Pareciera haber un empeño nacional en sembrar profanidad. La política se vulgarizó al extremo que la condición de “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia” referida constitucionalmente, se resquebrajó. Las instituciones que apuntalaban el funcionamiento de la sociedad, se corrompieron dejándola desasistida en cuanto a la defensa de sus derechos y libertades. El Alto Gobierno se extravió del rumbo que señala la Constitución de la República cuando entre sus principios, exalta la progresividad mediante la cual el Estado exhorta “el goce y el ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos”. Tanto que, la misma normativa dispone que “su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público”.
VENTANA DE PAPEL
¿GOBIERNO DE CALLE O CÁLLATE GOBIERNO?
El abuso del régimen, no tiene parangón. Indistintamente de las veces diarias que ordena una cadena nacional de radio y televisión, la intención es profusamente populista. En el fondo de la decisión, lo único que alberga su contenido es mero resentimiento pues de esa forma anima molestias en quienes, de alguna manera, manifiestan su enojo. Pero además, son inoportunas al momento de cercenar grillas o guías de programación de medios de comunicación audiovisuales tanto como por tronchar la producción de programas que están al aire. Asimismo, por lo que significa dejar inconclusos segmentos de publicidad por los que subsisten estas empresas. Con imposiciones así, el régimen pretende hacer ver que hay un trabajo de por medio que lo legitima. Sin embargo, el esfuerzo que hace al mentir mediática y políticamente hablando como acostumbra, no lleva a ningún lado. Por el contrario, termina acentuando el rechazo dado el aburrimiento que provoca dichas cadenas pues sólo sirven para exaltar un populismo aberrante. Por supuesto, con el concurso de una Ley Resorte mediante la cual se evidencia el talante neo-dictatorial que envuelve todo esto. Algunas cadenas son utilizadas para acentuar la desigualdad y la exclusión como recursos de coacción propios de sistemas autoritarios. De ahí que muchas veces sirven de escenario a razones groseramente políticas. Más, si el país vive un momento electoral. Otras cadenas son aprovechadas para mostrar el precario avance de obras que sufren del rezago propio de un gobierno de “utilería”. Cuando no, son aprovechadas para infundir injurias o amenazas contra actores políticos de la oposición democrática. Sólo en países que exhiben tal grado de ridiculez, la petulancia suele ser criterio de gobierno. En el fragor de tan arbitrarias condiciones, se emplean los medios para constreñir derechos y libertades económicas y sociales. Por tanto, con el cuento torcido de “gobierno de calle”, el régimen pretende “tapar el sol con un dedo (pero del pié)”. Antes que hablar de “gobierno de calle”, mejor será exclamar a los cuatro vientos “cállate gobierno”.
¿AUSENCIA DE LIDERAZGO?
¿Por dónde van los tiros? Es la pregunta que muchos se hacen toda vez que las realidades comienzan a oscurecerse en demasía. La salida de calificados periodistas del único medio televisivo a través del cual el venezolano podía informarse veraz y oportunamente sobre las jugadas solapadas del régimen, Globovisión, ha representado un problema de marca mayor. Y es así, por cuanto lo que está en el tapete es el peligro que corren derechos y libertades fundamentales ante las amenazas de un régimen caracterizado por decisiones atiborradas de resentimiento y mordacidad. O sea, la composición perfecta para inducir cualquier tipo de protesta. No es de dudar que esta situación refleja un problema de liderazgo. Habida cuenta que todo liderazgo requiere de canales de comunicación que motiven respuestas. Y en el país, las condiciones que ahora se viven hablan de una peligrosa crisis social-política-económica. Algunos han dicho que la situación actual está configurada por un gobierno ineficiente, un liderazgo opositor manipulador y un pueblo callado lo cual es, indiscutiblemente, una nefasta combinación. El régimen ha logrado callar voces disidentes. Ha insistido para que no haya opinión alguna. Que el país se reduzca a su mínima expresión bloqueando libertades de prensa, de expresión, de información, de opinión y de comunicación. Incluso, los afectos al régimen se quedaron sin formas de llegar a noticias objetivas. Pareciera que los venezolanos respiran aires de infortunio, desesperanza, contratiempo e infelicidad. Y un país, sin válvula de escape, sólo le queda explotar. De ahí que es necesaria la protesta pues así consigue canalizar soluciones de inminente cometido. ¿O fue que al chavismo lo traicionó Maduro y a la oposición Capriles? Sin líderes no hay salida de ninguna especie. Lo único que se gana es anarquía y en su máxima expresión. Pareciera que los tiros van por donde transitan graves desaciertos a la hora de elaborar y tomar decisiones que encarrilen al país de cara a reivindicar la democratización del sistema político ante la coyuntura electoral próxima. ¿O es que en el fondo hay una ausencia de liderazgo?
“Una palabra libre hace pueblos libres” AJMonagas