben de filosofía, de historia, de ciencias, de geografía, de astronomía, de magia, de religión, de fantasía, entre otras artes y ciencias. Han viajado a conocer otras culturas, y sin comprar boletos porque lo hicieron a través de los libros. Conocen y le dan sentido a las palabras porque con los libros se aprende también a ser un buen orador. La formación del librero, es a través de los libros y porque su vida, transcurre limpiando y arreglando prolijamente los libros en sus estantes. Los libros, los libreros y las librerías son partes de un mapa que se llama intelectualidad y todas las piezas deben encajar perfectamente para que el resultado sea óptimo: un cliente satisfecho, un lector feliz.

El coronavirus cierra las librerías

La pandemia del coronavirus con su estela de contagios está causando estragos en las librerías porque, como “los libros no son de primera necesidad” no pueden abrir sus puertas al público. No obstante debería considerarse opciones para que las librerías pudieran entender a su clientela con las debidas medidas de protección, porque en este momento, en que la cuarentena obliga a “quedarse en casa”, y aquí en Mérida pasamos muchos tiempo sumidos en apagones, los libros son la opción más segura de entretenimiento, diversión y aprendizaje.

Para cerrar esta apología a las librerías, los libros y los libreros, en descargo de quienes no los valoran, termino contando la anécdota de un médico, y lector empedernido quien, un sábado muy temprano, sentado en la acera a las puertas de su librería favorita, exclamó: “ Bueno ya era hora, ¡qué hace uno cuando tiene una emergencia por un libro!. Esperar a que abran las puertas del saber.

Arinda Engelke. C.C.

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