Ayer, cuando apenas comenzaba la jornada para la mayoría de los merideños. Cuando escasamente los comercios estaban levantando sus Santa Marías, cuando la gente se dirigía a sus trabajos ¡otro apagón, otro corte de electricidad “desprogramado”, que puso en jaque a gran parte de la comunidad del Estado. Si a esta terrible situación que nos sumerge en horas muertas, en las cuales no se producen sino insultos, molestias, y desesperanza se le suma que de los grifos no salía ni una gota de agua ni para bañarse, ni para cocinar un alimento, en fin sin nada de lo que podemos hacer gracias al vital líquido, pensamos que estamos escribiendo una saga de suspenso y terror. Sí, sin exageraciones, es como vivir el apocalipsis. La gente camina como zombis por las calles, donde el ensordecedor ruido de las plantas eléctricas, perturba el oído y causan contaminación ambiental, pero para muchos, es un mal necesario. Los empresarios perdieron su día de trabajo con los daños colaterales para sus negocios, casi quebrados. Los niños no pudieron ir a las escuelas y liceos por ambas situaciones, electricidad y agua; las madres trabajadoras sin saber qué hacer. Las paradas de transporte a reventar de personas intentando movilizarse, entonces, ¿nos preguntamos ¡por qué aguantamos todo este martirio?¿por qué no reaccionamos ante tanta ignominia? ¿Es que acaso perdimos las ganas de luchar? Tal vez sea porque ya no nos quedan fuerzas, han sido tantos intentos fallidos por llamar la atención de unos gobernantes que desde su palestra y con el solo objetivo de perpetuar la revolución del siglo XXI, hacen caso omiso a los padecimientos del pueblo.Tal vez sea porque no hay un liderazgo verdadero, noble, democrático, que sepa llevar una protesta constructiva, sin mentiras, engaños ni traiciones.
Los merideños se preguntan ¿hasta cuándo durará esta pesadilla? Y no tenemos la respuesta. Desafortunadamente, no hay indicios de que la razón, la solidaridad y el amor por Venezuela se impongan. Seguiremos navegando en este océano de problemas, y aguantando los truenos y relámpagos, con la sola esperanza de aquel conocido pensamiento de haga realidad: después de la tormenta, llegará la calma o cuando más oscura sea la noche, más cerca está el amanecer.
Mientras esto sucede seguiremos escribiendo esta saga de suspenso y terror.
AE.LL-CC.