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martes, marzo 25, 2025

Pido la palabra: Guerra de culpas

Por: Antonio José Monagas…

El concepto de “guerra económica” fue elaborado a instancia de la perversión de quienes poco o ningún conocimiento de los postulados de la economía manejan como criterios de gobierno.

Mucho se ha inculpado como razón de la crisis que arrastró a Venezuela hacia la merma del estado político y económico que con suma dificultad había alcanzado en cuatro décadas de persistentes esfuerzos, a una “guerra económica”. No obstante, antes de continuar la presente disertación, bien cabe revisar el aludido concepto toda vez que el mismo tiene propósitos un tanto confusos. Sobre todo, si se tiene en cuenta que su ascendencia destaca el interés político en desfigurar causas que tocan la génesis de tan enredada situación. Y es que la teoría económica explica lo que hay debajo de cualquier revuelta social animada con base en acusaciones que invocan la dinámica de la economía. Y que pongan en riesgo, la estabilidad de todo sistema político. Más, si se trata de: democracia.

Nada más lógico y propio de toda realidad económica, que no sea lo que la teoría económica plantea alrededor del juego que se establece entre la oferta y la demanda. Cuando las relaciones entre quienes ofrecen servicios o productos y quienes solicitan éstos se dan en medio del equilibrio garante de una avenencia acordada sobre la satisfacción de ambas partes, se configura un abanico de relaciones que devienen en condiciones de acomodo y reacomodo dirigidas a motivar un estado de relativa conformidad que se reproducirá en la medida que dichas condiciones se renueven y se lleven a prácticas inmediatas.

Mientras que esta dinámica comprometa la movilidad social sobre la cual se asienta el discurrir político de un colectivo, nación o país, hay seguridad de manejarse los problemas obvios de toda sociedad. Cuando algunas de las variables que participan en el referido juego sale de la ecuación, por razones extrañas a su condición, entonces se enrarecen las situaciones que definen el acompasamiento natural de la susodicha realidad. Es ahí cuando la mano oscura de gobernantes sin escrúpulos, moral, ética, ni dignidad, se apresura a forzar cualquier solución posible sin entender que las variables de la economía son susceptibles de toda inhabitual injerencia.

Justamente, como la economía no se ajusta a cambios elaborados desde contextos no identificados, es decir extraños a su misma naturaleza, no hay respuesta exacta que concilie factores de distinta procedencia. Es el momento cuando los oficiantes de la mala política, o ejecutores de un mal gobierno, se ven empujados a tomar decisiones en falso positivo. Decisiones apuntadas por la improvisación, la torpeza y la ignorancia.

Es cuando apelando a la jerga militarista, divorciada de la nomenclatura que marca el acervo de la política, apela al concepto de “guerra económica”. Definición ésta, elaborada a instancia de la perversión de quienes poco o ningún conocimiento de los postulados de la economía manejan como criterios de gobierno. Pero que se apoyan de algún sufijo o prefijo que disimule el analfabetismo que en materia económica tienen. Sin embargo, lo que se escurre entre los intersticios gubernamentales, es lo que encubre la malversación y la corrupción toda vez que por esas razones los gobernantes buscan siempre no hacer transparente las cuentas o finanzas del erario nacional.

Es el problema que a su vez encubre lo que encierra las culpas que vive quien a conciencia o sin ella, reconoce de alguna forma, que todo tiene su explicación en la ineptitud, la codicia, la rapacidad, y todas aquellas voracidades que estimulan la oportunidad que despierta el poder político en quienes sin valores ni principios, se atreven a ocupar posiciones de gobierno a sabiendas que las alforjas nacionales han de cargarse de buenas divisas. Y que en el caso venezolano, son provenientes del negocio petrolero el cual llegó a escalar niveles portentosos y codiciados.

De forma tal que en el plano de una administración de provechosos ingresos, el negocio que mejor se correspondía con las oportunidades, desde la óptica del socialismo del siglo XXI, ha sido el de fungir como gobernante. Por tanto, había que jugársela para ocupar tales responsabilidades. Aunque luego, las culpas abatieran a los depredadores de la economía venezolana. Pero para entonces, ya no importaría pues los bolsillos estarían cocidos en bancos extranjeros cuyos intereses fueran solamente financieros. La excusa de la “guerra económica”, habría servido para distraer la atención del país hacia menesteres de menor consideración. Sin embargo, y a pesar de reconocer que los problemas creados por causa de la incompetencia de gobernantes aferrados a intereses bursátiles, cambiarios y financieros propiamente, dejaron al país en la inopia, literalmente en el suelo, la guerra que dicen haber desacreditado al gobierno nacional, sin advertir que fue al país todo al que afectó, no fue “económica”. Fue, simple y descaradamente, una “guerra de culpas”.

“Cuando un gobierno no comprende el tenor de las necesidades que clama el pueblo que conduce, busca armar cualquier  excusa que lo saque del paso. Lo demás, es un problema que por añadidura, será capoteado bajo el manto de la improvisación. Es el caso de gobiernos que llegan al poder por coyunturas alejadas del sentido de la política”

AJMonagas

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