Palabras del Sr. Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo en el Solemne Acto Académico en ocasión del 40 Aniversario de Mi Ordenación Episcopal y Presentación de las Publicaciones del 2023 de la Editorial El Archivo

PALABRAS DEL SR. CARDENAL BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO EN EL SOLEMNE ACTO ACADÉMICO EN OCASIÓN DEL 40 ANIVERSARIO DE MI ORDENACIÓN EPISCOPAL Y PRESENTACIÓN DE LAS PUBLICACIONES DEL 2023 DE LA EDITORIAL EL ARCHIVO. Paraninfo del Seminario San Buenaventura de Mérida. Mérida, 12 de octubre de 2023.

Muy queridos hermanos y amigos:

Hoy, en el marco de la fiesta litúrgica de Nuestra Señora del Pilar, comparezco ante ustedes por vez primera como Arzobispo de Caracas. Desde comienzos del año pasado 2022, en el marco de la preparación del centenario de la elevación de Mérida a sede metropolitana, el programa diseñado consideraba las dimensiones: litúrgica, pastoral y de la evangelización de la cultura, concretada en la publicación de diversas obras promovidas y organizadas por el Archivo y Museo Arquidiocesano. Esta última quedó bajo mi responsabilidad a raíz de los cambios canónicos ocurridos a comienzos de este año. Mis múltiples compromisos durante estos meses, y el volumen del proyecto llevado adelante por el personal del Archivo y Museo han retrasado, felizmente, hasta el día de hoy, el entregar al público merideño el trabajo realizado, y agradecer la acogida que siempre nos han dispensado.

Permítanme retrotraerme en el tiempo para dar razón del porqué una de mis prioridades pastorales estuvo dedicada a la vocación intelectual y académica de la diócesis de Mérida, heredera de la presencia jesuítica en esta meseta desde los años alborales de 1628, dándole la pátina universitaria a la ciudad serrana en la que tanto la instancia civil como la eclesiástica han ido de la mano en el campo de la investigación multifacética del pensamiento. Fui nombrado obispo auxiliar de Mérida por el Papa San Juan Pablo II en 1983. Según me confesó Mons. Miguel Antonio Salas, una de las razones expuestas al Santo Padre para solicitar la ayuda de un obispo, tuvo que ver con la necesidad de ampliar la relación de la arquidiócesis con la Universidad de los Andes y la reestructuración del Archivo y Museo fundados por el décimo obispo y primer arzobispo, el dinámico y hombre de letras, Mons. Antonio Ramón Silva, desde finales del siglo XIX hasta su muerte en 1927.

Desde mi llegada a Mérida el cordial recibimiento del equipo rectoral bajo la dirección del, desde entonces mi dilecto amigo, el Dr. José Mendoza Angulo fue trasparente y dio inicio a una fecunda colaboración entre la Universidad y la Iglesia, de la que hay muchos frutos patentes, continuada por todos los equipos rectorales hasta hoy. Prueba de ello, la presencia del actual Rector el Dr. Mario Bonucci Rossini, a quien le agradezco el gesto de estar hoy entre nosotros, y la de los exrectores Néstor López Rodríguez y Genry Vargas Contreras. A ellos se unen, también hoy, un buen grupo de autoridades universitarias, profesores y empleados activos y jubilados. Dios les pague por su reconfortante presencia.

Los convenios, congresos, seminarios, talleres y actividades comunes llevadas a cabo en estos cuarenta años han sido numerosas, en encuentros locales, regionales, nacionales e internacionales. Cabe destacar la riqueza que entusiasma, el diálogo entre visiones y puntos de vista contrastantes, que ha generado una empatía fraterna, pues nos abre y amplían horizontes a quienes hemos tenido la dicha de compartirlos. Acabamos de escuchar las palabras de la Dra. Ana Hilda Duque, profesora universitaria y directora de postín del Archivo y Museo Arquidiocesano que amplifican lo dicho hasta aquí, en el apasionante escenario del atrio de los gentiles, expresión vaticana para indicar el necesario intercambio entre visiones distintas culturales, académicas, sociales y religiosas, tan útiles en un mundo tan plural como el que vivimos.

