Mentes sin tiempo

Por: Rosalba Castillo…

Desde el momento en que nacemos nos entregamos al proceso de vivir, acercándonos cada vez mas al final de nuestro viaje. Somos hijos de la vida y de la muerte a la vez. Todos envejecemos a cada instante, en cada respiración. Estamos conectados con la vida en el ahora. Sin embargo, nos mantenemos anclados al pasado. La mente reconoce esos dos tiempos: pasado y futuro. El presente es el estado del poder, del control. Por lo tanto, se nos hace preciso enamorarnos del hoy, enamorarnos de la vida. Vivir sin edad. Restaurarnos de una manera diferente, más nutritiva, más florecientes cada vez. Envejecer es un miedo arquetipal. Nos aterra el paso del tiempo. Sin embargo, la única opción es menguar. La Organización Mundial de la Salud, habla de optimizar la oportunidad, de la salud, la participación, y la seguridad con el objetivo de mejorar la calidad de vida, mediante el envejecimiento activo.

El acaecer del tiempo es universal, indetenible e inevitable. Por lo tanto, no hay sentido para esta lucha contra el transcurrir. Se trata de empoderarnos con la vida. Aun cuando la fragilidad este presente. El problema no es detener el envejecimiento. Es meterse en la corriente de la vida de una manera gozosa y rendirnos felizmente ante ella. En esta cultura donde es sobrevalorada la juventud, no se sabe cómo manejar el concepto de la vejez. Nos hemos perdido en el camino. Todos somos jóvenes en un momento, todos seremos ancianos en otro. El cuerpo envejece sin que podamos dominarlo porque ha sido programado para cumplir las reglas de ese condicionamiento colectivo. El inconveniente no es morirse es vivir muriéndose.

El sistema social nos dice cuándo deberíamos dejar de trabajar, sin querer hacerlo, cuándo no estamos aptos para ejercer un cargo sin conocer si económicamente estamos preparados para el retiro. Las opciones laborales requieren personas cada vez más jóvenes, cuando muchos no han logrado alcanzar las experiencias para desarrollarlas. Los estándares de vida se han modificado. Somos mayores, aunque no lo aparentemos. Esta sociedad no sabe qué hacer con quienes están envejeciendo. En países como Japón, India, Pakistán, China, las personas mayores tienen más presencia,. Hay sabiduría, hay respeto, hay brillo en sus ojos, hay sonrisas. Los orientales colocan el pasado por delante pues es lo único que conocen y de lo cual pueden aprender cada día. Ser mayor es tener recorrido en la existencia. Envejecer es una invitación a escuchar el alma, el cuerpo y el corazón, a invertir ven los afectos y en los vínculos. La edad no nos da condiciones para hacer las cosas. Solo ofrece condiciones para hacerlas a nuestro tiempo. Estamos en el momento de hacer cualquier cosa que se conecte con nosotros Por lo tanto se trata de soltar esos estereotipos infelices de envejecimiento. No tenemos cultura de envejecer, tenemos que construirla.

La industria del antienvejecimiento nos ofrece una plataforma de productos para conservarnos lo más jóvenes posible. Rostros estirados, bocas redibujadas, y mucha amargura. Tenemos poca madurez para aceptar el paso del tiempo y para enfocarnos en embellecer lo que tenemos. La actitud está estrechamente relacionada con el bienestar físico y mental, por lo tanto ayudará a enfrentar este proceso biológico de la manera más natural y con mayor felicidad. El hacerse mayor nos hace más reflexivos y empáticos, ayudándonos a construir metas, manteniendo una mente más abierta, experimentando nuevas experiencias, atreviéndonos a reprogramarnos para el tiempo por venir. Se hace necesario mantener nuestro autocuidado y los vínculos familiares y sociales. Una de las formas de mitigar los estereotipos inadecuados de la senectud es fomentar relaciones intergeneracionales, donde entre mayores y jóvenes puedan disfrutar de la vida. Se hace necesario la hora de tomar apasionadamente las riendas de nuestros días, sobrellevando nuestros miedos y emociones. No permitamos que la soledad nos atrape y nos encierre en casa. La vida siempre nos depara sorpresas, siempre que estemos preparados para recibirlas y   disfrutarlas cargados de ilusiones y actitud positiva.

Mas allá del tiempo, podemos utilizar el poder que poseemos para transformar nuestro cuerpo, nuestros pensamientos y nuestro entorno. Es momento de explorar el amor. Su fuerza cambia la realidad. Es la medicina más poderosa y potente. Cura y renueva. Solo es atreverse a encontrar el camino para ese amor. Salgamos del círculo del tiempo y busquemos el círculo del amor. Piensa habla, busca, y fomenta ese amor.

rosaltillo@yahoo.com

20 08 2022