Muchachos, ¿han pescado algo?
(Juan 21, 5)
Esta expresión la dijo Jesús y, con su temple afable, conecta a todo el contenido del texto del evangelio de este domingo (Juan 21, 1-19).
La frase refleja esto: el encuentro con Dios en el encuentro con Cristo resucitado, real y efectivamente, no fue para los apóstoles ni para nosotros, un sentimiento vago, sino una experiencia de la alegría de la fe, según la cual admitimos sin reservas la ratificación del acto de darse de Dios en Cristo.
Con la resurrección de Jesús, Dios evita dejarnos en el vacío de la pura razón, como si se tratara de una mera opinión entre las demás; al contrario, por la fe y la esperanza la Resurrección está fundada en el Dios vivo de Jesucristo, no en la aceptación de uno que otro valor abstracto.
Por eso, la expresión de Jesús a los suyos, muchachos, ¿han pescado algo?, desvela estos tres significados:
- La insistencia en su docilidad constante: con afecto siempre busca a su creatura, y ésta lo busca porque Él es Dios personal y vivo.
- La entrega a Él sustentada racional y razonablemente.
Racional, porque contamos con una iniciativa sensata en una obra realizada, la Resurrección, que manifiesta operativamente el poder de Dios; y razonable, ya que indiscutiblemente todo hombre cuenta con una iluminación interna por la que busca propósitos sagrados de la Resurrección, firmemente sostenidos sólo en quien tiene la capacidad de obrarla: Dios.
Y, 3) Jesús resucitado dirige la palabra a los apóstoles como algo, real, cierto, a quien, de este modo, real, cierto, tiene la disposición interior de escucharla.
Todos los momentos de interacción del Resucitado con los discípulos, —echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces; traigan unos pescados de los que acaban de pescar; vengan a almorzar; tomó el pan y se lo dio, también el pescado; las preguntas a Pedro orientadas a la firmeza de su fe y su amor hacia el Maestro, etc.—, demuestran ser no proposiciones artificiales, sino pruebas dirigidas y acogidas en una perspectiva sobrenatural, que despierta de hecho en la Resurrección, porque ella en ellos y nosotros enciende nuestra fe, esperanza y caridad.
La resurrección de Cristo dice mucho a lo que somos; ella es fuente inagotable de vida. Ella no es un instante de lo transitorio, pues pone a la fe y la esperanza misma en acto.
En cuanto a ello, el Cordero que fue inmolado, leemos en la segunda lectura (Ap 5, 11-14), ha recibido el poder, la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
En la resurrección de Jesucristo tenemos, no una ocasión histórica, porque de este modo estaría propensa a desaparecer de nuestras personas. Su resurrección ocurrió una vez y no ocurrirá otra, pues en ella es el poder del Dios vivo y verdadero definiéndose a sí mismo.
Creemos en la resurrección de los muertos, es un artículo constitutivo del Credo.
Y es nuestra firme convicción en la presencia permanente de Dios a nuestra humanidad a través de Cristo, con la cual contamos para mitigar nuestros temores y enriquecer la alegría de llamarle con respeto y conexión profunda: Padre (cf. Rm 8, 15).
04-05-2025
Pbro. Dr. Horacio R. Carrero C.
horaraf1976@gmail.com