Aprendí a ser obispo a la vera del santo varón Miguel Antonio Salas. Las visitas pastorales a toda la geografía merideña, según su método de ser iglesia en salida, es testigo de lo que compartimos durante doce años y que continué en mis treinta y dos años de arzobispo. No hay rincón de esta intrincada geografía que no haya visitado, en las que puedo apropiarme las palabras de San Pablo: predicar el evangelio en la abundancia y la escasez, por caminos tortuosos, en los peligros de caminos en medio de precipicios, con frío, calor, lluvia o sequía. Y los no pocos momentos transitados en helicóptero para llegar a El Quinó o a lugares castigados por tormentas y riadas. En muchos de estos parajes me acompañó como chofer y solícito servidor mi querido diácono permanente Chepo Dugarte, cuyo recuerdo quiero dejar presente en esta mañana en medio de ustedes. Incontables son las iglesias, capillas y ermitas que se edificaron, restauraron o mejoraron para estar más cerca de las gentes. En esta labor los sacerdotes párrocos y la feligresía fueron protagonistas de una en común que nos permite afirmar sin ambages que los setecientos templos de la arquidiócesis marcan una ruta en la que la arquitectura, el arte y la fe se unen para mostrar que la fe mueve montañas. Alguien ha calificado el ir de un extremo al otro de la región como la ruta de las catedrales por la belleza y magnificencia de sus templos y capillas. Cuantificar lo invertido en esta aventura supera la imaginación, pero allí está para disfrute y servicio de propios y extraños. Los recursos que se consiguieron allí están, inhiestos como las torres de muchos de ellos. En una visita de autoridades nacionales que me pidieron los acompañara a Canaguá, venían con la intención de evaluar las necesidades de los habitantes de aquellos parajes. Cual fue su sorpresa, pues lo que pedían era que arreglaran la iglesia y mejoraran la plaza Bolívar. Me dijeron pero si hay otras urgencias como la falta de acueductos, de electricidad… Les respondí: los gobiernos tienen la obligación de suministrar a los pueblos las necesidades reales de la vida cotidiana. Pero las necesidades sentidas son otras. Un campesino o un habitante de la ciudad no le dice al visitante: tenemos agua y luz. Eso es evidente que debe tenerlos. Pero lo que muestran y da orgullo es su iglesia, su plaza o al alguna edificación cimera.

Ha sido, pues, mi ejercicio ministerial en estas tierras una escuela de trabajo mancomunado, de superación de obstáculos, fuente de alegría, de esperanza y catapulta para servir más y mejor a todos. En este quehacer contamos con la asesoría técnica y profesional de la OPP, Oficina de Planificación y Proyectos, con ingenieros y arquitectos que ad honorem han estado siempre dispuestos a asesorarnos lo que permitió racionalizar mejor el uso de los recursos con los que contábamos. Y la excelente asesoría y acompañamiento del Consejo Económico nos permitió tener una sana administración y una visión de futuro para custodiar y aumentar los recursos financieros de una diócesis sin grandes industrias o empresas gigantes. Los contactos con las agencias católicas de ayuda y el aporte particular de generosos amigos han dado fruto abundante. Del esfuerzo y el ahorro durante los pontificados de Mons. Salas y un servidor, dejamos para la sucesión la cantidad de 906.283 $, de los cuales estaban comprometidos 50.000 $, ahorro acumulado para la edición de las producciones del Archivo, con lo que se cubre el 40% del costo de las publicaciones. El resto ha sido aporte de personas privadas de Mérida, Caracas y el exterior. Según el informe suministrado por el IOR, entidad donde están los fondos de la Arquidiócesis, para el 15 de enero de este año, existe la disponibilidad de 856.283 $. Cantidades menores para el manejo diario están en el Bistum Bank Essen, en las cuentas locales y hasta hace poco en el Florida Bank, cuenta clausurada por la política norteamericana sobre inversiones venezolanas.

Desde julio de 2018, fecha en la que fui nombrado Administrador Apostólico Sede Plena de Caracas tuve que compartir la atención pastoral de las Arquidiócesis de Mérida y Caracas. La pandemia del COVID19, la precariedad del transporte aéreo, el estado de las carreteras sobre todo en la entidad merideña y la falta de combustible mermaron mi dedicación y presencia física en la arquidiócesis. Se multiplicaron la utilización de las tecnologías digitales para la catequesis y el intercambio en reuniones y retiros. Gracias a Dios, no se detuvo la acción pastoral y el entusiasmo y creatividad de clero, religiosos y fieles se hizo presente. Por decisión del Papa Francisco, en diciembre de 2022 fui designado decimosexto arzobispo de Caracas con lo que el arzobispo coadjutor pasó automáticamente a ser el séptimo arzobispo merideño. Agradezco a todos los agentes pastorales el haber permanecido con las manos en el arado, dando ejemplo de madurez y espíritu misionero. El catecismo nos enseña que quien confiere un sacramento adquiere una paternidad espiritual que debe cultivar. Rezo a diario por los sacerdotes que he ordenado, lo que supera el centenar y medio de personas. Y las casi doscientas mil confirmaciones en todos los rincones merideños. También son objeto de mi plegaria y orgullo.

Regreso a dar razón del trabajo editorial del Archivo y Museo. No me detengo en las otras dimensiones de la pastoral que fueron asumidas por la nueva administración en continuidad con el programa preparado con anterioridad. Retomar la publicación de obras iniciado por Mons. Antonio Ramón Silva fue una de las preocupaciones de Mons. Miguel Antonio Salas, seguido por quien les habla. En los últimos 44 años, casi la mitad del centenario arquidiocesano que se conmemora este año, se reinició la publicación del Boletín Arquidiocesano que supera con creces el centenar de números en la nueva serie. Por su parte, el Boletín del Archivo llega a los 30 números indexados internacionalmente. Desde 1987 hasta el 2008 bajo la “Editorial el Archivo” se publicaron 49 libros, más algunos más en coedición con otras instituciones.

