Desde muy temprano, cada mañana Gondil Márquez abre su negocio de víveres y hortalizas que tiene en El Arenal, Municipio Libertador.
Entre cajas con papas, lechugas, cebollas, pimentones, conversamos con ella porque en Comunicación Continua y La Ciudad en la Radio nos gusta conocer de viva voz los problemas que la población padece a diario y así, dando a conocer esas historias reales, enaltecemos la labor decidida, como el de esta merideña a quien no le tiembla el pulso para picar un coco o cargar un racimo de cambures sobre sus hombros.
Esta joven, cuando logra echar gasolina, se va al mercado muy de madrugada y carga su pequeño vehículo con las verduras y frutas que puede adquirir con el escaso dinero que tiene, porque según comenta, “cualquier ganancia, se evapora, por la inflación galopante e incontrolada que estamos soportando”. A pesar de los pesares, Gondil, cree en Dios y tiene fe en que esta crisis tan terrible, llegue a su fin y entonces habrá progreso y se abrirán las posibilidades para cumplir con los objetivos que se ha trazado.
Siempre con una sonrisa dibujada en su rostro y una energía contagiosa nos dice: “Para uno poder mantener su negocio tiene que bregar mucho. Por ejemplo, el tomate la semana pasada estaba en 6 dólares -porque ahora todo se cotiza en moneda extranjera – y a la fecha de hoy, vale 14 dólares la cesta del tomate mediano. Es decir, lo que usted invierte hoy, ya pasados dos días, no le alcanza para reponer la mercancía. Las cuentas no dan, y así pasa con todos los rubros necesarios para abastecer la tienda. Los precios suben, día con día, y bueno, nos toca seguir “guapeando”.
-A.E.- ¿Que te motivo para montar este tipo de negocios?
G.M- Siempre estuve vinculada al campo, a las siembras, pero básicamente, quiero trabajar por mi Venezuela que amo y admiro. Por mis hijos- tengo dos- aclara- uno de ellos, el varón, ya no está aquí. Es un sacrificio estar sin él, porque lo extraño y me ayudaba mucho en la faena, pero así como yo estoy sufriendo, están la mayoría de las madres venezolanas, no tenemos a nuestros hijos aquí porque se fueron en busca de un futuro mejor. No es justo. Tengo 38 años y ya van 21 años en este proceso político que se ha tardado demasiado en resolver los problemas que nos aquejan.
A.E. Háblanos un poco de cómo es tu día a día, ¿cómo resuelves tu solita esta situación tan cuesta arriba?
G.M. Bueno… Aprendí a vivir el día a día. Trato de no pensar tanto, porque si nos ponemos a darle vueltas a la cabeza, en cómo estamos, nos enfermamos, y yo no puedo darme ese lujo. Tengo que estar sana mental y físicamente, porque de lo contrario cómo le sirvo a la comunidad, cómo mantengo a mi familia.
Gondil Márquez es una atleta, casi podríamos decir de alta competencia. Trota, camina, sube y baja por distintas rutas de montaña y el deporte lo practica con mucha disciplina. Ella busca el tiempo para ejercitarse porque “eso me distrae y me hace sentir muy bien. Me relaja y me da fuerzas para ponerle el pecho a la vida”, asegura.
Gondil es muy amable con su clientela, ella comprende cuánto le cuesta a una persona, en estos momentos, adquirir cualquier producto de la cesta básica. “Esto está tan bravo-comenta-que a veces una persona tiene solamente para adquirir dos cambures. No hay para más”.
Como Gondil hay muchas mujeres que hacen lo posible para sobrevivir en la Venezuela. Ellas se las ingenian con tanto coraje que son admirables. En la mayoría de los casos tienen que asumir, sin una pareja que esté a su lado, todos los roles que la sociedad impone. Desde la crianza de los hijos, su educación, alimentación, vestido y cuidados en general, y además trabajar arduamente en sus negocios o en sus emprendimientos: hacen arepas y pasteles, cosen, tejen, es decir, se reinventan.
La escasez de la gasolina que se pone cada vez más complicada. La hiperinflación, la falta de dinero para solventar cualquier eventualidad que se presente. Los continuos cortes de electricidad, son solo algunos de los escollos que las venezolanas deben sortear. “Al llegar a la casa – dice Gondil- la tarea no concluye porque entonces hay que limpiar, ordenar y preparar la comida para el día siguiente. Gondil, es un ejemplo para aquellas personas que ante cualquier dificultad se echan a morir y piensan que no hay soluciones. Pero esta joven, bonita y “resteada”, con su actitud valerosa y resuelta ante la vida nos enseña que, “si las circunstancias son adversas, hay que enfrentarla con las herramientas que se tengan a la mano”.
Redacción: Arinda Engelke. C.C.
16-05-2021