Por: Ramsés Uribe…
Introducción laborable.“Power to the people”, se traduce como poder para la gente o para el pueblo, y es una la canción emblemática de protesta y corte sociopolítico en apoyo a la masa trabajadora, del afamado cantante y compositor de música pop inglesa, John Winston Ono Lennon. La tonada trata sobre el poder al pueblo, léase, a la masa trabajadora de la sociedad postindustrial del primer mundo que ha sido alienada por el trabajo monótono, impersonal y muy esclavizante. La lectura que ahora le daríamos es la del empoderamiento empresarial y el empoderamiento de las masas. Penosamente hasta el momento sólo es visible el primero de ellos. El segundo se dificulta por la falta de voluntad de ciudadanía política y social del pueblo. Es también más aplicable el empoderamiento ciudadano con objetivos de progreso material y espiritual en la sociedad marginada por la imbecibilidad rampante, la pobreza que mortifica y la docta ignorancia profesional o la intencionalidad política, al mejor estilo de Maquiavelo. En aquella época parvularia posmoderna, la década de los sesentas, el mismo exbeatle Lennon también compuso, “Workin class hero”, que se traduce como héroe de la clase trabajadora. Sus versos rinden un merecido homenaje autobiográfico y/o al triunfador de la clase trabajadora; del último nivel social que navega en la miseria; y que no obstante se ha redimido de la dura condición marginal de obrero al obtener el éxito social por medio del arte; la música popular. Es el mito del eterno sueño occidental en el que llegan a la cima de la sociedad donde les aguarda el poder y el dinero a manos llenas. En la realidad muy pocos conquistan esa presea dorada; diamantina. El término “ trabajador(a) “, es actualmente un guerrero(a) luchador(a) épico(a) del tipo superhéroe de la saga “star wars” que torea la tragedia criolla enfrentándola estoicamente todos los días esa cruda realidad con su noble labor productiva, irradiando mucho entusiasmo casi apasionado y también con hambre y sed fisiológica y de justicia, libertad y democracia.
¿Qué es un trabajador?. El trabajador puede ser descrito con muchas interpretaciones como corresponde a la altura de los tiempos de incertidumbre que corren, diría quizás hoy día Don Ortega y Gasset, quien ya no usaría su elegante sombrero de ala ancha, sino su gorra multicolor de chamo inteligente bien pilas. Lo primero que se puede proponer es una neologismo o neofrasismo del término trabajador porque está abusado como obsoleto al extremo; harto desgastado por la lengua cotidiana, la elegante y sofisticada literatura y por el lenguaje técnico-científico de las ciencias sociales y políticas contemporáneas. Trabajador tradicionalmente se asocia al individuo que trabaja; sin etimología seria, sólo por ley de correspondencia lingüística simple.
Es mejor cambiar esa denominación trillada y convencional ya que hemos adelantado mucho en esta nueva circunstancia epocal y los términos técnicos tanto como cotidianos se han o están siendo cambiados radicalmente en todo el mundo y en este país fascinante por su exuberante belleza tropical, aunque un tanto manchada por la voracidad de inadaptados, que pelea al otro extremo con la basura instalada impunemente con zamureros y toda clase de alimañas indeseables. En lugar de trabajador se puede emplear otras denominaciones como: hacedor de milagros ordinarios, papaneador de la psique, camellador todo terreno, alfarero hidráulico del pensar, calibrador existencial, tornero del alma, expertón instantáneo, mandamás foráneo, monitor sonriente, bachaquero desafinado. Esta última frase está dedicada sólo a los que mal laboran; desprestigiados hambreadores del pueblo sufriente venezolano.
