Notas sobre la Universidad (I)

Por: David Díaz Miranda

Es indudable que una sociedad sin una gran universidad solo puede considerarse un remedo de un ámbito propicio para el surgimiento y mejoramiento de la raza humana. De allí la necesidad de cuestionarla; tener en consideración sus bases fundacionales; más aun cuando su futuro presagia un final que , sin lugar a dudas, daría al traste con su verdadero e irrenunciable papel, confundiéndola y desdibujándola.

Habilidosas manipulaciones han permeado en nuestra institución al extremo de conspirar en contra de su capacidad de discernimiento y autonomía. Por su parte, los diferentes gobiernos han hecho uso de la terrible dependencia económica establecida a finales del siglo XIX, convirtiéndola en una relación de amo a esclavo, en cuestionable contradicción con los propósitos que debe cumplir una organización creada para el conocimiento, el pensamiento
crítico, la búsqueda de la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre.

La universidad nacional, como muchas de América Latina, ha confrontado desde siempre problemas con el Estado o con los distintos gobiernos, tanto dictatoriales como democráticos.

Prueba de ello han sido las decisiones que, a comienzos de siglo XX tomó el gobierno dictatorial de Cipriano Castro al cerrar la Universidad de Carabobo, la Universidad del Zulia y el Colegio Superior de Guayana cierre de las Universidades. Diversos autores señalan esta arbitrariedad de un gobierno dictatorial, ejecutada por Don Eduardo Blanco, insigne escritor, e intelectual, fundador de la lengua y de la historia, a quién se le señala como el único responsable del cese de las actividades de estas instituciones por considerar que su número era excesivo respecto a la población venezolana y se corría el riesgo de crear un proletariado
intelectual. En aquel momento la población venezolana era de dos millones de personas y existían cuatro (4) universidades. ¿Cuál sería el argumento actual si para el año 2021 la población de Venezuela se estima en 28 millones de personas y existen noventa y ocho (98)
universidades? Una simple aritmética nos dice que cincuenta y seis (56) sería suficiente para aplicar dicho criterio. Es decir, superamos en cuarenta y dos (42) la cifra antes mencionada.

Por este camino, el funcionario concluyó que dos universidades, la de Caracas y
Mérida, eran suficientes para atender los requerimientos de profesionales liberales, y que debían crearse institutos de formación utilitaria. Este cierre también fue avalado por otros
intelectuales y académicos de la época, como lo fue el caso del Dr. Luis Razetti, que influenciado por la universidad francesa centralizada apelaba a la idea del filósofo francés Víctor Cousin: “crear facultades es muy fácil, lo difícil es hacerlas fuertes y grandes”. Razetti fue asesor del presidente Castro en políticas de índole médica, sanitarias y universitarias, en compañía de muchos intelectuales de la capital, identificados con el pensamiento positivista, era partidario de la centralización de la enseñanza de la ciencia, y le parecía un absurdo que Venezuela que apenas contaba con dos millones de habitante ostentaba el lujo de 4 universidades.

Demás esta decir que esta tesis no es compartida por quien suscribe, pero lo verdaderamente cierto es el hecho de darle el título de universidades a centros de enseñanza que están muy lejos de ser consideradas dentro de esta clasificación por definición.

Con el férreo control del presupuesto para el funcionamiento universitario, el control de todos los servicios y la centralización de la nómina, y los extremadamente bajos salarios (si así pueden llamarse), no solo se puede hablar como lo hacía Eduardo Blanco sobre la creación de un proletariado intelectual sino de un indigente universitario.

15-3-2023