Los mercaderes de la crisis

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

Bien lo señaló el famoso científico Albert Einstein: “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”.

Para nuestra desgracia, la crisis venezolana produjo mercenarios económicos que aprovecharon las dificultades pasadas y presentes para sacar provecho, pero para progresos individuales en detrimento de las mayorías. Así como las revoluciones se asocian a un cambio social fundamental en la estructura de poder o en la organización que lo detenta, la crisis venezolana surge como consecuencia de una visión centralista en la planificación pública, control institucional desde el poder Ejecutivo, intervención del mercado por parte del Estado y la participación política del estamento militar.

Todo sustentado en lo que la élite gobernante llamó “la nueva geometría del poder”; en consecuencia se cambia la estructura de poder para subordinar a todas las instituciones al poder Ejecutivo, eliminando los contrapesos necesarios en cualquier sistema democrático, instaurando una dictadura no convencional. Los resultados en lo económico son desastrosos y derivan en la crisis económica presente.

Con la visión centralista se planificó una estructura burocrática pública inmensa, materializada con la intervención de fincas, fundos y empresas, con la ilusión de eliminar la plusvalía derivada de la actividad privada, la cual podría ser distribuida por el Estado todopoderoso en migajas para el pueblo. Esto produjo un aumento desmesurado de la fuerza laboral en el sector público, tanto administración pública, como empresas, sin que esto se haya traducido en un aumento proporcional de la provisión de productos y/o servicios.

La política de promoción de cooperativas y de empresas de producción social fue un total y absoluto fracaso, amén del clima macroeconómico adverso, y produjo incentivos para ganancias individuales, desvirtuando la intención de la política para terminar flameando la bandera del modelo arruinado de producción socialista, grave para una revolución. Pretender que las iniciativas podrían sortear las condiciones hostiles presentes en la economía, era otra esperanza sin fundamento; en consecuencia, aparecieron los parásitos del sistema socialista y tomaron ganancias, en detrimento de los ciudadanos.

Mientras esto ocurría, en la medida en que algunas cuotas de mercado no se podrían atender por la improvisación de las intervenciones, la política de importaciones para cubrir la brecha fue aprovechada por gestores de la crisis, quienes utilizaron información privilegiada para tomar ganancias extraordinarias, producto de la frágil arquitectura de control, que facilitó la incubación de la corrupción a todos los niveles.

Los mecanismos de control de acceso a las divisas derivó en ganancias cambiarias que directamente han ido a parar en manos de empresarios vinculados con la revolución (empresas de maletín y banqueros) y en burócratas ubicados en la cadena de circulación de las divisas, perdiendo el Estado por esta vía los beneficios que le da su posición petrolera en el sector externo.

Es decir, la renta petrolera fue a parar a manos de unos pocos mercantes de la crisis. La fuga de capitales se inició con la venta de bonos emitidos por el gobierno denominados en dólares, pero adquiridos en bolívares, supuestamente con objetivos fiscales, que terminó alimentando a la corrupta unión cívica militar en su sed inagotable de acumular patrimonio. Ante la presencia de dificultades fiscales para financiar los logros sociales, se pretendió no cambiar las políticas económicas causantes de las dificultades, por el contrario se mantuvo el timón con el reimpulso de la revolución, generando daños mayores en lo económico y social, los cuales son visibles en el presente inmediato.

Cada política instrumentada se hace ante el amparo de un grupo de tutores de la crisis, quienes aprovechan las incompletas, desarticuladas y débiles acciones para tomar ventaja o beneficios particulares, perpetuando el estado de dificultad. En este contexto y ante un sistema económico con total distorsión como el venezolano, los actores, independientemente de su peso, pueden utilizar la especulación como un medio de vida: la existencia de mercados subsidiados para la adquisición de bienes y servicios se convierte en un terreno fértil para tomar ventaja y sobre esa basegenerar expectativas de utilidades importantes, colocando bienesy servicios en mercados alternos a precios distintos a los subsidiados, que se producen por la escasez permanente de estos bienes y servicios.

Ya no existen divisas suficientes para gestar en crisis, ahora administran la distribución de alimentos y medicinas, provenientes de Colombia y Brasil, a pesar del cierre de frontera, hechos en los cuales están empantanados gobernadores y jerarcas militares, estos últimos asociados a rubros alimenticios primarios.

El actor principal y el heredero de esta nefasta experiencia revolucionaria venezolana, quienes en un momento tuvieron en sus manos el tesoro del apoyo popular, presentan hoy fallos en la memoria y, lo que antes criticaban, como la corrupción, la partidización de la justicia, y la inclusión y la equidad, terminó siendo para ellos mismos palabra barata y causa de su actual fracaso.

Los fenómenos ocurridos en las últimas horas (1S y Villa Rosa) son la expresión del desencanto del pueblo, por la incapacidad en administrar el apoyo popular y al despilfarro en el manejo de la inmensa masa de dinero que ingresó al país en estos años de revolución. Condiciones que parieron estos parásitos gestores de la crisis.

ULA – FACES

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