En fin, posiblemente la frase que mejor calaría virtualmente en el imaginario colectivo venezolano y de otras latitudes emergentes o tradicionales, sería la de constructor de sueños posibles. Esta es la suplente definitiva del mentado término de “trabajador”, porque este último es casi una palabra despectiva que banaliza el quehacer humano. Es una manera otra de resignificar la más amable y noble tarea definitiva del ser humano: pensar o hacer cosas tangibles o metafísicas. En concreto son: el emprendedor social, popular o empresarial, el artista, el profesionista luchador; las mujeres que sostienen las familias fragmentadas por la diáspora; el ciudadano común que labora y resiste el embate del fiero temporal de la superinflación y la anomia.
¿Empleado competente y exitoso?. Lamentablemente según el estudio del BID, Empleos para crecer, el 64% de los jóvenes entre 15 y 29 años de edad, trabajan en el sector informal en América Latina. Esto significa que no tendrán posibilidades de crecer o desarrollarse profesionalmente, carecen de seguridad social o beneficios y estabilidad. ¿Y qué hay entonces para el joven trabajador venezolano.? ¿Es siquiera pensable visualizar ingenuamente el perfil ideal de un supertrabajador, socio, colega, productor o colaborador, en medio de la vorágine laboral que ha herido mortalmente la productividad nacional a través de la preocupante diáspora?. El campo laboral se fundamenta tanto en lo legislativo como lo sindical en contraposición, en ocasiones, con los auténticos intereses de la masa trabajadora. ¿Se puede ser eficiente en medio de esta megadestrucción virtual como material del que fuera un gran país orgulloso y bastante independiente en lo económico?. Al parecer si es plausible lograrlo. Afortunadamente gracias a Dios, los emprendedores que abundan por doquier, las fundaciones y el voluntariado, los productores agrícolas y pecuarios, los escasos empresarios e industriales, los profesionales y técnicos, junto a la masa colaboradora, apoyados en las valerosas familias que los apoyan, así lo demuestran.
En la posmodernidad se estipula la doctrina de la sociedad de las competencias para abarcar exitosamente los desafíos del presente mundo complejo. Edgar Morín, notable pensador francés, señaló los cuatro pilares de tal propuesta generacional en la economía y la educación. Se trata del saber hacer, ser , convivir y conocer. El perfil del emprendedor emergente, podría hacerse de las siguientes competencias: diseña y crea como artista cada objeto, pieza, bien a elaborar o todo servicio que impulsa. Mantiene con ingenio las cosas que dan sentido a la cotidianidad y a la manufactura. Tiene una sensibilidad social a flor de piel sin distinción por inclinación política, edad, raza, sexo, credo, clase social o nivel educativo. Soluciona todo problema que se le atraviesa con mucha alegría sin desconocer la tristeza. Cree en Dios como el máximo aliento e inspiración del universo. Así lo proclama el libro más editado del mundo, la Biblia en Hebreos 11:1. “Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Aplica el método científico y tecnológico en toda su actividad. Enfrenta y maneja la incertidumbre natural y social. Posee valores y cualidades humanas especiales como la paciencia, tolerancia, responsabilidad, compromiso, identidad, dedicación plena de su maravillosa labor.
Marx a la sombra. Karl en su laberinto socialista trasnochado nos ha legado una utopía de la filosofía materialista bajo un criterio francamente ya lejano no únicamente en el tiempo histórico sino en el tiempo social, político y psicológico del ciudadano de a pie, que si bien reconoce en la cultura actual al personaje, no lo sigue ni al pie de su letra comunista ni por sus barbas negriblancas y su ingenua cara de yo no fuí. Desde luego que todavía hay fans socialistas que quizás tienen buenas intenciones o sueñan la utopía de la sociedad justa y perfecta al mejor estilo del filósofo Platón con su polémica y fascinante obra “La República”, o tal vez emplean al marxismo como escudo ontológico-político para cometer toda suerte de fechorías inconfesables.
¡ Qué vivan los emprendedores soñadores de un mejor país !.
Ramsés Uribe, profesor Nuvm de la ULA.
Correo: ramaseum@yahoo.com
Twitter: @ramthalneo
Imagen artística: autor: Ramsés Uribe