Llegó el mes de la primavera, de las flores, de la virgen, de las madres. Se presentó vestido de tormentas y de mucha lluvia que hace reverdecer los campos y las montañas, pero que también trae consigo muchos problemas a los habitantes que viven en zonas vulnerables por la crecida de los ríos, quebradas, que en nuestro precioso Estado Mérida, abundan. Pero también como un regalo de la naturaleza pudimos observar los picos de nuestra sierra, cubiertos de nieve, y eso siempre es un espectáculo que nos deja perplejos.

Hace mucho frío, y es un frío húmedo que” emparama” y entones nos ponemos a ver por la ventana esperando que lleguen los rayitos de sol para calentarnos. La neblina arropa con su traje gris las calles y lugares de una ciudad desolada. La gente deambula intentando comprar algo para llevar el sustento a sus hogares, pero es casi una misión imposible porque el dólar sigue subiendo al igual que los precios de los productos, y de los inexistentes servicios públicos,  el abuso de algunos comerciantes inescrupulosos que amparándose porque “el dólar subió” aumentan descaradamente el valor real de un bien necesario, llámese, alimento, medicina, o cualquier artículo de primera necesidad para el hogar.

La mayoría de los venezolanos, los que no gozan de los privilegios que el gobierno otorga a sus fieles adeptos, están llegando a un tipo de pobreza incatalogable, que se traduce en que un profesional o un técnico u obrero calificado, no pueda comprar,  ni siquiera cosas tan básicas como un par de zapatos, medias, o artículos de aseo personal. Es una pobreza que  entristece, que hace llorar porque aquellos que estudiaron, se prepararon académicamente, que formaron familias estables  y estaban llanos de metas por cumplir, hoy enfrentan muchas dificultades para sobrevivir. No es justo que los venezolanos se calcen con zapatos rotos.

Llegó mayo, y seguimos sin un cambio de rumbo positivos para nuestro país, muy por el contrario todos los problemas que veníamos arrastrando se acrecientan con el paso de los días. Las provincias venezolanas están desasistidas: no hay gasolina, ni gasoil, mucho menos gas, y los servicios públicos son inexistentes. Eso sí, la Gran Caracas, se mantiene más o menos estable: “aquí si hay gasolina –dice una guarenera -y las colas no pasan de dos horas”.

Es fácil, pero también es una cobardía echarle la culpa a otros de los errores, pero así vamos, gobierno y oposición no hacen más que buscar responsables fuera de su propio entorno. No hay un momento de reflexión sobre los propios desaciertos que son incontables. No hay rectificación. El caos económico se hace cada vez más acuciante.  La pandemia continúa  causando estragos, aquí y en el mundo. Nos hemos acostumbrados a vivir a oscuras, a lamentar calladamente o con un gesto de angustia en el rostro, cuando se va la electricidad y perdemos el trabajo que estamos intentando hacer. Ya, ni protestamos, no suenan las cacerolas. Hay miedo a la represión de los cuerpos policiales.

A finales del mes de abril hubo una alegría generalizada en la población, debido a la ceremonia de beatificación del doctor José Gregorio Hernández. Cisneros. Todo salió muy bien. El acto litúrgico, emocionante y conmovedor. La decoración del recinto un verdadero espectáculo de luces, colores, armonía. La solemnidad de los asistentes. La música tan bien escogida y ejecutada por voces e instrumentos venezolanos nos hizo sentir llenos de gozo. Sin duda alguna, se creó, el ambiente más cónsono con la gran significación de un acto, que aun cuando sencillo tuvo, toda la majestuosidad de un momento único que llevaremos en el recuerdo por siempre. Sin embargo, el panorama que tenemos ante nosotros no pinta todavía un arcoíris de paz y progreso para la nación.

Un deseo compartido.

Las palabras pronunciadas por el Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo al entregar las reliquias auténticas de José Gregoria Hernández, son una síntesis del deseo sincero guardado en los corazones de cada venezolano de buena voluntad. Él dijo: “Desterrar las enemistades, los odios, cualquier violencia, que destruyen toda posibilidad de convivencia e igualdad; sembrar con gestos auténticos y acciones sinceras el verdadero afecto que respeta y reconoce, que une en la diversidad y multiplica por la colaboración. Cultivar el amor y la ternura, con espíritu samaritano, de perdón y reconciliación, en el que la justicia en la verdad y la caridad en la misericordia se den la mano, es urgencia ineludible…”

Seguirán pasando los meses y continuaremos con la fe puesta en que mejores tiempos vendrán y, al igual que después de una gran tormenta, el sol vuelve a salir, así se cubrirá nuestro país con muchas bendiciones: progreso, paz y unión .Amén.

Redacción.C.C

06-05-2021