Una de las peores facturas que nos está pasando la difícil situación que soportamos los venezolanos diariamente, es, justamente, la inestabilidad emocional. Muchas personas se sienten angustiadas, y el temor a lo que pueda suceder en el país, y también en lo personal, se traduce en tristeza, llanto, desolación, incertidumbre, melancolía, cambios de humor, entre otros síntomas, lo cual repercute, obviamente en todos los ámbitos de la vida.
Muchos terapeutas están recomendando, a esas personas, la lectura de buenos libros, y uno de los más utilizados es el del Doctor Miguel Ruiz, se llama,” Los cuatro Acuerdos”. En verdad, es una obra interesantísima y sus consejos, si se aplican como debe ser, ayudan,esencialmente porque nos enseñan a pensar de manera diferente ante las circunstancias que se nos presentan en la existencia.
Los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como “mujeres y hombres de conocimiento”. Miguel Ruiz nació en Guadalajara, Jalisco, (México) en 1952 en el seno de una familia de sanadores .Su madre era curandera y su abuelo, un nagual (chamán), que compartían con otros el conocimiento antiguo de la cultura tolteca. Pero Don Miguel decidió estudiar Medicina. Un encuentro cercano con la muerte le hizo saber que tenía el don de su madre y de su abuelo.Esa combinación singular entre la magia chamánica y la medicina científica le ha dado a este hombre una cualidad especial para trasmitir en palabras sencillas, asuntos trascendentales.
Los Cuatro Acuerdos.
Primer acuerdo tolteca
Sé impecable con tus palabras
La palabra es potente. Úsala en el modo justo, úsala para compartir el amor. Usa las palabras para romper todos los pequeños acuerdos que te hacen sufrir…
Segundo acuerdo tolteca
No te tomes nada de manera personal.
El mundo entero puede hablar sobre nosotros, pero si no lo tomamos en modo personal, seremos inmunes. Si alguien nos envía su propio veneno emocional, nosotros no lo tenemos que digerir. El veneno rechazado empeora la situación de quien lo ha enviado y no la nuestra. Ignorando el juicio de los otros estaremos en grado de no dejarnos manipular y continuar libres.
Este acuerdo es maravilloso, porque cuántas personas sufren por “el qué dirán”, eso realmente no tiene ninguna importancia, lo significativo es actuar libremente, pero eso sí, respetando al prójimo.Este modo de vivir evita conflictos, evita el hecho de sentirse ofendidos y no tendremos necesidad de defender nuestras convicciones.
Tercer acuerdo tolteca
No supongas
Hay que tener el coraje de pedir explicaciones hasta que la situación nos quede clara. Una vez oída la respuesta, no hay más necesidad de saber nada, ya que conocemos toda la verdad.
Encontremos el coraje para pedir todo lo que deseamos. Los demás tienen el derecho de responder sí o no, pero nosotros tenemos siempre el derecho de pedir. Del mismo modo, cuando los demás nos solicitan cualquier cosa, es nuestro derecho concederlo o no
Toda la tristeza y el dolor de la vida son en realidad fundados, la mayoría de las veces, sobre suposiciones de tomar las cosas en modo personal, bastaría pedir explicaciones y no suponer.
Cuarto acuerdo tolteca
Haz siempre lo máximo que puedas.
Digamos NO cuando queremos decir NO y digamos SI sólo cuando queremos decir SI. Tenemos el derecho de ser nosotros mismos y podemos serlo solamente si hacemos siempre lo máximo que podamos. Lo importante es no juzgarse para no caer en el sentimiento de culpa, si damos lo mejor de nosotros mismos aprendemos a aceptarnos.
Poniendo en práctica los cuatro acuerdos
Tal vez sea un ejemplo pueril, pero sirve para ilustrar un poco cómo aplicaríamos los acuerdos, en la cotidianidad: Hoy fuimos al mercado a tratar de comprar algo para la comida. Todo está carísimo y el dinero que llevamos, apenas nos alcanza. Estamos revisando precios y haciendo preguntas. El vendedor, tiene un mal día y nos contesta ofuscado.
“Si va a comprar algo, hágalo rápido”Pero, Si usted ya está aplicando sus cuatro acuerdos, el mal genio del señor no hará mella en su ánimo, porque (ya no se toma nada personalmente). Ni le responde con impertinencia al individuo en cuestión, porque ya (es impecable con su palabra) No intenta juzgar la actitud del tendero, porque (no supone nada, allá él con su mal genio, es su veneno el que destila), y si usted hizo lo máximo que pudo, al ser amable y respetuosa, se va tranquila a su casa, sin que las agresiones del ambiente hayan logrado alterar su paz emocional.
Arinda Engelke.