Pan y Circo para el Pueblo

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

El gobierno conserva la práctica de pretender ocultar la verdad, endosando la responsabilidad por los problemas que vivimos los venezolanos a enemigos internos y externos. Esta ficción artificiosa esconde el profundo grado de deterioro de la gestión pública, que busca favorecer con las medidas adoptadas a los desprotegidos y que en realidad los quiere convertir en esclavos del modelo.

La última invención del gobierno está referida a la supuesta “Guerra del Pan”, según la cual son ahora los panaderos quienes se asociaron a nivel nacional en una conspiración de cereales, para derrocar al presidente Maduro. Desde la prehistoria hasta la actualidad un alimento no había tenido tanta presencia mediática y tanto poder como para desestabilizar a un gobierno. La ausencia de algunos mendrugos en los últimos días fue razón suficiente para expropiar Panaderías y colocarlas a disposición de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Organizaciones fundadas como el bebedizo apropiado para innovar la revolución y distribuir la mayor suma de felicidad posible al pueblo. No podemos olvidar los brebajes revolucionarios de las Cooperativas, los Fundos Zamoranos, Los Consejos Comunales y ahora los CLAP aliñados estos últimos con el Carnet de la Patria, son propuestas que no resuelven nada, por el contrario se convierten en mecanismos selectivos y de exclusión social, para  tamizar a la sociedad y  distribuir la corrupción. Los fracasos experimentados por los brebajes se observan a lo largo y ancho del territorio nacional, de las cooperativas no quedaron ni los afiliados, los fundos son terrenos improductivos enmontados y los consejos comunales totalmente desactualizados; en consecuencia nada puede garantizar que los CLAP tengan el mismo futuro. Es posible que aparezca el carnet del pan en sustitución del carnet de la patria, pasando a una nueva etapa la revolución.

La guerra económica es la causante del desabastecimiento, la escasez y del incremento brutal de los precios de los bienes y servicios; no son las políticas adoptadas por el régimen las promotoras del desastre que vivimos, las instituciones renunciaron a su responsabilidad de actuar como contrapesos de la gestión, para evitar  la impunidad, el despilfarro, la incapacidad, la desviación y otras modalidades de corrupción. El sector privado fue y es sometido a: expropiaciones, nacionalizaciones, inspecciones criminales, chantajes tributarios y legales que socavaron las posibilidades de ser un motor del desarrollo del país, pretender hacer lo mismo con la industria del pan es condenar a los venezolanos a eliminar el alimento de la dieta diaria.

La visión de planificación centralizada acogida por este gobierno, recargo la estructura pública con un conjunto de actividades para las cuales el estado no está preparado, incorporando elevadas ineficiencias y corruptelas. Pretender que las empresas públicas podrían operar sin las exigencias de las empresas privadas, es otro alucinación de este modelo, las empresas operan en un mercado que las afecta a todas por igual, independiente del esquema de propiedad;  el saber hacer, el capital intelectual y la innovación son conocimientos gerenciales, que en el sector público son una absoluta negación, ya que, no existe motivación para que esto ocurra. Expropiar Panaderías es declarar su defunción empresarial. 

No existe una guerra económica lo que de verdad ocurre es una economía de guerra, expresada en interminables colas para adquirir prácticamente todos los bienes, alza de precios sostenidos, restricciones para la compra, criminalización del ciudadano y de los empresarios, improductividad de aparato productivo, y mientras esto ocurre, el gobierno partido busca crear el enemigo para deleitar al pueblo, sin asumir  los errores de sus políticas y con una arquitectura legal de control totalmente inútil.

Los precios justos, mínimos o máximos y las obligaciones de producción son colocados a través del aparato coercitivo del estado, que en definitiva suministran información equivocada al mercado, ante la existencia de precios bajos aparece el fenómeno de la escasez, luego se presentan las colas para comprar, y para evitar que el ultimo de la cola se quede sin el bien o servicio, la autoridad en su intento de ser justo y proteger a los más necesitados establece el racionamiento, para supuestamente evitar caos y  violencia en la distribución. En Venezuela esta fórmula se ha cumplido al pie de la letra, sin que el gobierno comprenda que por más controles que coloque las consecuencias no las podrá evitar, en el caso del pan la regla no será una excepción.

La solución está en generar condiciones apropiadas para la producción nacional, abastecimiento asegurado en el tiempo de materia prima, insumos y tecnología necesaria para la integración de los segmentos, financiamiento acorde con la actividad, reglas claras y transparentes para la determinación libre de los salarios y seguridad jurídica y personal, para disminuir los niveles de incertidumbre presentes en la economía. En conclusión: recuperar la confianza.

En este momento más que nunca en tiempos de hambruna el refrán romano de “pan y circo para el pueblo”, entrara en desuso, ya que, pronto el “pan” desaparecerá, indudablemente nos quedara sobre todo el “circo” de la arena política, en función en estas épocas.

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