Por: Ramsés Uribe…
En el marco de la celebración del día del profesor universitario hay que replantear lo que esto significa hoy en día en medio de la marea posmoderna que nos arropa todavía para beneficio o perjuicio. Si bien existen pocas razones para estar contentos con este y otras efemérides de las distintas profesiones universitarias y de otra índole, aunque también imprescindibles y productivas en la sociedad venezolana, por la situación país ya harto sabida, conviene un tanto de reflexión, de recordatorio ensimismado del quehacer quizás más importante, no solo de la sociedad occidental, sino de cualquier otro tipo, de repensar el rol del educador de las casas de estudios superiores que de paso, salpica de algunas perlas negras ( que son sumamente cotizadas ) al resto de los docentes de los demás niveles y modalidades del sistema educativo nacional.
Hay que reconocer que la noble labor docente y como todos saben y parece una perogrullada, del docente se produce toda una pléyade de profesionales y técnicos como los artistas, científicos, periodistas, técnicos, ingenieros y pare de contar. Asimismo el educador universitario genera investigaciones científicas, tecnológicas, humanísticas, filosóficas y artísticas que impactan en la sociedad de muchas maneras interesantes y productivas. Es el héroe casi anónimo detrás de las instituciones educativas. También los(las) profesoras(res) son los grandes inspiradores/motivadores de los sueños de los niños, jóvenes y adultos. Claro que ser profe no es tarea sencilla. Enseñar es complejo aunque gratificante. En el siglo XXI propongo un perfil del docente universitario emergente, a saber: el educador debe ser un artista motivador y creativo, filósofo de la argumentación, científico del saber sistemático, técnico de lo instrumental, psicólogo que conoce lo profundo del ser humano, sociólogo para entender la gente en pleno y sumamente espiritual. También posee cualidades humanas especiales como la paciencia, la tolerancia y la dedicación plena de su maravillosa labor.
El término “pobresor “, es un genial neologismo criollo muy adecuado y pertinente porque define perfectamente la cruda realidad actual del docente en general y universitario en especial. También podría decirse lo mismo al resto de las profesiones. Así los ingenieros serían “mendingenieros”, los médicos, “medicuálidos”, y así sucesivamente. Nadie escapa al infame impacto negativo socioeconómico de esta debacle de nuestro país.
En la carrera docente universitaria las cosas se han puesto de la patada pues pareciera que si no es suficiente con toda esta tremenda situación país, el educador tiene que lidiar/soportar terribles prácticas malsanas que son el leitmotiv en el alma mater y que contribuyen a la diáspora de talento humano hacia un destino incierto. La evaluación de los concursos de credenciales y oposición para ingresar a la carrera docente, es francamente obsoleta porque se sigue evaluando de puro caletre (de memoria) al docente, como si estuviéramos en la edad media. La consideración de los méritos para ingresar a trabajar en ocasiones son puro cuento pues no se considera la lealtad, dedicación, constancia y preparación del profesional y docente del aspirante, contratado o recién ingresado a la universidad. La burocracia, la improvisación, impericia, el amiguismo, nepotismo, compadrazgo y males similares destruyen la carrera docente. A este coctel se le agrega mostaza en forma de humillación y desprecio que debe padecer el profesor(a) convertido en un “ tercerizado “, igual que otros trabajadores. Me refiero a los becarios académicos, visitantes, invitados, contratados. Es insólito que académicos de mayor rango como los titulares, despotrican contra los nuevos profes que le quitan el barro de sus botas al encargarse de muchas actividades y asignaturas, luchando también con las rígidas exigencias administrativas sin saber si algún día lograrán el dichoso cargo fijo. Se sabe de profesores con 5 10 y hasta 20 años contratados sin lograr la ansiada estabilidad laboral. Tamaña aberración es sorprendente en la casa que dizque vence a las sombras.
El diagnóstico de la situación docente universitaria es lamentable y precaria y no basta esta postura, es imprescindible aportar alguna solución, al menos introductoria. Por ello propuse en Apula en 2015, lo siguiente, entre otras recomendaciones. a) sensibilizar a las autoridades universitarias en este tema, b) mejorar el trato y relaciones humanas a los docentes y por extensión a todos los miembros de la comunidad universitaria. Convertir la universidad en verdaderos espacios de fraternidad c) diseñar/promover nuevos sistemas de promoción y estímulo al docente “ tercerizado”, d) rescatar a los docentes jubilados, exconcursantes meritorios, o los que han emigrado para que regresen al país, e) establecer alianzas estratégicas con la banca privada y pública, empresas nacionales e internacionales, fundaciones y ricachones para que contribuyan al apoyo financiero, técnico y de desarrollo institucional, personal y profesional, de profesores, empleados y estudiantes universitarios. f) continuar la lucha para exigir al gobierno nacional un presupuesto justo para las universidades.
¡ Qué vivan los(las) profesores(as) !.
Ramsés Uribe, profesor Nuvm de la ULA.
Correo: ramaseum@yahoo.com
Twitter: @ramthalneo
Imagen artística: autor: Ramsés Uribe