Oclocracia vs. democracia

Por: Ramsés Uribe…

Alguien nos decía que esto que está ocurriendo en el país iba enrumbado hacia una oclocracia. Ya no hay o no habrá democracia. En el mejor de los escenarios en Venezuela hay una democracia cuestionada para decirlo con cierta prudencia y evitar malos entendidos. Otros dicen que democracia no hay sino que hay dictadura. Otra postura es que ni es democracia y si es un régimen autoritario. Seguramente puede haber algo de cada cosa. La democracia continúa estando en serio problema, una amenaza mortal, una especie política en peligro de extinción; puede desaparecer a manos de un gobierno francamente bizarro. Improvisar constituyentes u otras malas yerbas es una  pésima estrategia que complicará más a la ya apaleada nación del Dr. José Gregorio Hernández.

Oclocracia es un término que a las primeras suena a algo gutural, un pedacito de comida atorada en la garganta, una palabra de difícil pronunciación, tal vez un  plato exótico de gurmet, una fea palabra, un rebuscado término médico de los otorrinolaringólogos. Nada de eso. La oclocracia es aquel gobierno de la plebe, de las muchedumbres, de los ignorantes. Los filósofos Spinoza y Hobbes, distinguieron las palabras multitud de muchedumbre con pueblo. Este último autor, célebre por su obra  “Leviathán” del año 1651, le dio su justo lugar a esta confusión y otorgó al término  “pueblo”, el significado dado en este siglo posmoderno. 

En ese momento cotidiano de conversación casual aunque importante, el tema era la situación del país, se imposibilitó aclarar los términos que se estaban empleando. Lo propio es hacerlo desde este portal para cumplir la función educativa, didáctica como se dice y así contribuir con la difusión del conocimiento y más, informar y sensibilizar a nuestro pueblo sobre esta realidad actual.

Nos inclinamos a lo expresado por Juan Jacobo Rousseau, filósofo ginebrino mencionado en nuestro artículo, “Rousseau en la encrucijada”, que  concibe a la oclocracia como aquella forma política donde se menoscaba la democracia. En su obra muy conocida “El Contrato Social”, de fecha 1762,  hay un capítulo que trata del abuso del gobierno y su degeneración (capítulo X), cuyo texto puntual del pensador reza: “la democracia degenera en oclocracia”. Ciertamente nuestro sistema político democrático, antiguo motivo de orgullo con toda razón,  ha caído en desgracia de manera trágica hacia un estado deplorable, por decir lo menos.

En el mismo libro citado de Rousseau, el capítulo IX, titulado “ de las señales de un buen gobierno”, analiza entre otras cosas, la dificultad para precisar esa semiótica política que  podríamos llamar, preguntando y respondiendo, “cuál es el fin de toda asociación política?. La conservación y la prosperidad de sus miembros. ¿ Y cuál es la señal más segura para saber si se conservan y prosperan?. Su número y su población. “

El célebre escritor ya lo dijo. En Venezuela las condiciones infrahumanas acusan que nuestra población vulnerable no puede mantenerse en pie por tantas calamidades juntas. La prosperidad es prácticamente imposible excepto la práctica indecorosa del bachaquerismo. Las cifras de diversas organizaciones universitarias y no gubernamentales, señalan con seguridad que con la diáspora de unos 3 millones de compatriotas, aunado a las alarmantes estadísticas de fallecimientos por enfermedades, inseguridad, represión política y mengua de alimentos y medicamentos, entre otros males, se cumple la afirmación roussoniana de que como no hay una demografía creciente, bullante, sino todo lo opuesto, este gobierno actual es el PEOR entre los deficientes que han desfilado en el país.    

DEMOCRACIA es el único antídoto bueno que Venezuela necesita para retornar a su muy feliz como estado saludable anterior propiciado por gobiernos constitucionales serios. Los ciudadanos guiados por la mano del Dios Altísimo  que demandan justicia y libertad plena están en el sector correcto de la  historia, que reclamará a los hijos bastardos que han destruido a nuestro aún bello país.

Ramsés Uribe, profesor NUVM de la ULA.

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