Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis del Progreso Social

En la encrucijada del siglo XXI, los retos del progreso social se hacen cada vez más evidentes, especialmente en una era donde los principios de libertad individual, igualdad ante la ley y respeto a los derechos humanos deberían ser la base de nuestra sociedad. En una sociedad liberal ideal, se valora la libertad personal, el estado de derecho y la economía de mercado con mínima intervención gubernamental, además de promover una democracia representativa, proteger los derechos humanos fundamentales y fomentar el pluralismo y la tolerancia.

Sin embargo, estas estructuras fundamentales están amenazadas por fuerzas internas que socavan los principios esenciales de democracia, transparencia y equidad. Estas fuerzas, a menudo representadas por lo que podríamos denominar los Cuatro Jinetes del Apocalipsis del Progreso Social: la casta política cleptocrática, el clientelismo político partidista, las mafias sindicales y los empresarios prebendarios, actúan mediante prácticas corruptas y abusivas. Cada uno de estos actores contribuye a un entorno en el que el progreso social, la justicia y la equidad están gravemente comprometidos, debilitando los ideales de una sociedad verdaderamente justa y equitativa.

La casta política cleptocrática es uno de los principales responsables de este deterioro. Esta clase dirigente se enriquece a través de la corrupción, apropiándose de un porcentaje de los contratos públicos que otorgan. En lugar de servir al bien común, estos políticos priorizan sus intereses personales, desviando recursos que deberían destinarse al desarrollo y bienestar de la sociedad. Este comportamiento no solo erosiona la confianza en las instituciones, sino que perpetúa un ciclo de corrupción que limita las oportunidades para un desarrollo equitativo.

El clientelismo político partidista representa otra amenaza significativa. Los comités de base, que deberían actuar como catalizadores de la participación ciudadana y la democracia, se han convertido en herramientas de control social a través de dádivas y prácticas asistencialistas. En lugar de fomentar una participación ciudadana genuina y empoderadora, este clientelismo perpetúa la dependencia y el voto cautivo, socavando la verdadera función de estos comités y debilitando el tejido democrático de la sociedad.

Las mafias sindicales añaden otra capa de corrupción y coerción a este sombrío panorama. Sindicatos que operan de manera corrupta y coercitiva no solo desvían recursos destinados a la protección de los derechos laborales, sino que también imponen una cultura de miedo y sometimiento entre los trabajadores. Esta corrupción sindical debilita la capacidad de los empleados para luchar por sus derechos y mejora las condiciones laborales, favoreciendo, en cambio, a unas élites sindicales que buscan su propio beneficio en lugar del bien colectivo.

Finalmente, los empresarios prebendarios, que dependen de prebendas (contratos públicos) y privilegios estatales (excepciones fiscales, divisas prerenciales) , completan este cuadro sombrío. En lugar de competir en igualdad de condiciones, estos empresarios buscan asegurar sus beneficios a través de favores y concesiones gubernamentales. Este favoritismo no solo distorsiona la competencia en el mercado, sino que también refuerza un ciclo de corrupción donde el éxito empresarial está más relacionado con las conexiones políticas que con la calidad y la innovación.

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis del Progreso Social no solo representan una amenaza para el desarrollo económico y la equidad social, sino que también erosionan las bases mismas de la democracia y la justicia. La combinación de corrupción política, clientelismo, mafias sindicales y favoritismo empresarial crea un entorno donde los derechos y el bienestar de los ciudadanos son sistemáticamente sacrificados en el altar de la ambición y el abuso de poder.

Para combatir estas fuerzas destructivas, es imperativo fomentar una cultura de transparencia, rendición de cuentas y participación genuina. La sociedad debe exigir reformas profundas que limiten el poder discrecional y fortalezcan los mecanismos de control y participación ciudadana. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad donde el progreso social no sea una promesa vacía, sino una realidad tangible para todos.

Dr. Armando José Urdaneta Montiel

30-03-2025