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lunes, febrero 10, 2025

Por la calle real: Sociedad política y Plan República

Por: Fortunato González Cruz…

Las imágenes que ofrecen los procesos electorales en cualquier país, como los realizados hace poco en Argentina, Colombia, Canadá y en Grecia, muestran jornadas normales sin alteraciones visibles de la vida colectiva que sigue su curso normal. Unos venezolanos de Montreal votaron en centros deportivos que realizaban sus actividades habituales, y en un espacio adecuado unas pocas personas tras de una mesa asistían a los electores que votaron sin colas, sin máquinas, sin parafernalia de ninguna especie marcando su candidato en una hoja de papel que depositaron en una urna. Al cabo de media hora de concluida la votación ya Canadá sabía los resultados. Voto manual, organización sencilla y eficiencia absoluta. Con algunas diferencias menores se realizaron procesos semejantes en Colombia, Grecia y Argentina.

La organización de las elecciones en Venezuela es excesivamente compleja e ineficiente que altera la vida de cada comunidad y de todo el país, genera desconfianza, causa angustia, y es nada amable; por el contrario, es agresiva. Molesta que para el ejercicio del voto que debe ser asunto normal en una democracia se convierta en una especie de operación militar de altísima complejidad.

El Plan República, que tiene como objetivo apoyar al CNE, se ha convertido en un monstruo que antes que ayudar entorpece y complica el proceso electoral. La presencia militar se impone en un acto que es de la sociedad civil y asume el control de los espacios internos y aledaños a los centros de votación. Esta situación es irregular por tratarse de un acto político de la sociedad civil. No se duda de la conveniencia de que la fuerza armada brinde algún apoyo, pero que el uniforme militar con su lenguaje y sus armas domine el escenario no es correcto.

Cuando la fuerza armada estaba exclusivamente al servicio de la nación era pasable, pero ahora es menos ejército y más milicia que grita como cualquier militante partidista las consignas del oficialismo. La transformación de ejército en milicia es uno de los más graves problemas institucionales de Venezuela y si anteriormente veíamos con simpatía a los soldados resguardando las urnas, ahora no tanto, y no porque los venezolanos no quieren a su ejército sino porque éste ha perdido institucionalidad y se ha alejado de su definición constitucional como institución apolítica y no deliberante que debiera estar al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna.

Tarde o temprano tendrá que volver Venezuela al ejercicio de sus derechos democráticos con sencillez, sin tanto ingrediente castrense ajeno al debate político y extraño a su carácter civil. El Plan República no puede ser una movilización masiva de la fuerza armada, ni asunto para el protagonismo de generales que aseguran como gran noticia la seguridad del proceso y las garantías de transparencia. Como lo señala sus documentos, debiera ser un plan de apoyo si más visibilidad que el estrictamente necesario.

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