Para la celebración de mis bodas de plata episcopales (1983-2008) se asumió el reto de publicar un número significativo de libros, pues los trabajos realizados con materiales de nuestro repositorio con el visto bueno del comité de arbitraje eran numerosos. Se publicaron 17 obras que fueron muy bien recibidas en bibliotecas internacionales y nacionales. Según el Padre Hermann González Oropeza sj., profesor y director de la Escuela de Historia de la Universidad Católica Andrés Bello, si queremos que los libros publicados en Venezuela tengan incidencia en el mundo de los investigadores, hay que enviar ejemplares a la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, a la Biblioteca Latinoamericana de Berlín, a la biblioteca Nacional de Madrid y a alguna de las Universidades Pontificias europeas. Eso hemos hecho, aunque en los últimos años se ha dificultado el envío por los altos costos.

Aprovechar fechas significativas ha dado pie a proyectos interesantes. En el 2017, en ocasión de mis bodas de oro sacerdotales, se celebró un encuentro nacional de archivos y museos y se dieron a la prensa 20 libros. Se asumió como un reto el dar relevancia al libro impreso pues todavía entre nosotros, por distintos imponderables internos y externos, el uso masivo del libro digital no está al alcance del público en general.

En ocasión de mis 75 años de vida, fecha en la que el Código de Derecho Canónico prescribe la obligación a los obispos de renunciar, 2019, al inicio del Covid 19 se publicaron 5 libros por el inicio de la pandemia. Pero se decretó alargar las efemérides. En el año 2021, cierre del año jubilar arzobispal y trigésimo aniversario de arzobispo se publicaron 25 obras. Y en ocasión de los cuarenta años de episcopado y el centenario de la elevación de Mérida a sede metropolitana, presentamos hoy 22 obras. Unas cuantas más quedan a la espera de poder ser publicadas en un futuro próximo. Los inventarios tanto del Archivo como del Museo, de los fondos documentales de los mismos ascienden a 20 tomos que se han entregado como prueba del trabajo realizado y como instrumento de consulta para los interesados.

Hoy presentamos en las diversas colecciones los siguientes títulos que tienen ustedes en la bella tarjeta de invitación. En la colección Fuentes para la Historia Eclesiástica de Venezuela, 11 títulos. Es la más importante colección pues son obras de envergadura, con material inédito.

En la colección Crónicas, se recogen trabajos de la vida cotidiana y de escenas de interés. Presentamos 4 títulos.

En la serie Estudios, 3 títulos. Una tesis doctoral, el cuarto trabajo del Prof. Ricardo Contreras sobre la navidad, esta vez sobre la estrella de Belén, en el año de los 800 años del pesebre de San Francisco, y páginas sueltas de mis escritos.

En la serie del Museo, un hermoso y minucioso trabajo de la Dra. Carlota Escalante de Arteaga, titulado muchos mundos en edición digital.

Y, en convenios interinstitucionales, dos títulos. Cuentas del Rosario 2, homenaje a Mons. André Dupuy, antiguo Nuncio en Venezuela, donde se transcriben sus meditaciones en la Gruta de Lourdes, en el Sur de Francia. Y, con la Facultad de Arquitectura de la ULA, arquitectura y diseño 2022.

Llegado a este momento, quiere ser este sencillo acto académico, mi más sincero reconocimiento y agradecimiento a lo mucho que me ha dado Mérida, de la que me siento orgulloso, pues mis alforjas se han llenado de la ciencia y virtud que han florecido en esta tierra, reserva espiritual de Venezuela como afirmó el Papa Juan Pablo II en su visita a Mérida en 1985. Con esto cierro mi periplo merideño en la seguridad de que esta parcela del Señor seguirá siendo faro y luz en el concierto de nuestra nación. Dice la sagrada escritura que quien tiene un amigo tiene un tesoro. El mayor tesoro que me llevó es el corazón abierto de muchos que me han brindado su amistad y me han tendido la mano fraterna siempre.

Dios les pague a todos ustedes, parte importante sin la cual no hubiera podido realizar lo que aparece como obra mía y ha sido el trabajo realizado en su mayor parte por ustedes, en el que me ha tocado animar a la creatividad y la fuerza de la fe que nos anima a todos. Un Dios se los pague y cuenten con mi bendición y afecto perennes.

Concluyo haciendo entrega de esta bendición papal traída recientemente del Vaticano como pequeño homenaje a quien ha sido el motor principal de lo que en el campo de la evangelización de la cultura tuvo al frente a la Dra. Ana Hilda Duque. No es iniciativa mía. Fue la decisión reciente de los sacerdotes merideños que están en Italia y España que decidieron manifestarle a la Profe Hilda, su aprecio y consideración.

12-10-23