Libertadores de almas

¡Qué maravilloso fue nacer en Venezuela! Cuna del Libertador. Dios nos privilegió con ser venezolanos, nos regaló esta tierra de desiertos, selvas, nieve y volcán para soñar y libertar nuestros ideales.

Sin ánimos de parecer fatalista, pero, cuán difícil es describir lo que se siente crecer en un sistema que nos limitó a tantísimas cosas. Un régimen que nos obligó a digerir conceptos errados y verdades  a medías tintas. Crecimos añorando una libertad que jamás conocimos, sin embargo, la reclamamos como nuestra, por eso hablo de ilusiones robadas y esperanzas rotas. Mi generación “ha debido luchar cuando otras juventudes soñaban”.

Jóvenes venezolanos han tenido que marcharse y conquistar otras tierras, buscando esa quimera que no lograron realizar, irónicamente, en la tierra del Libertador. La nostalgia invade a todos aquellos que se han separado de la compañía de sus seres queridos y de las calles que los vieron crecer y jugar.

Calles rojas

¿Qué es lo que están pensando? No, no hablo de esas personas que se visten de rojo y salen a gritar consignas sin sentido. Estoy hablando del rencor parcialmente tatuado en el corazón y la veta de odio que recorre nuestra sangre. Esa misma sangre que vimos derramada en las calles, cuando estas se convirtieron en el campo de batalla de los muchachos que vimos caer; nuestros jóvenes  esos que lucharon con escudos de cartón, pero que ni el más fino lino, cuero o bronce lograría opacar las ganas de defender la patria que nos acunó. 

Recuerdos que viajan en nuestra memoria colectiva y nos preguntamos con nostalgia, rabia y dolor Venezuela, ¿qué nos pasó?.

Libertadores 

Unos se han ido a otros países buscando rediseñar sus ideales de esperanza. Muchos siguen con nosotros, aunque, les fue arrebatado el aire fresco, la luz del sol y el brillo de la luna. Mientras que otros dejaron este mundo, para siempre, cuando soñaban relibertar la tierra de Simón. 

Habrán quienes logren cumplir los deseos de los que lucharon, con sus caras tapadas, pero con los ojos lleno de esperanza. Ellos desearon una Venezuela grande y distinta, esa Venezuela que honre la sangre derramada de nuestros jóvenes.

Venezuela, ¿Qué nos pasó?”

Dios nos privilegió con nacer en esta tierra sagrada, y tiempo atrás envió a Cristo para salvar las almas de quien  creyera en él.

Entonces, ya basta de soñar con otro mesías. Hay fantasías que son más reales, debemos idear una nación que se responsabilice de su propio destino, y deje de esperar a otro redentor que venga a reparar el desastre en el que estamos sumergidos; solo por olvidar una y otra vez que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. 

Solo así, cuando aprendamos esta lección nos convertiremos en nuestros propios libertadores. 

Violeta Santiago Practicante-CC