Por: Fortunato González Cruz…
Mérida había disfrutado por muchos años de una buena calidad del agua gracias a las iniciativas de los gobiernos local, estadal y nacional en trabajos más o menos bien coordinados. Anteriormente una acequia acercaba el agua del río Albarregas a una pila instalada en la plaza Mayor. Años más tarde se construyó el primer acueducto del que queda el hermoso puente de mampostería que pasa del parque La Isla al pié del barrio Andrés Eloy Blanco. Luego se construyó el moderno acueducto que hoy surte a Mérida con sus plantas potabilizadoras “Dr. Eduardo Jáuregui” y “Dr. Enrique Bourgöin” entre 1948 y 1973. Los problemas surgen cuando se politiza el tema ambiental y la administración de Aguas de Mérida. Ya el nombre dice mucho: “Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Aguas”.
Así como la oscurana y a la basura agreden a Mérida, estos “ecosocialismos” y Aguas de Mérida se unen el caos en el cuidado del ambiente y de la calidad del agua potable, víctimas de la politiquería que ha permitido la violación masiva del Reglamento de Uso de la Subcuenca del rio Mucujún, el otorgamiento de permisos con violación grave de las normas ambientales, la tolerancia a las invasiones de la cuenca y las irregulares actuaciones de la Guardia Nacional en el puesto de El Valle Grande. Lo más grave es la tolerancia de la invasión de El Vallecito, justo arriba de la planta de potabilización, hecha por camaradas compatriotas que contaminan el agua ante la complacencia de las autoridades “ecosocialistas”. Patético fue cuando el presidente, el ministro, el gobernador y el gerente de Aguas de Mérida acusaron que “ grupos de oposición contaminaron en horas de la noche de ayer (domingo) el agua del embalse del municipio Libertador de esta entidad para atentar contra los habitantes que se benefician de este vital líquido.” Al final detuvieron al compatriota responsable, lo soltaron de una vez, nunca dijeron la verdad y los invasores continúan sus actividades “ecosocialistas”.
La quebrada la Cuesta era la niña de los ojos del acueducto merideño cuyas aguas son frescas, limpias, sabrosas. Hace tiempo se expropió una hermosa finca de la cabecera para asegurar la calidad de sus aguas. Ahora los “ecosocialistas” han otorgado permisos para construcciones que invaden su cauce, su lecho, con violación de expresas normas que imponen restricciones. Tales violaciones suceden en todo el Valle Grande. Que diría ahora el Dr. Ernesto Palacio Prü, primer senador de este proceso “bolivariano” cuando aún no era tan “ecosocialista”, gran luchador por la conservación de ese hermoso valle.
En Aguas de Mérida trabajan buenos profesionales y excelentes funcionarios que hacen bien su trabajo. El problema está en las cabezas a quienes les interesa más la politiquería, que en vez de cuidar las cuencas donde se produce el agua que alimenta el acueducto de la ciudad, permiten y hasta auspician su destrucción.