Érase una vez un país que como en el poema de Rafael Pombo de la pobre viejecita, “sin nadita que comer, sino carnes, frutas, dulce, tortas, huevos, pan y pez. Bebía caldo, chocolate, leche, vino, té y café… Bueno, eso fue en un tiempo que ahora añoramos porque desde hace varios años nos hemos ido convertido en al país de los come lentejas y de los come cambur. Y no es que tengamos nada en contra de las nutritivas lentejas o de los deliciosos y sanos cambures, sino que el cuerpo necesita de otros nutrientes, pero con la mega hiperinflación que padece el pueblo venezolano, a la mayoría nos alcanza, si acaso, para comprar un kilo de algún grano, o unos cuantos plátanos, porque todos los demás víveres están en el ciberespacio, y en consecuencia, nuestra condición física se desmejora con cada día de mala nutrición.
Para la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Venezuela es uno de los 53 países del mundo con mayor número de personas subalimentadas y, junto a la República Democrática del Congo, encabeza los puntajes más altos de colapso económico y alimentario. Así lo relata el informe “El estado de la Seguridad Alimentaria y Alimentación en el mundo 2019” que la institución presentó el pasado 15 de julio, el cual reveló que la cantidad de venezolanos subalimentados se ha incrementado desde hace aproximadamente seis años.
El hambre duele
Cuando no comemos o lo hacemos deficientemente, nos sentimos desfallecer y hay una sensación de dolor, que de físico pasa a emocional y viceversa porque tener que aguantar el estómago vacío en un país con sobradas riquezas, no es justo, como tampoco era necesario llegar a los extremos de padecimiento que ahora experimentamos.
Testimonio
Luisa es madre soltera y tiene dos niños en edad escolar. Trabaja de asistente de preescolar en una escuela situada bastante lejos del lugar donde vive.” Me ha tocado darles de desayuno a mis hijos, solamente una arepita sin relleno, porque ya ni queso le puedo poner- El más pequeño me dice siempre que le sirvo granos, “Mamí ya no quiero comer más caraotas, no hay otra cosita por ahí” y a mí- refiere la joven –se me parte el alma en pedazos porque yo no tengo más nada que ofrecerles. Me toca estirar todo lo posible los productos que vienen en las bolsas del CLAP porque llegan muy de vez en cuando, pero, al menos trae harina, arroz, pasta y a veces lentejas o arvejas. La leche-dice – no se la puedo dar a mis hijos porque tiene un sabor horrible, como a cal, eso no puede ser bueno”
La muchacha explica también que aun cuando ya empezaron las clases, el Programa de Alimentación Escolar (PAE), aun no arranca en los colegios, y muchos niños dependen de esa comida para desmayarse de hambre.
Lamentablemente, en este país llamado Venezuela ya no existe la seguridad alimentaria que es un derecho consagrado en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), el cual fue adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1.966 (FAO, 2015). El Artículo 11 del Pacto “reconoce el derecho de todas las personas a un adecuado nivel de vida incluyendo una alimentación adecuada” y el derecho fundamental de cada persona a estar protegida del hambre. Esto también explica lo que es necesario para lograr la realización del derecho a la alimentación adecuada.
Recomendaciones
El Centro de Estudios del Desarrollo, CENDES, de la Universidad Central de Venezuela, elaboróun pormenorizado estudio desde el 2016 en el cual alerta sobre la problemática alimentaria en el país, y sus recomendaciones, entre otras, son las siguientes:
“Para salir de esta crisis, es importante tener en cuenta que hay que trabajar las emergencias como la escasez de alimentos, para garantizar el aporte de alimentos a la población, a la vez que se atiendan de manera focalizada los grupos vulnerables que pueden sufrir más esta alarmante situación.
Los adultos mayores, mujeres embarazadas, lactantes menores, niños en edad pre-escolar y escolar representan grupos vulnerables que pueden comprometer su salud en circunstancias como las actuales.
Otro punto importante es mejorar la distribución de alimentos y garantizar las libertades de compra. Los venezolanos necesitamos realizar la adquisición de alimentos basados en nuestra idiosincrasia culinaria y conocimiento nutricional, a precios adecuados y con estabilidad en la disponibilidad de los alimentos, para de esa manera bajar la angustia por almacenar alimentos, lo cual aumenta el ciclo perverso de la escasez de los mismos.
Finalmente, es necesario concertar a los factores sociales: gobierno, sector privado, academia y sociedad civil para ajustar las necesidades acorde con las tecnologías y conocimientos actualizados por el bien común y el progreso del país.
Sin embargo, y pese a que,el deleznable contexto alimentario de la población, se ve, se siente, y es innegable, la diatriba política priva sobre todo lo demás, mientras se discute cuál y cómo será la salida a la catástrofe que vivimos, la gente sigue pasando necesidades buscando entre la basura, vendiendo todo lo que posee para poder comprar comida. Esto, definitivamente, tiene que acabar porque el hambre duele y mucho.
C.C.
Fuentes:
https://www.ovsalud.org › publicaciones › derechos-humanos › comunicado
Reporte Global sobre Seguridad Alimentaria 2019: «La …https://www.examenonuvenezuela.com › respuesta-humanitaria › reporte-g..