En su visita a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), León XIV recordó que la lucha contra el hambre es “una responsabilidad compartida” que interpela a gobiernos, instituciones, empresas y ciudadanos. “Quien padece hambre no es un extraño. Es mi hermano y he de ayudarlo sin dilación alguna”, afirmó ante representantes diplomáticos y autoridades internacionales.
Una llamada global a la acción y a la solidaridad
En su mensaje, León XIV subrayó que, a pesar de los avances tecnológicos y científicos, 673 millones de personas aún se acuestan sin comer cada noche, y 2.300 millones no pueden acceder a una alimentación adecuada. “No son cifras, son vidas truncadas”, dijo, calificando la situación de “fracaso colectivo, extravío ético y culpa histórica”.
El Papa insistió en que la erradicación del hambre no puede limitarse a declaraciones solemnes, sino que requiere una “voluntad real y sostenida”. En este contexto, recordó el compromiso de la Agenda 2030 y el objetivo de “Hambre Cero”, que consideró aún lejano si no se refuerza la cooperación internacional.
El hambre como arma de guerra
Uno de los pasajes más contundentes del discurso del Santo Padre fue su denuncia del uso del hambre como herramienta de conflicto, práctica que calificó como “un crimen de guerra”. “El silencio de quienes mueren de hambre grita en la conciencia de todos”, advirtió, recordando que el derecho internacional humanitario prohíbe atacar bienes esenciales para la supervivencia de la población.
El Papa lamentó que los consensos alcanzados por la comunidad internacional hayan sido “olvidados” en numerosos conflictos actuales, y llamó a “fortalecer el entusiasmo para remediar este escándalo” que atenta contra la dignidad humana:
Desperdicio, desigualdad y responsabilidad política
León XIV también cuestionó las paradojas del sistema económico global, en el que millones de toneladas de alimentos son desperdiciadas mientras millones de personas buscan comida entre los desechos. “¿Cómo explicar las desigualdades que permiten a unos pocos tenerlo todo y a muchos no tener nada?”, preguntó con tono crítico.
El Pontífice pidió a los líderes políticos superar “un paradigma enconado” y actuar con una visión ética que ponga a la persona por encima del beneficio económico. “Los eslóganes no sacan de la miseria. Urge garantizar la seguridad alimentaria, el acceso a los recursos y el desarrollo rural sostenible”, afirmó.
“Mano a mano por unos alimentos y un futuro mejores”
El Papa elogió el lema del Día Mundial de la Alimentación de este año —“Mano a mano por unos alimentos y un futuro mejores”— como una oportunidad para promover la cooperación y la acción conjunta. Subrayó el papel esencial de la mujer en la lucha contra el hambre, a quien describió como “arquitecta silenciosa de la supervivencia y custodia metódica de la creación”.
Asimismo, León XIV defendió el multilateralismo como vía para enfrentar los desafíos globales, alertando contra las “tentaciones autocráticas” y las decisiones impuestas desde centros de poder ajenos a la realidad de los países más pobres. “Lo que los más necesitados esperan es que se les escuche sin filtros y se les dé una oportunidad real”, sostuvo.
Un llamado universal a la empatía y la esperanza
En la parte final de su discurso, León XIV amplió su mirada hacia las crisis humanitarias en Ucrania, Gaza, Haití, Afganistán, Mali, la República Centroafricana, Yemen y Sudán del Sur, recordando que “la comunidad internacional no puede mirar hacia otro lado”. “Por nuestra omisión, nos volvemos cómplices de la injusticia”, advirtió el Pontífice, quien exhortó a replantear los estilos de vida y prioridades globales para construir una sociedad más justa y solidaria.
Finalmente, invocó la bendición de Dios sobre los responsables y trabajadores de la FAO, animándolos a continuar su labor “con esperanza y coraje”. “Hambre tiene muchos nombres y pesa sobre toda la humanidad”, concluyó, citando las palabras de Jesús: “Denles ustedes de comer” (Mc 6,37).