Por la calle real: «No temas, estoy contigo»

Por: Fortunato González Cruz…

El 9 de julio, el Papa Francisco firmó el Decreto de nombramiento del Emmo. Sr. Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas. Nuestro Arzobispo de Mérida se encontraba reunido en Asamblea Plenaria Ordinaria del Episcopado Venezolano, y participa, ya con esta nueva responsabilidad y manteniendo la “pesada Mitra” emeritense. El 11 de julio se difunde uno de los documentos más valientes, y son bastantes en su historia, de denuncia de lo que califica comomonstruosa hiperinflación y la gravísima crisis que se manifiesta en todas las áreas en particular en la alimentación, la salud, los servicios públicos (agua, electricidad, comunicaciones, vialidad), la seguridad personal, el empleo y el ingreso; y destaca que se suman ahora los de la circulación y venta del efectivo y el del transporte público. En este último caso, “siendo evidente la desaparición paulatina del parque automotor, la improvisación de medios de transporte sin control ni seguridad ha sido ocasión de tragedias en distintos puntos del país, con pérdida de vidas humanas y mayores dolores para numerosas familias”.Denuncia la emigración masiva de venezolanos con todo el dolor que causa, la ilegitimidad de la Asamblea Nacional Constituyente y “las actitudes de prepotencia, autoritarismo y abuso de poder, así como la constante violación de los derechos humanos”.

La Exhortación del Episcopado Venezolano copia la frase bíblica: «NO TEMAS, YO ESTOY CONTIGO» Is. 41, 10. El documento es de una contundencia absoluta y va directo a señalar que el “principal responsable de la crisis por la que atravesamos es el gobierno nacional, por anteponer su proyecto político a cualquier otra consideración, incluso humanitaria.” Y acusa sin sordina: “Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución y a los más altos principios de dignidad del pueblo”.Dice:  Urge en Venezuela una dirigencia política que ponga en el centro de sus reflexiones y de su accionar al pueblo venezolano, que tenga conciencia de que más allá de controlar el poder, la política es el oficio de quien movido por la nobleza y los principios éticos sabe ponerse al servicio de los ciudadanos y no de mezquinos intereses. Los líderes de la oposición deben ofrecer al pueblo alternativas de cambio, y trabajar con más fuerza por su bienestar.”

Hace el documento un dramático llamado a los laicos y a la sociedad civil a poner sus capacidades, su creatividad y su sentido de sacrificio para paliar la crisis e inventar emprendimientos. Llama a la Fuerza Armada a honrar su juramento de defender la Constitución y la democracia, a los venezolanos a expresar su enojo, a la solidaridad. Llama a la comunidad eclesial a favorecer el cambio de las estructuras injustas y exhorta a las iglesias particulares a obrar con procesiones de los santos más queridos de cada lugar.

Ya no se trata de un llamado, sino de una convocatoria a la acción para provocar el fin del desastre. Saben los obispos de las enormes fortalezas de los venezolanos y de su disposición para trabajar positivamente en la superación del desastre y en la recuperación del país. La exhortación como un gritoprovidencial que clama en el desierto.