Por la calle real: Fútbol y crisis

Por: Fortunato González Cruz…

Casi todos los días paro mi vehículo en alguna de las aglomeraciones de personas que esperan inútilmente el paso de alguna unidad del transporte público de la ciudad de Mérida para darle una colita a los que quepan. Generalmente subo temprano a las 6.30 de la mañana de La Parroquia al Núcleo La Liria donde imparto clases. También hago lo mismo aunque con menos frecuencia  de La Vuelta de Lola hacia El Valle donde es aún más difícil conseguir transporte. Los pasajeros conversan de todo y por supuesto de la crisis que los obliga a caminar varios kilómetros, a reducir sus comidas, a rebuscar alternativas para estirar los ingresos, de los muchachos que se van, pero en estos días también del mundial de futbol de Rusia.

Un campesino de Las Cuadras, una de Monterrey, dos señoras de La Caña y un señor de La Culata tramaron una discusión sobre el rendimiento de la selección española, el bajo desempeño de los argentinos, la eliminación de Alemania, la esperanza con Colombia y México. Incluso hablaron del buen juego de los brasileños y de los croatas. También le cayeron a piña a Maradona por su comportamiento que según las cosas que decían era dañino para los niños (Me abstuve de comentar que Maradona es financiado por el gobierno nuestro, que no tiene para dotar de medicamento a los hospitales). En fin, todo el sufrimiento que produce esta catástrofe cotidiana deja un espacio para ver o escuchar los juegos, apoyar a los equipos afines a nuestra idiosincrasia y juzgar la actuación de entrenadores, jugadores, árbitros y público. Me sorprendió el conocimiento del agricultor ya de tercera edad y las señoras de La Caña, que me reconocieron como paisano. La más brillante estudiante que pronunció su discurso en uno de los actos grado de la Universidad de Los Andes se refirió al mundial de futbol y citó una hermosa y pertinente frase de Pelé.

Leí hace unos años el libro del mexicano Juan Villoro titulado “Dios es redondo” que es una reflexión literaria entre filosófica y sociológica del futbol. Este deporte es una competición en el que se juega con hostilidad, cooperación y equipo en la que cuenta más el grupo que la individualidad más propia del beisbol, que despierta emociones de euforia y depresión, placer y dolor, alegría y rabia, racionalidad e irracionalidad, justificaciones y explicaciones, controversia y pasión, mucha pasión. Es también un gran negocio. En los torneos mundiales y tal como están organizados la rivalidad es nacional, continental y de parcialidades de cualquier tipo. Lo que leí en el libro de Villoro lo experimenté con plenitud en el trayecto idílico del Valle Grande con mis compañeros del corto viaje.

El ser humano puede ser sometido a las peores humillaciones como ahora pasa con los venezolanos, pero su condición humana se mantiene y se expresa como mis amigos de El Valle en la discusión futbolística, oen las recientes fiestas de San Isidro y luego San Juan,  sin pólvora ni la abundancia de otros tiempos, pero con la profunda pasión que les despierta la fe y la esperanza, como cuando ahora se apasionan por el equipo que más le toca el corazón y siguen apostando por el país que nos arrebatan.