Las soledades

Por: Rosalba Castillo…

Demasiado cerca y demasiado lejos a la vez. Siempre buscándonos pero no encontrándonos. La conexión en ocasiones veloz, en ocasiones lenta. Los medios de comunicación un día contaron una historia donde quedarse en casa es la mejor opción en esta situación de pandemia en el planeta. Nos acecha un virus invisible, letal.Y de repente confinamiento. A puerta cerrada, con poca alacena, y con familia o en soledad, allí estaríamos un indeterminado tiempo mientras afuera las cosas un día mejorasen.

Las medidas para responder a la Covid-19 despiertan reacciones encontradas. No es lo mismo el aislamiento impuesto que el retiro voluntario en busca de descanso o para cultivar el espíritu. Esta soledad a la cual ha invitado este virus tiene su origen en el contagio de la enfermedad. En otras ocasiones la soledad puede tener su origen en   la propia elección del individuo, pérdida de seres queridos, trastornos neurológicos u otras circunstancias.

La soledad es un estado de aislamiento en el cual un individuo se encuentra solo, sin acompañamiento. En Venezuela, especialmente, el tema se ha evidenciado desde que la migración forzada ha ocupado las estadísticas de los países a donde han llegado millones de los venezolanos. Hijos, padres, nietos, abuelas hermanos, esposos, novias, han dejado espacios vacíos en su país, en sus hogares y en los corazones de quienes se quedan.

Un dejo de tristeza inmensa, marca cada hogar, cada familia donde de pronto la separación se hizo evidente. Habitaciones vacías, mesas con ausencias, esperas interminables, abrazos desdibujados, y una eterna sensación de vacío abren espacio a la siempre soledad, que ha sido reforzada por este confinamiento.

En largos periodos el aislamiento, puede afectar al individuo y suele ser percibido como algo desagradable, causando depresión, separación y reclusión, dando como resultado una incapacidad de establecer relaciones con los demás, estrés, ansiedad, falta de motivación, miedo, alucinaciones, o incluso distorsiones de la percepción y el tiempo. Sin embargo, si bien para muchos suele ser causa de depresión, para otros la soledad puede ser reconfortante.​

Los monjes por ejemplo, la ven como una forma de iluminación espiritual también, hay filósofos que, además de recomendarla, llevan una vida tranquila y solitaria, Filósofos como Schopenhauer se referían a la soledad como el estado ideal de las personas con inteligencias superiores. Zaratustra recomendó en no pocas ocasiones refugiarse en la necesaria soledad. Jung decía la soledad es peligrosa, es adictiva. Una vez que te das cuenta, de cuanta paz hay en ella, no quieres lidiar con la gente.

El sentimiento o sensación de soledad se ha vinculado al debilitamiento del sistema inmunológico haciendo más vulnerable a las personas a cualquier tipo de enfermedad. Debido a este estado de alerta no se descansa, en ocasiones el hambre se reduce o desaparece, el sueño se alterna, apareciendo episodios de insomnio, una permanente angustia acompaña los días. Los mismos pensamientos: desmotivación. La persona se siente en un círculo vicioso. Se deprime, se siente solo. El primer paso para romper con este círculo es no hacer caso al instinto que nos dice que al aislarnos estamos seguros.

En momentos como los que actualmente vivimos, donde el confinamiento nos ha dejado a muchos a solas, es importante esforzarnos para lograr una actitud más activa, estableciendo una relación con otras personas y desarrollando actividades que van conformando rutinas en el día a día al igual que produzcan resultados que den satisfacción. Proponernos pequeñas   metas. Reinventarnos desde otra perspectiva. Desde la música, la lectura, meditación, jardinería, pintura, escritura, terapias, amigos en red, cursos, rutinas de ejercicio físico, foro chat, gastronomía juegos, opciones laborales, grupos de apoyo o todo aquello que produzca pasión, nos ayudaran a sobrellevar la soledad, muy necesaria para una serie de procesos mentales que propician el equilibrio personal.

El elemento tecnológico acerca las soledades, entre familiares, conocidos, desconocidos. Logramos sentirnos acompañados en estos momentos cuando las distancias nos separan. No siempre esta sensación de soledad tiene que ver con la presencia o ausencia de personas, tampoco tiene siempre una connotación negativa. Existe un tiempo para comunicarse con los demás y otro para contactar con lo más profundo de nosotros mismos. Los períodos en soledad nos dan la posibilidad de hacer una mirada en retroceso y marcar planes para el mañana.

Estar solos, sin obligaciones cotidianas, puede ser altamente terapéutico y un ejercicio sobre todo cuando nuestras rutinas son estresantes.Es la hora del cambio de paradigmas.Los seres humanos no sabemos lidiar con esto de la soledad. No podemos estrechar la mano, abrazar, besar.La relación la estableceremos partiendo de otras maneras de contacto, tal vez más cercano que el propio físico. Las distancias aumentaran de manera significativa.

El problema no es la sensación de soledad que sentimos sino lo que haremos con ella y cómo la gestionaremos. La primera soledad que debemos sobrellevar es con nosotros mismos. La solidaridad hace menos doloroso el camino.

Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo. Es el inicio de uno nuevo.

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@rosaltillo7